México y su arsenal
Aunque parece el socio más débil de los tres que conforman el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México es quien tiene las cartas más poderosas para la renegociación del acuerdo comercial.
Para empezar, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, anunció que si se impulsan condiciones que no convienen a México, el país dejará de colaborar con Estados Unidos para frenar la migración y el crimen que proviene de Centroamérica y otras latitudes.
Imelda García
Aunque parece el socio más débil de los tres que conforman el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México es quien tiene las cartas más poderosas para la renegociación del acuerdo comercial.
Para empezar, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, anunció que si se impulsan condiciones que no convienen a México, el país dejará de colaborar con Estados Unidos para frenar la migración y el crimen que proviene de Centroamérica y otras latitudes.
De retirarse de la negociación o cancelar su participación en el Tratado, los socios comerciales de México perderían también un territorio en el que se han asentado múltiples empresas y donde pagan salarios ínfimos comparados con lo que pagarían en sus países.
Además, de existir tensión entre México y Estados Unidos, podría ponerse en peligro el abasto de agua del Río Bravo que el país da a su vecino del norte.
Y por si fuera poco, México tiene en sus productos agrícolas otra poderosa carta de negociación. Los mexicanos pondrían a sufrir a los estadounidenses con algo tan sencillo como el aguacate. ¿Se resignarán a vivir sin guacamole?
Migración, ‘The big gun’
En el tema de migración, el país tiene el arma más grande que puede usar para la renegociación del TLCAN.
Y lo es no precisamente por los mexicanos que buscan entrar a Estados Unidos, sino por el trabajo que hace el país al “frenar” a quienes provienen de Centroamérica y otras regiones del mundo y pretenden entrar al norte por México.
Como parte de la Iniciativa Mérida, México ha estado comprometido al cuidado de su frontera sur, con Guatemala y Belice, para funcionar como una primer frontera hacia Estados Unidos.
La Iniciativa Mérida es un mecanismo de cooperación binacional iniciado en 2007 por los presidentes George Bush y Felipe Calderón, mediante el cual Estados Unidos envía a México ayuda económica, de armamento y capacitación para el combate al crimen y el fortalecimiento de las fronteras.
En ese contexto, desde el año 2013 México opera un programa de seguridad fronteriza que incluye el establecimiento de 12 bases navales avanzadas en los ríos del país, además de tres cinturones de seguridad que abarcan 100 millas al norte del territorio de la frontera del país con Guatemala y Belice.
Un análisis del Centro de Servicios de Investigación del Congreso de los Estados Unidos, dedicado a proveer de investigaciones a los legisladores de ese país, explica que también han apoyado a México para que los agentes del Instituto Nacional de Migración (INAMI) se capaciten junto a policías federales y estatales para actuar en las rutas de migrantes.
“El Departamento de Estado ha proporcionado 24 millones de dólares en equipo y asistencia, incluyendo equipos de NII (equipos tecnológicos de inspección no intrusiva, como arcos detectores de armas), quioscos móviles, equipos caninos y capacitación para funcionarios del INAMI en la región fronteriza del sur. Se han comprometido más de 75 millones de dólares más en esa área.
“El Departamento de Defensa también ha proporcionado entrenamiento y equipo a las fuerzas militares mexicanas. Los observadores han instado a los legisladores de los Estados Unidos a que consideren proporcionar a México apoyo en cómo investigar y castigar los crímenes contra los migrantes, capacitarse en la conducción de la investigación humanitaria y ayudar a la agencia mexicana de asilo”, señala el análisis “Cooperación México-Estados Unidos para la Seguridad: la Iniciativa Mérida y más allá”, hecho público en abril de este año.
Así, México se ha convertido en una ayuda para frenar la llegada de migrantes indocumentados a Estados Unidos, sobre todo de los provenientes del llamado Triángulo Norte, formado por Guatemala, Honduras y El Salvador.
Incluso, en septiembre del 2016, en una reunión de líderes mundiales en Nueva York, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, agradeció a México por “absorber un gran número de refugiados de Centroamérica”.
El Centro de Estudios sobre los Latinos y Latinoamérica, con sede en Washington D.C., criticó entonces que el elogio de Obama no era del todo merecido, pues aunque México había dado asilo a mil 150 centroamericanos en 2016, deportó a más de 80 mil migrantes.
Ahora, la estrategia para frenar a quienes buscan llegar a Estados Unidos desde los países del Triángulo Norte incluye a las fuerzas policiales de esos mismos países.
En abril pasado, Guatemala, Honduras y El Salvador lanzaron el “Plan Fortaleza”, una estrategia en la que también participa Estados Unidos y que pretende blindar las zonas fronterizas contra el narcotráfico, las pandillas y la trata de personas.
Estados Unidos participa con estos países brindando apoyo en equipo, como drones y helicópteros. Se prevé que en un futuro cercano, México pueda sumarse a este Plan.
La idea primaria de esta maniobra es que las condiciones de vida mejoren en el Triángulo Norte, considerado uno de los lugares más pobres y más violentos del mundo, de donde miles de personas salen huyendo todos años para buscar refugio en Estados Unidos.
Guajardo, amaga
Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México, ha advertido en varias ocasiones que, en caso de darse una ruptura con Estados Unidos en la renegociación del TLCAN, podría cambiar el ánimo de cooperación con el país del norte en materia de seguridad y migración.
“Si se presenta (la salida de los socios comerciales), claramente afectará el contexto de la relación; por lógica, no habría incentivos para seguir colaborando en los temas tan importantes para la seguridad nacional norteamericana, como los temas de migración”, dijo Guajardo en una entrevista con Milenio, en febrero pasado.
