Ser la mujer de un recluso: el viacrucis de Mary Sainz, esposa de Israel Vallarta FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

Ser la mujer de un recluso: el viacrucis de Mary Sainz, esposa de Israel Vallarta

Mary Sainz mantiene un plantón en el Zócalo para exigir que las autoridades detengan los actos de tortura contra su marido, Israel Vallarta

A casi 16 años de permanecer preso sin recibir una sentencia, lo único que Mary Sainz desea es que se detengan todos los actos de tortura contra su marido, Israel Vallarta, encarcelado por su presunta participación en el delito de secuestro y exhibido durante un montaje televisivo el 9 de diciembre de 2005.

Desde hace 86 días, la mujer del acusado duerme en una casa de campaña que plantó en la Plaza de la Constitución para protestar por todos los actos de tortura contra su esposo al interior de los penales de seguridad.

Mary Sainz es una modista originaria de Veracruz. Se gana la vida diseñando y vendiendo disfraces y artesanías. Desde antes de conocer a Vallarta, la mujer ya dedicaba parte de su tiempo como activista en la defensa de los derechos de las personas privadas de su libertad.

Conoció a la familia de Israel Vallarta en 2013, cuando ella colaboraba en la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh). En esos momentos, la asociación trabajaba en la protección de los derechos de la familia del presunto secuestrador, quien a su juicio, junto con Cassez, fueron “condenados antes de ser juzgados”.

“Es una historia de amor”, narra la activista. Aunque no se conocían en persona, ambos comenzaron a comunicarse a través de correspondencia que salía y entraba al Centro de Readaptación Social No. 1, “Altiplano”, donde ella le escribía cuartillas con descripciones detalladas de la vida en libertad.

“La relación comenzó a la antigua, a través de cartas que nos enviábamos como amigos. Él me preguntaba cómo era el exterior y yo le describía parques, lugares nuevos que él no podía ver”.

Un año y medio después, Israel le pidió a Mary que lo visitara en prisión porque quería conocerla. Luego le pidió matrimonio y el 17 de octubre de 2017 se casaron en una boda colectiva celebrada en el Altiplano.

Tras la unión, la pareja continuó comunicándose a través de cartas, como hasta ahora. “Es algo muy bonito, somos un complemento y un equipo”, narra la mujer. Sin embargo, lo más difícil de estar casada con un preso es dormir todas las noches con el miedo de que pueda sucederle algo.

“Es como una rueda de la fortuna, donde tienes el vértigo de no saber qué le va a pasar en un momento. Si lo van a volver a torturar, si le van a negar un medicamento, si lo van a volver a amenazar, si intentan matarlo”.

“Sabes que, por donde lo mires, estás enfrentando algo que no es fácil y que en algún momento también puede arruinar tu entorno”. Lo más triste que ha padecido son los constantes daños a su estabilidad y salud mentales, platica. “Es como cuando sabes que la sopa está caliente y aún así la comes, aunque te quemes la lengua, porque quieres hacerlo”.

La mujer asegura que la salvación de ambos ha sido el camino espiritual. “Su cuerpo está preso, pero su esencia está conmigo, en libertad”, es la frase con que la pareja se consuela ante la obligación de estar separados por candados, barrotes, puertas de seguridad y una sentencia que todavía no llega.

Tortura sin sentencia

Mary Sainz platica que Israel Vallarta estuvo a punto de morir de COVID-19 en prisión, internado en el penal de Puente Grande en Guadalajara, Jalisco.

“Cuando inició la COVID-19, también empezó una nueva forma de tortura contra Israel”, sentencia la mujer. “Yo estoy segura de que querían que se muriera contagiándolo con COVID”.

La mujer narra que el acusado tiene una enfermedad pulmonar desde cuatro años atrás, cuando aún se encontraba en el penal del Altiplano. En mayo del año pasado, la familia pidió aislarlo para evitar que se contagiara al tratarse de una persona con enfermedad preexistente. Sin embargo, el juez se negó.

En ese momento, afirma, más de 450 internos se infectaron con el virus. “Cayeron como dominó”, señala. “Murieron varias personas ahí”.

El 12 de mayo, durante una llamada telefónica, Mary Sainz pudo constatar que la respiración de su marido estaba fallando y vomitaba sangre. “No les estaban dando ni paracetamol y muchas personas se estaban muriendo”.

Al día siguiente, el interno fue trasladado al Hospital General de Occidente (HGO) cuando su esposa exigió a las autoridades del Cefereso proporcionarle atención médica.

El 1 de julio, Vallarta fue trasladado al penal de Tomatlán, en Buenavista, Michoacán, junto con otros mil 400 internos, señala la mujer. “Según esto, que porque estaban sacando a los sanos y dejando a los contagiados, pero a él le dijeron otra cosa”, narra.

“Vienes por encargo, hijo de tu puta madre. Eso le dijo el director del reclusorio en Michoacán. Les dijeron que dejaran de meter sus amparitos porque allá la iban a pagar”.

A partir de ahí iniciaron más torturas. “Le daban poca comida, le dejaban la luz prendida sobre la cara las 24 horas, ponían perros cerca para que lo resguardaran, violaron muchas veces nuestra correspondencia”.

El mismo Vallarta, a través de un video que envió al presidente Andrés Manuel López Obrador, acusó ser víctima de torturas por parte del director del penal, Julio César Pérez Ramírez; actos por los que la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) en Michoacán inició una queja de oficio.

“El director del penal niega mis alimentos, medicamentos y lo que ha derecho me corresponde. Estoy siendo torturado por el maltrato de autoridades… Día con día sigo viviendo con el terror, siendo objeto del capricho de funcionarios corruptos, cuando debo de consumir mis alimentos a sólo un metro de distancia de la taza del baño, incluso dejarme sin comer, o secuestrar el dinero para que no pueda comprar nada”.

Luego la mujer se plantó frente al Palacio Nacional para exigirle al presidente voltear la mirada hacia lo que ocurría con Vallarta. En diciembre, cuando el imputado cumplió 15 años preso, la administración encabezada por López Obrador se comprometió con Mary Sainz a indagar y atender las denuncias contra las autoridades en ese penal.

Golpes y amenazas contra la esposa de Vallarta

“Han tratado de callarnos de un modo u otro. A él torturándolo y a mí enviándome amenazas, incluso mujeres pagadas por el gobierno para pegarme”, platica Mary, quien acusa al grupo feminista “Bloque Negro” de haberla agredido físicamente en más de una ocasión.

En un video que circula en redes sociales, durante una manifestación en el Centro Histórico el pasado 7 de mayo, se observa a varias personas vestidas de negro golpeando a la activista en la explanada del Zócalo capitalino.

“Es la cuarta vez que me atacan, pero esta vez me golpearon. Es un grupo de choque para hacer destrozos, pintas, simulación y yo empecé a documentar eso y ellas me arrebatan mi teléfono y me comienzan a golpear”.

“Me golpearon hasta con un martillo”, señala la activista. Días después, acusó que alguien le advirtió personalmente que se retirara de la Plaza de la Constitución. “Una persona me vino a advertir que me quitara del plantón”, sin embargo, finaliza explicando que no se va a mover hasta que cesen los trastocamientos a los derechos humanos de su pareja y de los presos que son torturados al interior de los centros penitenciarios.

@ItsMonseOrtiz

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