Stop a los accidentes
Las historias son trágicas. Niños que van a la escuela, hombres y mujeres que se dirigen a sus casas y trabajos que nunca llegan a su destino y pierden la vida entre los fierros retorcidos de un microbús. Los pretextos sobran: la unidad se quedó sin frenos, el chofer conducía borracho o con exceso de velocidad, peleando el pasaje.
Icela Lagunas
Las historias son trágicas. Niños que van a la escuela, hombres y mujeres que se dirigen a sus casas y trabajos que nunca llegan a su destino y pierden la vida entre los fierros retorcidos de un microbús. Los pretextos sobran: la unidad se quedó sin frenos, el chofer conducía borracho o con exceso de velocidad, peleando el pasaje.
El gobierno de Marcelo Ebrard Casaubón está a días de concluir y el tiempo –o la falta de interés- no le alcanzó para conseguir la reforma de la Ley de Transporte y Vialidad ni las modificaciones al reglamento de tránsito para incluir la reparación de daños ocasionados por los accidentes de los microbuses.
En su primera reunión con los titulares de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF), Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno electo, adelantó que 2013 será “el año de la cultura vial”, lo que conlleva una aplicación severa del reglamento de tránsito por parte de la policía.
Por eso, en la recta final de su mandato, el secretario de Seguridad Pública local, Manuel Mondragón y Kalb, sobre quien se especula si se va o repite al frente de la corporación, ordenó la elaboración del proyecto “El año de la cultura vial” para que el nuevo mandatario capitalino lo ponga en marcha.
El proyecto contempla la inclusión de “voluntarios” que se sumen a las tareas de la policía de tránsito capitalino en una intensa jornada de sensibilización a todos los conductores, en especial a los responsables del transporte público de pasajeros.
La medida pretende ser una de las plataformas de acercamiento ciudadano con las que arranque su mandato el ex procurador capitalino al incluir a diversos actores de la sociedad.
Vía muerta
Durante la administración de Marcelo Ebrard, la Consejería Jurídica, a cargo de Leticia Bonifaz, tuvo el encargo de elaborar un proyecto de reformas a la Ley de Transporte y Vialidad, así como al reglamento de Tránsito, para incluir un apartado referente a la reparación de daños, sobre todo en lo relacionado a los accidentes de microbuses.
En colaboración con la Secretaría de Transporte y Vialidad (Setravi) y la Secretaría de Seguridad Pública, planeaban analizar y presentar la propuesta que abordaría el recurso legal que les permitiría apropiarse de los bienes de los propietarios de los microbuses, a fin de obtener recursos para indemnizar a las víctimas mortales o lesionadas tras un accidente.
Con la idea de sancionar de forma más severa la muerte de ciudadanos en accidentes de tránsito, Ebrard impulsó el recrudecimiento de las sanciones en las reuniones de gabinete. Pero, a días del relevo, la medida sigue pendiente.
También se pretendía una modificación a fin de obligar a los propietarios de las unidades de transporte público a contratar los seguros de sus vehículos con empresas seleccionadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y Condusef.
Aunque el Programa “Conduce sin Alcohol”, por el que los conductores de la capital pasan la prueba del alcoholímetro, ha sido un éxito, ha sido insuficiente para combatir la mortalidad y las discapacidades causadas por accidentes.
Culpa de los conductores
Algunos especialistas refieren que un 85 por ciento de los accidentes son causados por errores del conductor y en concreto, según el Centro Nacional de Prevención de Accidentes (Cenapra), del 80 por ciento de los atropellamientos. Si a esto le sumamos el auge del uso del teléfono inteligente mientras se conduce, la distracción va en aumento, igual que los accidentes.
Según el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), un 92 por ciento de los conductores manipula la radio; un 71 por ciento come o bebe; un 46 por ciento se arregla; un 40 por ciento lee o escribe y un 33 por ciento usa el teléfono celular. Esta última costumbre aumenta hasta un 400 por ciento la posibilidad de tener un accidente.
El caso del Distrito Federal es muy particular. En la capital se efectúan poco más de 22 millones de viajes diarios, de los que 14.8 millones se realizan en transporte público, entiéndase microbús, metrobús, metro y taxis, fundamentalmente.
De acuerdo con la SSPDF, solo en 2011 hubo 15 mil incidentes viales, 724 de ellos provocados por los peatones. El 30 por ciento eran atropellamientos, aunque la cifra podría ser mucho mayor ya que en muchas ocasiones no se ponen denuncias.
En cuanto a la flota vehicular del transporte público, de 35 mil unidades, el 63 por ciento son microbuses modelo 1992 o más viejos, cuyos conductores -contratados por los propietarios- los han explotando con poco mantenimiento.
Aunque la administración saliente inició y avanzó hacia un proyecto de modernización del transporte, que contemplaba en gran parte la sustitución de estos vehículos, los accidentes que ocasionan siguen siendo una constante.
Sobre esta epidemia de tintes alarmantes, Reporte Indigo publicó un reportaje en el cual Armando Quintero, titular de la Setravi, pedía más recursos para avanzar en la modernización del transporte en la capital.
En esa ocasión, el encargado de las políticas de transporte del DF, acostumbrado a estar en el ojo del huracán, dejó claras sus intenciones de querer repetir en el sexenio que inicia de Miguel Ángel Mancera.
Pero más allá de Armando Quintero y la Setravi, para lograr una auténtica cultura vial en la capital de los micros hace falta más de una voluntad: los conductores y su bestial modo de manejar, los policías autorizados para sancionar y la histórica “mordida” y los automovilistas de responsabilidad distraída.
A descubrir qué trae “El año de la cultura vial” y hasta dónde llegan los buenos deseos.