Pueden ser vistos casi en cualquier lugar de la Ciudad de México y su presencia no enciende las alarmas. Las personas a su alrededor suelen ignorar su condición. Se trata de menores de edad que trabajan para ayudar con el gasto diario o bajo la explotación de sus padres.
Ante esta problemática, el Gobierno local ha lanzado estrategias a nivel interinstitucional como “Alerta de Ti”, a cargo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y las secretarías del Trabajo y Fomento al Empleo (STyFE), Desarrollo Social (Sedeso) y Salud (Sedesa). La acción “Niñas y Niños Fuera de Peligro” por parte de la Sedeso es otra iniciativa.
Sin embargo, el objetivo de “Alerta de Ti” sólo es erradicar el trabajo infantil que pueda tornarse en explotación laboral, pero no se preocupa por establecer las condiciones para evitar que los menores trabajen. La estrategia “Niñas y Niños Fuera de Peligro” brinda cuidados a los hijos de quienes laboran en la calle de manera informal con el objetivo de inhibir la participación de los niños en el empleo, pero esta acción preventiva es mínima.
Especialistas aseguran que si este problema no deja de ser tratado de manera “asistencialista” existe el riesgo de que no se pueda erradicar en un futuro.
Para mediados de este año, el gobierno capitalino estimó que cerca de 50 mil niños, niñas y adolescentes se dedican a realizar alguna actividad económica informal, en cruceros, vialidades, algunos sistemas de transporte público e incluso en establecimientos mercantiles.
La especialista argumenta que el hecho de que menores incurran en actividades laborales desde una edad temprana es un efecto que se deriva de una estructura social con características de desigualdad, sumado a una precarización de la seguridad social que cada vez más se vive de modo generalizado.
En la capital es común que los niños, solos o acompañados, ejerzan el comercio informal en sitios públicos de afluencia como avenidas primarias, plazas comerciales, centrales de autobuses, tianguis, estaciones del Metro, entre otros, explica la también responsable del Programa Infancia de la UAM.
De acuerdo con información del Gobierno de la Ciudad de México, en el mes de agosto 500 puntos fueron ubicados con presencia de menores trabajando, de los cuales 50 presentaron la mayor reincidencia. Destacan alcaldías como Benito Juárez, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo.
Autoridades capitalinas estimaron que 60 por ciento de esa población vulnerable corresponde a personas de otras entidades como Estado de México, Puebla, Oaxaca, Chiapas y Veracruz.
“Aunque se han impulsado iniciativas para respetar la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que establece la erradicación de la explotación infantil, y obtener INFANTIL AL TRABAJO cifras promedio de registros a la baja, nunca reflejarán la verdad, porque muchas llegan a mantenerse por arriba y aún más porque son estimaciones levantadas por encuestas en hogares y dejan varios frentes estadísticos pendientes”, aclara la experta de la UAM.
Según los Indicadores de la Dinámica del Delito para la trata de personas con fines de explotación laboral del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, los menores con edades de entre 4 y 17 años suelen ser lo más explotados, víctimas de sus padres o tutores.
“Es necesario evitar una revictimización, se trata de personas que tuvieron un desarrollo de vida en otro orden”, sostiene la también integrante del Consejo Consultivo del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA).
Violencia que se hereda
En la Ciudad de México, la mayoría de menores que se integran de manera forzada o voluntaria a un mercado laboral informal suelen compartir un patrón de vida desfavorable, las más de las veces marcado por maltrato físico, psicológico e incluso económico, sostiene Laura Ayala, presidenta de la Asociación Mexicana de Psicología Infantil (AMPI).
“Cuando el factor violencia prevalece en un núcleo familiar, la subsistencia autónoma o la también mal llamada acción de ‘valerse por sí mismo’ puede llegar a presentarse como una opción de salida a tales ambientes, por lo que muchos niños y jóvenes optan por ese camino, además de que a simple vista pareciera la más viable y rápida solución por mano propia”, explica.
A pesar de que el trabajo infantil está estrictamente prohibido, casi todos los empleos a los que un menor de edad puede acceder implican altos riesgos, asegura Ayala, ya que los mismos se dan de manera clandestina, bajo condiciones adversas y sin ninguna especie de protección o seguro que garantice que tal o cual actividad no afectará un desarrollo posterior del infante.
“Lo más alarmante de todo es que el trabajo y la explotación infantil es un fenómeno que se puede perpetuar de generación en generación, ya que tales condiciones llegan a ser normalizadas y/o asumidas como obligatorias en la esfera familiar o social y, mientras más desprotegidos sean los ambientes inmediatos de cada niño, hay mayores posibilidades de que ello suceda”, aclara.
Ante la existencia de programas sociales para el apoyo a menores que se dedican a ejercer alguna actividad económica, la experta considera que las autoridades no sólo deben ser las encargadas de proporcionar ayuda material o de procuración de servicios, también deben incentivar una prevención general que combata situaciones de inequidad, falta de oportunidades e injusticia.