La inflación está controlada, el gasto público empieza a permear en forma lenta aún cuando extemporánea, la inversión extranjera fluye a nuestro país, el turismo observa un discreto crescendo, no existe fuga de capitales, las reformas estructurales constituyen la gran apuesta en la que empieza a creer el mundo entero, en tanto ya no se encuentran por doquier cabezas de narcos decapitados. Buenas noticias…
Sí, en efecto, algunos indicadores muestran señales esperanzadoras, y sin embargo, nos encontramos en la antesala de una parálisis económica que se comprueba con estudiar el aberrante crecimiento del PIB en 2013 y el del 2014? !Horror!
¿Por qué los mexicanos giramos la cabeza a diestra y siniestra en busca de explicaciones en lugar de ponernos de pie y convertirnos en un ejército en marcha?
¿Por qué no se promueven políticas tributarias y financieras para hacernos más competitivos, ayudar a la creación de empleos y a la generación de riqueza para erradicar la miseria y el hambre?
¿Por qué dañar la atmósfera de negocios al imponer gravámenes aberrantes en lugar de iniciar un círculo virtuoso de expansión empresarial que finalmente fortalecería al propio fisco? ¿Por qué acusar como lavadores de dinero, asimilándolos a narcotraficantes, a quienes históricamente han satisfecho sus necesidades financieras con pesos mexicanos?
¿Para qué paralizar la economía al crear un terrorismo tributario y monetario para penalizar nuestro sistema de pagos? ¿Por qué no auditar a las grandes corporaciones asesoradas por profesionales de la elusión fiscal?
Con un politicote corrupto -lo son la inmensa mayoría- en la cárcel, acompañado por un “destacado” empresario, se crearía otro círculo virtuoso que dispararía la recaudación. Por cierto, ¿y la secretaría creada para abatir la corrupción…?
Mientras las haciendas del mundo se orientan a gravar el consumo a través del IVA, en México vamos en sentido contrario y elevamos los impuestos al ingreso de la clase media cautiva que todavía sostiene pacientemente al país.
En Alemania se exenta del pago del ISR a los trabajadores que tengan un segundo empleo; en Francia se practican recortes draconianos al gasto público, en tanto que la España en crisis eleva al 21 por ciento el IVA, reduce la tasa a los artículos de primera necesidad, disminuye al 25 por ciento el ISR a las empresas, incentiva la compra de vehículos, impulsa a la industria de la construcción y sus mágicos efectos multiplicadores. ¿En Hong Kong y Singapur? También bajan los impuestos al ingreso.
En México cobran 50 por ciento de comisión al sacar 100 pesos de un cajero… En México se dispara la deuda pública, se castiga la compra de vehículos con depreciaciones absurdas, se lastima gravemente a la construcción desde que el 70 por ciento de los recursos del Infonavit son desviados para financiar indebidamente el seguro de desempleo con todo y sus complejidades administrativas.
¿Por qué los motores de la economía no encienden?
Por supuesto que se debe modificar la histórica estructura productiva, pero si el gobierno aumenta drásticamente los impuestos al ingreso y mutila la capacidad de consumo de la clase media, entonces no debemos preguntarnos por qué la araña no salta si ya se le arrancaron las patas…
¿Suficiente? ¡No!: quien pague en efectivo cantidades superiores a los 80 mil pesos puede llegar a ser encarcelado si se le aplica la ley de lavado del dinero que rompe con el histórico sistema nacional de pagos.
El interminable catálogo de “actividades vulnerables” aterrorizan a la población y la inducen a consumir mucho menos con todos los perjuicios para la actividad económica. Quien compre un vehículo en efectivo o una vivienda con valor superior a los 500 mil pesos o consuma en su tarjeta de crédito cantidades mayores a los 50 mil u otorgue créditos hipotecarios o de mutuo, o quien haga donativos a instituciones de beneficencia hasta ciertos límites, será reportado a la SHCP como evasor fiscal o presunto lavador de dinero, asimilado a los narcos, aun cuando en su vida jamás haya fumado ni siquiera un cigarrillo… ¿Lo peor…?
Quienes lavan dinero a gran escala, los capos, los gobernadores, algunos funcionarios de cualquier nivel, los legisladores que reciben voluminosos sobornos, continuarán exigiendo las mordidas sin pagar impuestos ni ver amenazada su libertad personal, peligro que sí enfrenta la sociedad atemorizada que decidió guardar la cartera con los consecuentes efectos en el PIB.
Imposible estar de acuerdo con la evasión fiscal ni con el peculado, pero en un país carcomido por la corrupción no se puede romper abruptamente con los usos y costumbres monetarios vigentes en las últimas centurias. El miedo al consumo limita el crecimiento de las empresas, deprime la creación de empleos, impide la generación de utilidades, desploma la recaudación, crece el endeudamiento público y se presiona más a Carstens para que emita más masa circulante con los consecuentes efectos inflacionarios.
Carstens parece ser otra víctima de Videgaray como toda la nación. Ya lo vimos reducir al 3 por ciento la tasa de interés interbancaria con tal de impulsar el crecimiento económico. Si Carstens pudiera gritar…
Ni las reformas estructurales ni el multibillonario gasto público ni la contratación de deuda ni la reducción del 3 por ciento de la tasa de interés ni la inversión extranjera detonarán el crecimiento económico de México a los niveles programados mientras siga erosionada la confianza del consumidor y del contribuyente, tal y como acontece en Japón, en donde una desafortunada reforma tributaria también ha reducido en un 1.7 por ciento el PIB en el segundo trimestre del año en curso.
Para crecer se requiere una reforma fiscal integral; modificar la ley del lavado de dinero, reducir los gravámenes al ingreso, imponer un IVA universalizado que proteja la canasta básica con tasas menores y premiar financieramente a los estados que incrementen sensiblemente su recaudación del impuesto predial. A continuación se debe disminuir el gasto público burocrático y meter en cintura a la economía informal en lugar de premiarla con subsidios como la pensión para adultos mayores y el seguro del desempleo, una aberración en un país con el 60 por ciento de trabajadores informales.
Aplaudo la reforma energética y la de las telecomunicaciones, un estruendoso bravísimo, sólo que con aquellas no se recuperará en el corto plazo la confianza de un consumidor que se encuentra aterrorizado en casa sin poder consumir porque el propio gobierno le ha aniquilado esa posibilidad al gravarle desproporcionadamente sus ingresos.
Si bien es cierto que va llegar a México una catarata de divisas destinadas al sector energético, va a pasar mucho tiempo antes de que se produzca la primera gota de gasolina, por lo que en paralelo se debe estimular al consumidor del día de hoy. Los legisladores priistas deben reconocer sus inaceptables equivocaciones propias de una pusilánime obsecuencia política y proponer una reforma tributaria de fondo para cambiar a favor el rostro de México.
En las elecciones intermedias del 2015 el congreso podría teñirse de azul si el crecimiento económico de México se sigue desplomando a la baja muy a pesar de las promisorias reformas estructurales y el PAN promete derogar los impuestos “robados” por el PRI a la nación durante el gobierno peñista. El PRI está todavía a tiempo de evitar un doloroso voto de castigo cuando los contribuyentes, dos meses después de presentar sus declaraciones de impuestos en abril del 2015, ávidos de venganza, concurran furiosos a las urnas para renovar la cámara de diputados, además de gubernaturas, etc…
Mitterand decía que el buen manejo de un error equivale a mil éxitos… ¡Uno de los éxitos sería regresar a Meade a Hacienda. Entonces arrancaremos!