Esta semana, por primera vez en más de dos años, cerca de 35.5 millones de estudiantes y más de 2 millones de maestras y maestros de 261 mil escuelas públicas y particulares, retomaron las actividades escolares presenciales al concluir el periodo vacacional de Semana Santa.
De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP), ya existen las condiciones sanitarias necesarias para llevar a cabo esta decisión.
De esta manera, los casi 24.6 millones de alumnos y más de 1.2 millones de docentes de Educación Básica, así como la matrícula de Educación Media Superior, de más de 4.9 millones de estudiantes y 408 mil profesores en todos los subsistemas, reiniciaron actividades con muchos nuevos retos por delante.
“Es una necesidad no solo por los aprendizajes, también por las habilidades socioemocionales que se adquieren muchas veces con el simple hecho de asistir al aula”, dice al respecto Eduardo Backhoff Escudero, presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa.
Obstáculos a superar para clases presenciales
En entrevista con Reporte Índigo, el especialista en materia educativa, asegura que el hecho de que todos los alumnos regresen a las aulas de manera presencial es un momento que se debe aprovechar para comenzar a revertir las carencias que sufrieron en sus aprendizajes.
Estrategia a la que se debe sumar un plan de rescate para los alumnos que desertaron de la escuela, uno de los problemas y retos más serios que dejó la pandemia.
“Se calcula que un ocho por ciento de la población escolar desertó, es decir, dejó la escuela. Entonces lo que se necesita en una primera instancia es un plan para regresar a estos alumnos a las aulas y es un tema que ni siquiera se ha tocado.
“A su vez, para quienes están retomando su rutina escolar presencial, se les debe de evaluar para saber cómo se encuentran por dos razones: no todos tuvieron la oportunidad de seguir las clases en línea y a todos se les pasó de año por igual.
“Esto significa que los alumnos van a llegar con una preparación muy heterogénea y los profesores no están capacitados para recibir a estudiantes con esta diversidad educativa”, advierte Backhoff.
Sin embargo, la ruta que decidió seguir la SEP es muy distinta a la que plantea el presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, pues para conocer el nivel de los alumnos, realizó una encuesta a los docentes, la cual no era obligatoria, sobre cómo llegaron sus estudiantes y la respuesta más común fue que vienen mal preparados.
“No basta con la apreciación subjetiva del profesor, se debe evaluar a cada uno de los estudiantes para entonces diseñar un programa certero y nivelarlos”.
Falta de vacunas no es impedimento
A pesar de que ya es legal que se vacune a los menores de edad contra el COVID-19 en el país, la falta del medicamento ha impedido que esto suceda.
Sin embargo, Eduardo Backhoff, asegura que esto no es un factor determinante o que pueda impedir el retorno presencial a las aulas.
“Simplemente viendo la experiencia en el mundo vemos que las vacunas no son un factor decisivo en esta materia.
“Muchos países sabemos que casi no cerraron escuelas. España, por ejemplo, solo lo hizo unas cuantas semanas a sabiendas del impacto que tiene que los menores de edad no vayan a clases”.
Sin embargo, el especialista en materia educativa acota que es fundamental que el personal sí esté inoculado y se tenga una estrategia en caso de infecciones.
“El tema de las vacunas y las infecciones de COVID-19 no lo considero como una preocupación, sin embargo, se deben mantener todas las medidas de seguridad y contar con planes de contingencia en caso de que haya un brote de contagios”.
Triste retorno
El regreso presencial a las aulas en todo el país se vio opacado por la cancelación de la Escuelas de Tiempo Completo (ETC), uno de los programas que más beneficiaban tanto a los estudiantes como a los responsables de los menores de edad.
“El impacto creo se da en cuatro áreas: deja a muchos estudiantes, millón y medio, sin alimentación. Su primera comida seria de muchos de ellos la hacían en el colegio. Y para aprender hay dos cosas fundamentales: que coman y duerman bien.
“Segundo, como estaba dirigido a los estudiantes más vulnerables, está comprobado que mejoraban sus niveles de aprendizaje.
“Tercero, se afectó profundamente a las madres y padres de familia que trabajan y los podían tener en un lugar seguro. Algo que ahora ya no tienen y les complica mucho la vida.
“Por último no olvidemos a los docentes que recibían un salario extra con estos programas, los cuales ahora ya no tienen este ingreso”, enlista Eduardo.