La contingencia sanitaria por Covid-19 ha significado un respiro en la lucha por la vivienda para algunas víctimas de la creciente gentrificación de la Ciudad de México.
Afectados aseguran que el crecimiento del problema en los últimos años se puede medir en el número de desalojos a viviendas en la capital.
A través de la solicitud de información 0109000065419 que se puede consultar en el sistema InfomexDF, la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) local informó que en los últimos años los desalojos van en aumento.
En 2015 los elementos de la dependencia de seguridad participaron en 3 mil 033 desalojos; en 2016, en 3 mil 200; en el 2017, en 3 mil 141; y en el 2018, en 3 mil 729.
En la capital, el fenómeno de la gentrificación se presenta en las colonias céntricas como la Roma, Juárez y el Centro Histórico donde las inmobiliarias se adueñan de propiedades, encarecen el uso de suelo a través del comercio de alto impacto y terminan expulsando a sus habitantes originarios quienes se les imposibilita seguir viviendo ahí.
Sin embargo, la contingencia dio un respiro a quienes luchan en contra de los grandes capitales gentrificadores.
Despojo en pausa
Daniel Gutiérrez, habitante del edificio Trevi en el callejón Colón, frente a la Alameda Central, afirma que el inicio de la contingencia sanitaria ha pausado el proceso de destrucción del inmueble y los ataques legales para despojar a los habitantes de sus hogares.
Este inmueble es uno de los ejemplos de la lucha en contra de la gentrificación de la capital.
En marzo de 2018, la empresa Público avisó a los vecinos del Trevi que había comprado el edificio, por lo que se violó su derecho al tanto y preferencia.
Como copropietarios, nunca les dieron la posibilidad de adquirir el inmueble por encima de terceros.
Público es una compañía que renta edificios de oficinas bajo el modelo de coworking, señala Daniel.
La empresa interpuso demandas legales y hostigó a los habitantes del Trevi para obligarlos a irse.
Daniel Gutiérrez es uno de los últimos cuatro inquilinos que quedan en el edificio Trevi. Hace tres años eran aproximadamente 32.
Los demás fueron expulsados en diversas formas: los desalojaron sin notificación judicial, alcanzaron un acuerdo con Público o decidieron irse a pesar de que les violaron su derecho.
El vecino relata que durante la segunda y tercera semana de marzo pasado, el Juzgado 21 en Materia Administrativa de la capital tenía que emitir sentencia respecto a la demanda que interpuso para que fuera válido su derecho al tanto.
Sin embargo, debido a que los juzgados cerraron desde el 18 de marzo como medida para evitar la propagación del coronavirus, ha podido tener unos días de tranquilidad.
“Apenas llevamos seis días de calma, antes de eso, a principios de marzo, vino un grupo de 50 albañiles ‘a darle en toda la torre’ al edificio a pesar de que todavía hay juicios”, explica.
Reporte Índigo recorrió el interior del Trevi y observó que los departamentos vacíos comenzaron a ser intervenidos.
A los espacios les están removiendo la pintura, el piso y las puertas.
“Eran martillazos constantes, todo el día, era otra forma de decirnos que nos fuéramos”, relata Daniel.
Era tanta la presión de que iba a resolverse su juicio e iba a tener un desalojo ilegal, que Daniel estaba empezando a llevar sus cosas a otra casa en Huitzilac, Morelos.
“No fue por miedo, lo hice como precaución de que pudieran llegar y en el desalojo robarme mis pertenencias”, explica.
Acepta que la contingencia sanitaria, derivada de la pandemia por Covid-19 declarada por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo, le ha dado un respiro pero una vez que se regrese a la normalidad, volverán los embates.
Virus inmobiliario genera gentrificación
Daniel compara el impacto del coronavirus con el desarrollo inmobiliario y la gentrificación porque nadie cree en él hasta que le toca.
“Le toca a un edificio, después son dos, así hasta que se extiende por toda la ciudad y entonces es cuando te das cuenta que la gentrificación ya te tocó”, menciona.
Relata que hace 15 años cuando llegó a vivir al Trevi, nadie quería rentar o comprar en él.
“Nadie quería venir a vivir aquí, no había luz en la calle, había prostitución afuera, este edificio estaba la mitad vacío”, explica.
El Trevi se habitó después de que varios inquilinos invitaron a amigos y conocidos a habitar el edificio.
Después de la remodelación de la Alameda Central, que concluyó en 2012, empezó a ver cómo las empresas se adueñaban de las calles.
“Starbucks, el Hilton, hay puras transnacionales que se comenzaron a instalar y subir el precio del suelo, a hacerlo más atractivo para la inversión inmobiliaria que quieren vender un concepto de barrio”, denuncia.
Ver cómo las grandes empresas fueron apropiándose del perímetro de la Alameda Central fue el presagio de que en marzo de 2018 el coworking Público iba a apoderarse del edificio.