Hace sólo ocho días, el gobierno de Rusia estaba reforzando sus lazos bilaterales con Alemania, uno de sus principales aliados en materia cultural, comercial y de inversión, pero hoy el panorama entre ambos es otro.
Después del reconocimiento de Donetsk y Luhansk por parte de Putin y el avance de sus fuerzas militares a estas ciudades, la administración alemana implementó una barrera con Rusia, la cual podría ser difícil de derribar.
Asimismo, tras la decisión del Kremlin, el encuentro que estaba próximo a concretarse con Estados Unidos se congeló, dejando en pausa una conversación entre sus jefes de Estado y sus representantes, Antony Blinken, secretario de Estado de la Unión Americana, y Seguéi Lavrov, canciller alemán.
Por otro lado, desde la perspectiva de la Unión Europea, tanto el Parlamento como la Comisión criticaron las medidas de Putin, uniéndose a la postura estadounidense y alemana, e incluso a la de su exmiembro, el Reino Unido.
Con ese panorama que hace ver a Rusia como un Estado solitario al no contar con el respaldo de ningún país de Occidente, la maestra Cristina Godos González asegura que, a pesar de eso, la administración rusa sigue teniendo un par de aliados que lo podrían apoyar en estos momentos de mayor tensión.
“Lo más factible es que sea China, sin embargo el país asiático podría dudarlo tomando en cuenta que le ha costado mucho llegar hasta donde está. Además, si China apoya a Rusia, para Pekín sería como darle un golpe a Estados Unidos”, apunta la catedrática.
De igual manera, comparte que con el respaldo de China, Rusia podría solventar las sanciones económicas impuestas por la Unión Americana, así como con el soporte de otros países, como Rumania, Bulgaria, Polonia, y su leal aliado Bielorrusia.
Con esta última nación, Vladimir Putin ha compartido incluso el ejercicio de sus fuerzas de disuasión estratégica, como el pasado 19 de febrero, cuando el mandatario ruso se reunió con su homólogo bielorruso, Aleksandr Lukashenko.