Regreso a casa… en ataúd
Efrén fue deportado a México y la única forma en que EU le permitió volver con su familia fue en un féretro. Con el gobierno de Donald Trump el perfil de las personas extraditadas ha cambiado a aquellas que llevan muchos años viviendo en el país del norte y su caso es uno de ellos
Imelda GarcíaEl ataúd con los restos de Efrén Guevara Galindo yace en el interior de una camioneta. Sus hijos la estacionan afuera de un restaurante de comida rápida para que Hugo, su amigo, se despida de él antes de que parta a su destino final.
Efrén Guevara fue deportado hace dos años y medio a México. Él trató de volver a los Estados Unidos, donde vivió como indocumentado casi desde que nació, y varias veces intentó cruzar para volver con su familia.
Desistió cuando fue víctima de la delincuencia en la zona fronteriza mexicana. Decidió entonces quedarse en México, lo que selló su destino.
El fin de semana pasado, Efrén consiguió que las autoridades estadounidenses le otorgaran un permiso para volver a Texas, donde vive toda su familia.
Volvió, sí. Pero lo hizo en un ataúd. Ayer fue sepultado en la ciudad texana de Midland.
El caso de Efrén es uno de los miles que viven las familias en los Estados Unidos que sufren la deportación de un ser querido.
Desde hace unos años, el perfil de las personas deportadas ha pasado de quienes apenas cruzaban la frontera a quienes llevan mucho tiempo viviendo en Estados Unidos.
Destino marcado
Efrén llegó a Estados Unidos en brazos de sus padres, con apenas algunos meses de edad. En ese país creció junto a sus ocho hermanos y, años después, formó su propia familia de 6 hijos y 14 nietos.
Fue un trabajador de la industria de la construcción en Texas, uno de los oficios mejor pagados en el país. Toda su vida vivió y trabajó como indocumentado en los Estados Unidos.
Su vida dio un giro en el año 2010, cuando fue detenido por la Policía de Midland, la ciudad donde vivía.
Una nota del diario Midland Reporter-Telegram dejó asentado que Efrén fue detenido el 1 de septiembre del 2010 bajo el cargo de “agresión con agravantes con un arma mortal”. Ese hecho le cambiaría la vida.
Efrén fue deportado a México en el 2016. Intentó regresar en varias ocasiones a los Estados Unidos, pero en ninguna tuvo éxito.
La última ocasión que lo detuvieron y lo deportaron, las autoridades estadounidenses lo dejaron libre en la frontera de Ciudad Acuña, en Coahuila. Había pagado más de 3 mil dólares a un traficante para que lo cruzara nuevamente a través de las montañas; después de casi una semana de trayecto, fue detenido y expulsado a México.
Efrén planeaba hacer un nuevo intento para cruzar a los Estados Unidos, esta vez a través de las montañas. Se trasladó a Ojinaga, Chihuahua. Pero al llegar ahí fue secuestrado por un grupo delictivo que quiso pedir rescate a su familia.
Nunca se pudieron comunicar con sus seres queridos, por lo que permaneció secuestrado varias semanas en una casa de seguridad, donde fue maltratado y torturado, mientras su estado de salud empeoraba por la diabetes que padecía.
Un altercado con quienes lo custodiaban terminó en una golpiza que incluyó varias heridas porque intentaron mutilarlo. Sus captores creyeron que había muerto y lo abandonaron en el lecho de un río. Fue ahí que Efrén pudo escapar.
Malherido, sin dinero y sin poder comunicarse con su familia, Efrén llegó como pudo a Tijuana, donde recibió el apoyo de colectivos de ayuda a migrantes.
Aunque tuvo apoyo de organizaciones como Ángeles de la Frontera, donde conoció a Hugo Castro, quien se convirtió en su amigo, Efrén no pudo retomar su vida, pues su salud se minaba poco a poco.
Sus heridas no cerraban. Y no solo las físicas, pues había quedado en un estado de estrés postraumático tras su secuestro.
Hace una semana, Hugo acompañó a Efrén para buscar atención en el Hospital General de Tijuana, porque sus heridas se habían infectado. Ahí recibió un mal trato por ser deportado.
En una Biblia, Efrén escribió los teléfonos de sus seres queridos. Al estar grave en el Hospital, Hugo decidió llamarles y avisarles de su estado.
Días después, los hijos de Efrén llegaron a Tijuana para estar con él en el Hospital General. La experiencia fue devastadora.
“Cuando llegamos a visitar el domingo por la tarde en el hospital, NUNCA en mi vida imaginé que vería las cosas que había visto y, especialmente, ver a mi papá en la condición y el entorno en el que estaba.
“Nunca querría que nadie en su vida experimentara las cosas que he visto estos últimos días de estar aquí. Todos somos humanos, independientemente de nuestro pasado y de las decisiones que hayamos tomado, merecemos ser tratados adecuadamente y de la mejor manera que podamos”, escribió Efrén Junior, hijo del migrante, en su página de Facebook.
Horas después de la visita de sus seres queridos, Efrén falleció, producto de una infección grave de sus heridas.
Sus hijos comenzaron entonces los trámites para poder llevar sus restos a Texas. La solicitud fue aprobada y dos días después ya estaban en territorio americano.
Efrén volvió a Texas con sus seres queridos, pero en un cofre de madera. Fue la única manera en que el gobierno estadounidense le permitió regresar con los suyos.
Cambia el perfil
Con el gobierno de Donald Trump cambió el perfil de las personas que son deportadas de los Estados Unidos.
Un análisis del Proyecto TRAC (Transactional Record Access Clearinghouse, en inglés) de la Universidad de Siracusa, en EU, revela que en el gobierno de Barack Obama se deportaba más a personas que tenían menos de dos años en el país, contrario a lo que sucede ahora.
Cifras de marzo del 2018 señalan que 4 de cada 10 casos de justicia migratoria eran de personas que habían estado más de 2 años en Estados Unidos; mientras 2 de cada 10 tenían más de 5 años en ese país y solo 1 de 10 se trató de una persona recién llegada.
En la era Obama, solo el 6 por ciento —0.6 de cada 10 personas— tenían más de 2 años viviendo en EU.
Esto sucedió también por el cambio en las detenciones que se realizaban al interior del país, pues antaño había una tendencia a deportar a personas que se encontraban cerca de la frontera con México, pero ahora ya se trata de migrantes que viven territorio adentro.
“Deportar a más inmigrantes que han vivido años en Estados Unidos implica separar a más personas de sus cónyuges e hijos con ciudadanía estadounidense, así como de sus hogares y de sus empleos”
Organización Human Rights Watch
En un análisis sobre las deportaciones
“Dado que la legislación estadounidense ignora en forma sistemática estos nexos, es habitual que las deportaciones avasallen el derecho a no sufrir interferencias en el hogar y la familia”, expuso la organización Human Rights Watch en un análisis sobre las deportaciones.
Los procesos de deportación se centraron en personas con algún antecedente legal, incluso de décadas atrás, por las que haya una orden de deportación pendiente.