Su corazón ya no late por el PRD
En sus últimas horas como miembro del PRD, Alejandro Encinas Rodríguez acusa: fueron el dinero y la ambición lo que hicieron que el partido perdiera el rumbo.
En entrevista, el senador de izquierda lamenta que en ese partido ahora cometan prácticas que antes combatían con vehemencia.
“Los grupos se convirtieron, en lugar de corrientes políticas, en grupos de interés. Y yo creo que ahí empezó a desnaturalizarse mucho del trabajo del partido y eso derivó, después, a que la ambición, el dinero, fuera lo que se impusiera fundamentalmente en la búsqueda del acomodo político.
Imelda Garcíahttps://www.youtube.com/watch?v=aHruBHGo09E
En sus últimas horas como miembro del PRD, Alejandro Encinas Rodríguez acusa: fueron el dinero y la ambición lo que hicieron que el partido perdiera el rumbo.
En entrevista, el senador de izquierda lamenta que en ese partido ahora cometan prácticas que antes combatían con vehemencia.
“Los grupos se convirtieron, en lugar de corrientes políticas, en grupos de interés. Y yo creo que ahí empezó a desnaturalizarse mucho del trabajo del partido y eso derivó, después, a que la ambición, el dinero, fuera lo que se impusiera fundamentalmente en la búsqueda del acomodo político.
“Tan es así que ya no solamente era conseguir recursos para reproducir las prácticas clientelares y corporativas que antes se criticaban, sino ahora incluso para vender candidaturas y postular a delincuentes a cargos de representación popular”, sentencia Encinas.
El acomodo en su oficina delata que su corazón ya no late fuerte con el PRD. En la esquina izquierda del lugar, arrumbada, la bandera de ese partido se oculta detrás de una escultura del águila devorando a la serpiente.
Su espacio en el Senado es sobrio y solo tiene algunas artesanías mexicanas y de otros países. Detrás de su escritorio, Emiliano Zapata vigila su trabajo, a través de un cuadro que fue regalo de un amigo suyo de muchos años.
Para la entrevista, sin embargo, Encinas decide colocarse frente a un cuadro de Benito Juárez que, saliendo de un billete de 50 pesos, observa a dos niños que trabajan como payasitos y guardan sus monedas en un pequeño costal.
Visiblemente más delgado por un nuevo régimen alimenticio que decidió seguir desde que su coordinador, Miguel Barbosa, perdiera un pie por problemas con la diabetes, Encinas se acomoda relajado para la entrevista, a pesar de que le llueven llamadas por la carta que, apenas unas horas antes, Carlos Navarrete hizo pública.
Encinas comienza la plática narrando sus orígenes: hijo de un par de actores de teatro con ideología comunista que tuvieron que dedicarse a otra cosa para alimentarlo a él y a sus hermanos, terminó su carrera y se fue a trabajar a las zonas cañeras de Oaxaca, Tabasco y en Chiapas.
Llegó en 1979 a la Universidad Autónoma de Chapingo y, desde ese año, no se ha vuelto a rasurar la barba, que con los años se volvió blanca y le hizo ganar el mote de “Santa Claus”, apodo que agradece porque tiene, dice, connotaciones positivas.
Es por esos orígenes que cuando ocurrió la desaparición de los normalistas en Iguala, Encinas supo que ese era su límite y decidió que no podía ser cómplice del grupo político que controla al PRD.
“Hay que asumir que estamos en la mayor crisis de derechos humanos después de 1968 y de la guerra sucia de los años 70. Hay que asumir que estamos en una descomposición de las instituciones del estado mexicano y que la delincuencia ya penetró en todos los ámbitos de la vida del país y yo no puedo ser cómplice de una situación de esa naturaleza.
“Yo no puedo mantenerme en un partido en donde se venden candidaturas y se postulan candidatos vinculados a la delincuencia organizada. Yo creo que ese es el extremo ya insostenible en el desarrollo de la vida partidaria”, dice enfático.
Para Encinas, no es solamente Nueva Izquierda, la corriente a la que pertenece el líder nacional del PRD, Carlos Navarrete, la culpable de la situación que llevó a ese partido a perder el rumbo. Es una “federación de corrientes”, sostiene, que ya no tienen interés por ser una opción verdadera de cambio.
Lo que Encinas sí reconoce es su afinidad con una izquierda como la que representa Andrés Manuel López Obrador, con quien lo une un lazo de amistad de muchos años.
“Con quien más identidad política tengo, como proyecto partidario, es con Morena. Con Andrés Manuel, no solamente le tengo reconocimiento a su liderazgo, sino le tengo aprecio y afecto personal.
“Hemos compartido experiencias juntos, las más difíciles en años recientes de la historia del país: el desafuero, el fraude electoral, el plantón de Reforma. Yo no tengo ninguna ambigüedad ni tengo relaciones o amistades vergonzantes”, afirma.
Mucha carga personal
Encinas remata la entrevista con su opinión sobre la carta que Carlos Navarrete hizo pública apenas unas horas antes.
“Es una carta con mucha carga personal y este no es un asunto personal, es un asunto político. Es una mala mezcla entre un corrido ranchero de Guanajuato y un bolero taurino de Aguascalientes… es una mala mezcla”, ironiza.
Sin embargo, Encinas comenta que será este jueves, cuando rinda su informe de actividades legislativas, cuando le dé a Navarrete una respuesta política a la misiva donde lo despide aún antes de irse.