Sale humo amarillo de la cúpula

Hacia las 2:30 de la tarde los rumores se disiparon. El acuerdo estaba amarrado y solo había que esperar el anuncio oficial.

Casi una hora antes de que iniciara el ritual del protocolo, Silvano Aureoles Conejo empezó a recibir y dar abrazos. Los destellos fotográficos caían como lluvia fina sobre el michoacano que no paraba de sonreír, dar besos y apretones de manos.

Algunos de los presentes acudieron a tomarse la foto con el nuevo coordinador de la Cámara de Diputados del sol azteca. Era el momento propicio.

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Nadie quería llegar a ese escenario: extenuante, de jaloneos interminables y con altos costos públicos y privados

Hacia las 2:30 de la tarde los rumores se disiparon. El acuerdo estaba amarrado y solo había que esperar el anuncio oficial.

Casi una hora antes de que iniciara el ritual del protocolo, Silvano Aureoles Conejo empezó a recibir y dar abrazos. Los destellos fotográficos caían como lluvia fina sobre el michoacano que no paraba de sonreír, dar besos y apretones de manos.

Algunos de los presentes acudieron a tomarse la foto con el nuevo coordinador de la Cámara de Diputados del sol azteca. Era el momento propicio.

Lo mismo ocurrió con Miguel Barbosa Huerta, aunque de forma más breve y discreta. El estilo del poblano es más sobrio, adusto. Y ello quedó de relieve, de nueva cuenta, cuando pronunció su primer discurso como coordinador del Senado perredista en el salón Diego 1 del Hotel Hilton Centro Histórico del DF.

Tensa fue la antesala para designar la coordinación del grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para la LXII Legislatura del Congreso de la Unión. 

Al final todos declinaron su candidatura. Pero hubo un momento que off the record se dijo que el pacto se había empantanado. Apenas un día antes se supo que la candidatura de Manuel Camacho, tan cacareada prematuramente, se había caído. Y la de Armando Ríos Piter, que venía cobrando fuerza, ayer por la mañana ya era una luz fundida.

Los improbables nombres de Mario Delgado y Aleida Alavez comenzaron a sonar. Imposible pudieran llegar a las cámaras alta y baja. Descuadrarían todo el paquete de la negociación conjunta, como otras fórmulas propuestas. Sin embargo, sus menciones referían un hecho: Marcelo Ebrard y René Bejarano operaron hasta el último momento. 

El primero, a través de su secretario de gobierno. Héctor Serrano iba y venía –sonriente y confiado– de un piso a otro y de salón en salón del Hilton. Hablaba con Bejarano, con Manuel Camacho, con Carlos Navarrete.

Con estos dos últimos sostuvo sendas charlas de pasillo antes de que saliera humo amarillo del PRD.

El segundo lo hacía abiertamente; tal y como viene haciendo en fechas recientes. Bejarano permaneció un buen rato en el salón Diego 3, hablando desde el podio con sus huestes y, en corto, con prominentes miembros de otras corrientes. 

No fue sino hasta cerca de las dos la tarde que el rumor del estancamiento comenzó a perder fuerza. A esa hora arribaron “Los Chuchos”, Ortega y Zambrano, y el senador Navarrete. 

El acuerdo estaba armado. Pero si la cosa se complicaba –nada raro en las dinámicas de un partido tan “plural”– se iría a la votación directa. Nadie quería llegar a ese escenario: extenuante, de jaloneos interminables y con altos costos públicos y privados. Tal parecía la consigna era exorcizar la maldición de las atribuladas tribus. Y ello se consiguió.

La apuesta por el pragmatismo prosperó. Acorde a los tiempos del nuevo sol que se pretende reine en el sexenio que está por comenzar.

Donde se busca la negociación se superponga al resquebrajamiento interno del partido. Donde conciliar, ceder y asumir la fuerza de los números se refleje en los hechos. Dicen esa fue la lógica: tantas curules tienes, tanto vales. Tanto poder concentras, tantos frenos hay que meter para conservar un mediano equilibrio.

Bajo esta lógica el acuerdo del paquete de la negociación perredista se diseñó así:

Silvano Aureoles garantizará la gobernabilidad en la Cámara de Diputados por ser un interlocutor avalado por todas las corrientes. Miguel Barbosa tiene liderazgo y corrobora la supremacía de la Nueva Izquierda. Trascendió que los contrapesos a sus liderazgos recaerán en Dolores Padierna y Alonso Raya, respectivamente. 

Así las cosas, el PRD inicia una nueva etapa de ajustes y acomodos internos. 

Donde se caminará escuchando a la gente y se actuará responsablemente como segunda fuerza electoral, dice Zambrano. Donde se superará la confrontación para imponer una agenda consensuada entre todas las fuerzas políticas, añade Aureoles. Donde la izquierda trabajará en equipo, dialogando constantemente, construyendo una izquierda con vocación de poder, remata Barbosa.

Los tres líderes enviaron un mensaje común: reconocen el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, mantendrán unida a la izquierda y trabajarán por lo que les demandan sus electores en un momento tan complicado para el país. 

Todo está por verse, nada está escrito. Por lo pronto, el humo amarillo de las cúpulas del PRD salió ayer sin complicaciones evidentes. Al menos en las formas. Y muchos ven en eso una ganancia: una que augura que, quizá, el sol azteca entra a un nuevo estadío camino al 2018.

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