“Si no te tratan bien comercialmente, no deberían de esperar que los tratemos bien conteniendo la migración que viene de otras regiones del mundo y cruza por México. O no debería esperar que se les trate bien en colaboración con temas de seguridad en la región”, sentenció el secretario en una entrevista este mes con Reforma.
Si eso ocurre, Estados Unidos podría enfrentar una crisis migratoria de grandes dimensiones. Aún con los controles establecidos en México y en los países del sur, se calcula que entre 400 mil y 500 mil migrantes indocumentados cruzan el país buscando llegar a EU.
Si México decide abandonar los controles migratorios que tiene en su frontera sur, el número se incrementará exponencialmente.
Paraíso de salarios
Si Estados Unidos y/o Canadá deciden abandonar el TLCAN, automáticamente perderán los beneficios de tener un territorio para establecer sus empresas y pagar salarios ínfimos, comparados con los que pagarían en sus países.
Mientras en México el salario mínimo es de 80.04 pesos por día, lo que significa 10 pesos por hora (55 centavos de dólar por hora, 4.40 dólares por jornada), en Estados Unidos es de 7.25 dólares por hora (131 pesos por hora, mil 50 pesos por jornada) y en Canadá es de 11.25 dólares canadienses por hora (157 pesos por hora, mil 263 pesos por jornada).
Esta disparidad en los salarios provocó que desde 1994, año de la entrada en vigor del TLCAN, llegaran a México decenas de empresas de ambos países para manufacturar sus productos a costos mucho más reducidos que en sus territorios.
Tan solo en 2016, México registró 26 mil 738 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa; de ella, el 38.9 por ciento provino de Estados Unidos, y el 6.3 por ciento de Canadá.
Empresas como General Motors, HP, IBM, Kenworth, York, Navistar y otras, trasladaron toda o parte de su producción a México por las ventajas competitivas que les da pagar salarios al menos 13 veces más bajos, además de todos los beneficios fiscales que les brinda el Gobierno mexicano.
Las compañías extranjeras son conscientes del paraíso que representa México para sus intereses comerciales; tan es así que varias de ellas han decidido permanecer en el país a pesar de las advertencias del presidente Donald Trump de que vuelvan a Estados Unidos.
El mandatario estadounidense ve en estas condiciones laborales en México una desventaja para su país y, por lo tanto, una amenaza.
Tan es así que una de las demandas de Donald Trump para la renegociación del acuerdo comercial es que los salarios mejoren en México, con lo que busca desincentivar que las empresas trasladen al país su producción y se queden en Estados Unidos, para crear o mantener los empleos.
War-guacate
Otra de las cartas de México en la negociación con sus socios comerciales serán los productos agroalimentarios.
El Departamento de Comercio de Estados Unidos calcula que el 70 por ciento de los alimentos frescos que llegan a su país proviene de México.
Si el TLCAN desapareciera, se impondrían aranceles que aumentarían los precios de productos que llegan a las mesas de los consumidores norteamericanos.
El año pasado, México exportó a Estados Unidos 21 mil 323 millones de dólares en productos agrícolas y agroindustriales; a Canadá le vendió solo 556 millones de dólares, según datos del Atlas Agroalimentario 2016 del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura mexicana.
Los productos que más se exportan a otros países son la cerveza, el aguacate, el jitomate, el tequila y la carne de bovino.
Dentro de estos productos destaca en especial el aguacate, del que se comercializaron mil 888 millones de dólares a diversos países, en el 2015.
El llamado “oro verde” mexicano es uno de los productos estrella del intercambio comercial entre México y Estados Unidos.
En 2015, México exportó 993 mil 998 toneladas de aguacates. Ocho de cada 10 fueron enviados a Estados Unidos –unas 795 mil toneladas-.
El aguacate mexicano es un producto altamente apreciado en Estados Unidos. Tan solo en un día, el primer domingo de febrero, cuando se realiza el Super Bowl, se calcula que su consumo rebasa las 100 mil toneladas.
Si el TLCAN se suspendiera, los consumidores norteamericanos podrían pagar hasta un 6 por ciento de aranceles por cada aguacate.
Es un producto que difícilmente Estados Unidos podría comprar en otro lado porque México es el productor número uno de este alimento –produce casi mil 500 toneladas anuales-; el segundo lugar es la República Dominicana, que apenas tiene una producción de 380 mil toneladas al año.
En cambio, México no tendría problemas para colocar su “oro verde” en el mercado de exportación. Hoy día, el aguacate llega a otros 33 países, entre los que se cuentan Japón, Rusia, China, Australia y las naciones de Europa.
Agua, factor vital
Un eventual distanciamiento entre México y Estados Unidos, sea por su relación comercial o política, podría afectar también un tema vital para los dos países: el abasto de agua.
Sin embargo, la situación afectaría en mayor medida a Estados Unidos, pues aunque en el Tratado de Distribución de las Aguas Internacionales de los Ríos Colorado y Bravo, que data de 1944, se establecen ciertas cantidades de agua, el país del norte siempre pide más líquido argumentando sequías en su territorio.
Reporte Indigo publicó el 17 de marzo pasado que el Tratado estipula que a Estados Unidos solo le corresponden 431 millones 721 mil metros cúbicos de agua, mientras que a México le tocan 2 mil 96 millones 931 mil metros cúbicos de agua.
Empero, por la disminución de escurrimientos hacia los ríos y la sequía de la región norte de México, el país mantiene una “deuda” de agua que no ha podido pagar a Estados Unidos.
A raíz de la postura del presidente Donald Trump para endurecer las acciones contra México, en el Congreso de la Unión mexicano se estudia ya una iniciativa para revisar todos los tratados internacionales que ha firmado México, entre los que se encuentra este del reparto de agua.