Mucho se ha hablado de que los millennials son la generación de cristal, la generación que se ofende de todo, que no aguanta vara, pero también puede ser que sea la generación que se cansó de ser permisiva con costumbres que avalan el machismo, la xenofobia, el racismo y la explotación laboral.
Es una realidad que la colectividad del siglo pasado era una sociedad con creencias muy arraigadas, donde el mundo parecía no ser cuestionado, es aquí cuando aparecen los millenials la generación que todo lo discute.
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La llamada “generación de cristal” ha adoptado causas por las cuales luchar y algunos de estos fenómenos sociales se han transformado gracias a ellos.
La cultura del esfuerzo y sus consecuencias
Hablemos de la cultura del esfuerzo, los baby boomers son una generación que creen en el trabajo duro y esfuerzo, uno de los valores más notables para alcanzar objetivos. Sin embargo, este tipo de pensamiento también trajo como consecuencia convertirnos en una sociedad con altos índices de estrés y ansiedad.
México se encuentra en los primeros lugares, junto con China y Estados Unidos, con el mayor número de personas estresadas a nivel mundial, según la bolsa de trabajo en línea bumeran.com.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 2018 señala que el 75% de los trabajadores en México sufren de estrés laboral.
Pese a estos datos apenas este año entró en vigor la norma 035 que sanciona el estrés laboral en los centros de trabajo.
Buscan erradicar el machismo
Hace 3 días, Plácido Domingo recriminó que ya no se puede decir nada a una mujer, y si las mujeres dejaron de ser permisivas con el acoso.
Las protestas feministas han cobrado relevancia en los últimos años, tras el movimiento #MeToo. En México, un país donde mueren 10 mujeres al día, las protestas feministas han sido criticadas por algunos pero la violencia contra las mujeres sigue a la alza.
De acuerdo con el informe de Índice GLAC-El Financiero, en los últimos cuatro años -en el períodos que comprenden de enero a octubre- los feminicidios incrementaron 111 por ciento, y su evolución histórica ha registrado un crecimiento constante.
No caigamos en fanatismos
En septiembre de 2015 el abogado experto en libertad de expresión Greg Lukianoff y el eminente psicólogo Jonathan Haidt publicaron un artículo,, en el que denunciaban un fenómeno nuevo, preocupante y cada vez más común en los campus universitarios de Estados Unidos: la aparición de estudiantes demasiado frágiles emocionalmente y propensos a ofenderse a la menor provocación, incapaces de soportar o tolerar ideas u opiniones opuestas a las suyas, y dispuestos a acallar, incluso mediante la violencia física, a todo aquel que se atreviera a cuestionar sus dogmas ideológicos.
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La creencia de que la gente puede resultar herida por palabras que no son siquiera un insulto. Palabras que son consideradas una microagresión y que a veces incluso son elogios pueden interpretarse como una agresión y ser equivalentes a la violencia, señalan los especialistas.
Luchar por causas sociales está bien pero también debemos convencer a la gente a conceder el beneficio de la duda, la capacidad para hablar con quienes son diferentes. Si sabemos hacer eso, la diversidad es una verdadera bendición. Pero si no, solo trae sospecha mutua y odio, se convierte en una maldición.