A unos días que se confirme la nueva debacle electoral de Josefina Vázquez Mota y la derrota de Acción Nacional en el Estado de México, el panismo comienza a buscar las razones de su naufragio en la entidad y apunta a su dirigente nacional, Ricardo Anaya.
Es el queretano quien tendrá que asumir el costo político del revés blanquiazul en el Estado de México, ya que fue el principal responsable de la designación de la excandidata presidencial pasando por encima de la militancia estatal, aunque al final parece que le dio la espalda.
Aún si el panismo obtuviera triunfos en la gubernatura de Nayarit, que parece más encarrilada o en Coahuila, donde los números están cerrados, el efecto de la debacle en el Estado de México, joya de la corona electoral en 2017, difícilmente será amortiguado.
Al joven líder panista parece que se le podría acabar el crédito de los resultados que obtuvo su partido en las elecciones de junio de 2016, donde por primera vez en su historia, Acción Nacional obtuvo 7 gubernaturas.
Esta conquista inesperada hizo de lado temporalmente los cuestionamientos del método de selección de candidatos, y lo más importante, afianzó la posición del queretano, que utilizó este capital político para hacerse con el control de los órganos del partido.
Su intención, aunque no lo ha reconocido públicamente, es hacerse de la candidatura presidencial panista para el 2018, aspiración compartida con Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, a quienes recientemente se han sumado Ernesto Ruffo y Juan Carlos Romero Hicks.
Anaya sabe que gran parte de sus aspiraciones pasan por el éxito en la jornada electoral del próximo domingo, principalmente el papel del PAN en el Estado de México, por ser el termómetro de la elección presidencial.
Es por ello que las proyecciones que colocan a Josefina Vázquez Mota en un tercero o incluso en un cuarto lugar en las preferencias parece ser a primera vista un golpe certero a las posibilidades de Anaya de alzarse con la candidatura panista.
Acciones contradictorias
Algunas fuentes al interior del panismo están convencidas de que Ricardo Anaya habría pactado la derrota en el Estado de México con el PRI, a cambio de que el tricolor favoreciera la candidatura presidencial de Anaya en 2018.
En algunos sectores del priismo saben que con la actual crisis del gobierno y del partido les será más que complicado mantener la presidencia en 2018, y por ello estarían dispuestos a apoyar a Anaya, con quien saben que es posible negociar, no así con Andrés Manuel López Obrador.
Si Vázquez Mota estaría o no enterada de este acuerdo no queda claro, aunque fuentes al interior del PAN aseguran que la excandidata presidencial, ante el riesgo del fracaso de su candidatura, habría pactado con Anaya su llegada al Senado en 2018.
La teoría del pacto podría reforzarse si se analiza con detenimiento las acciones de Anaya durante el proceso electoral.
El Comité Estatal del PAN en el Estado de México aprobó en septiembre la posibilidad de ir en alianza con otros partidos, y en caso de no concretarse, sería la militancia de la entidad la que decidiría a través del voto a su candidato.
Aún cuando Vázquez Mota habría puesto como una de sus condiciones el ir en alianza con el PRD para potenciar sus posibilidades, al final aceptó la candidatura, y Anaya pasó por encima del Comité Estatal imponiéndola, lo que puso en riesgo la llamada unidad panista.
Al contrario que otros dirigentes, Anaya no ha hecho acto de presencia a lado de Josefina. Y al interior del PAN lo acusan de no haber transferido recursos al Edomex para la campaña de Josefina, e incluso de no haber promovido que otros liderazgos panistas la hayan arropado públicamente.
Queda la impresión de que el presidente panista juega a perder.
Afilan cuchillos
Este hipotético pacto con el PRI y la planeación a largo plazo de Anaya, cuenta sin embargo con un error de cálculo político.
Hay muchos grupos de peso al interior del PAN que no están contentos con la gestión de Ricardo Anaya ya están esperando un tropiezo del dirigente para lanzarse a la ofensiva.
Al queretano le cuestionan los métodos de selección de las candidaturas, que ven como una imposición cupular y que cierra las puertas a los rivales políticos de Anaya, como ya le pasó a Margarita Zavala en 2015, a quien le negó un lugar en la lista de diputados plurinominales.
No solo eso, Anaya ha sido señalado constantemente por utilizar los tiempos oficiales en radio y televisión y las prerrogativas del partido para sus fines particulares, esto es para reforzar su presencia de cara a la candidatura presidencial.
Ahora, con la esperada debacle en el Estado de México, sus detractores tendrán armas más que suficientes para confrontarlo.
Aunque en el balance general, el hecho de que el PAN gane 2 o incluso 1 gubernaturas de las 3 en juego podría no ser un mal resultado, la forma en que se va a perder el Estado de México y la responsabilidad que Anaya tiene en ello será el principal debate postelectoral en el PAN.
En este escenario, hay grupos al interior del PAN que podrían fortalecerse y afianzar su posición en el partido de cara a la sucesión presidencial, principalmente los calderonistas y los afines a Rafael Moreno Valle.
Sin embargo, el grupo político que encabeza el expresidente Felipe Calderón que busca impulsar la candidatura de su esposa, Margarita Zavala podría no salir tan beneficiado, ya que se han mantenido apoyando a Vázquez Mota durante la campaña y se podrían ver afectados por el resultado.
Por su parte, Moreno Valle, exgobernador de Puebla, se ha mantenido al margen -aparentemente- de este proceso electoral, y ha estado aprovechando estos meses desde que dejó su gubernatura para viajar por todo el país sumando apoyos, y quizá podría ser el más beneficiado de la turbulencia que se espera en Acción Nacional.
Incluso hay un sector del panismo que no vería con malos ojos voltear hacia Ernesto Ruffo o Juan Carlos Romero Hicks, quienes son considerados verdaderos panistas y son ampliamente respetados, para que sea uno de ellos quien aglutine los apoyos rumbo a 2018.