En octubre del año pasado el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República publicó el documento titulado “Retos y desafíos de la educación en México en el marco del centenario de la Secretaría de Educación Pública”, el cual delinea cuáles son las principales carencias del sistema educativo en el país.
La equidad, calidad y acceso a la educación han sido identificados como los desafíos más eminentes que enfrenta la SEP, por lo que la aplicación de políticas públicas de mejora continua puede contribuir a fortalecer el aprendizaje de las y los estudiantes mexicanos.
“Cerca del 36 por ciento de los niños que nacieron y viven en una comunidad rural no asisten a la escuela. Lo mismo sucede con los niños indígenas o quienes tienen alguna discapacidad. Pero sabemos también que para los niños que viven en ambientes urbanos, el reto es más bien la calidad”, dice el documento.
A estos retos se añaden rubros como la cobertura, el alcance y una educación con eficiencia, los cuales podrán agravarse como consecuencia de los impactos negativos causados por la pandemia del COVID-19 en México.
Mejorar los estándares de educación
Uno de los pendientes para la educación que se imparte en México es ser competitiva frente a los estándares internacionales.
De acuerdo con datos de la prueba PISA 2018, las y los estudiantes mexicanos demuestran una desventaja competitiva frente a sus similares de otros países miembros de la OCDE.
“Los estudiantes mexicanos obtuvieron un puntaje por debajo del promedio de la OCDE en lectura, matemáticas y ciencias.
En México, solo el 1 por ciento de los estudiantes obtuvo un desempeño en los niveles de competencia más altos (nivel 5 o 6) en al menos un área (el promedio de la OCDE es 16 por ciento), y el 35 por ciento de los estudiantes no obtuvo un nivel mínimo de competencia (Nivel 2) en las 3 áreas (el promedio de la OCDE es de 13 por ciento)”.
Combatir la impuntualidad y el ausentismo
Una de las causas que afectan la competitividad escolar son el ausentismo y la impuntualidad a las clases.
De acuerdo con la OCDE “alrededor del 29 por ciento de los estudiantes en México se habían saltado un día de escuela y el 47 por ciento había llegado tarde a clases en las dos semanas previas a la prueba PISA.