La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) publicó en un blog interno que si el TLCAN desaparece, las firmas estadounidenses que venden al mercado mexicano enfrentarían aranceles más altos que las mexicanas que exportan al territorio estadounidense.
Esta reacción de la autoridad monetaria de Estados Unidos ocurrió horas después que Donald Trump amenazó con acabar con el acuerdo comercial trilateral.
La publicación en el blog de la Fed es uno de los signos más evidentes de la resistencia de una parte del sector público y de amplios grupos de interés empresariales frente a la potencial cancelación del TLCAN.
Trump calificó al acuerdo comercial como “unilateral”, argumentando que sus beneficios se han concentrado en la parte mexicana; mientras que en Estados Unidos se han perdido empleos y han cerrado empresas.
Sin hacer referencia explícita al presidente de Estados Unidos, la Fed dio un golpe suave a las advertencias de Trump de derogar el tratado trilateral.
“A menudo, olvidados en el debate sobre el TLCAN, están los beneficios para las empresas estadounidenses”, señaló Mary Amiti, investigadora de la Fed y Caroline Freund, analista del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés).
De acuerdo al análisis de la Fed, si el acuerdo desaparece, las empresas estadounidenses que venden a México enfrentarían aranceles e impuestos más altos que las que operan en México y envían la mercancía a Estados Unidos.
Sin el tratado comercial podría resultar costoso exportar porque México aplica un arancel promedio de 7.4 por ciento sobre las importaciones de países que no forman parte del acuerdo. El arancel promedio que Estados Unidos cobra a los países con los que no tiene un acuerdo comercial es de 3.7 por ciento.
De esa forma, las compañías estadounidenses podrían pagar el doble que las mexicanas, por exportar a través de la frontera.
Esto ocurre porque en el momento en que el acuerdo fue promulgado, México redujo sus límites arancelarios en una mayor extensión que Estados Unidos.
Las cuotas arancelarias varían de acuerdo al producto, ya sean aguacates o automóviles, y la Organización Mundial del Comercio (OMC), que es el órgano regulador del comercio mundial, hace una diferencia en las normas para aquellos países avanzados y la condición de países como México.
Conforme al derecho internacional, México podría imponer aranceles de hasta 35 por ciento a la gran mayoría de las exportaciones estadounidenses en un escenario sin TLCAN. Estados Unidos sólo podría subir los aranceles a las importaciones mexicanas en 4 por ciento.
Mismo presidente, diferente escenario
El escenario político estadounidense ha cambiado radicalmente en los últimos dos meses.
Los tweets que envió Trump en enero haciendo referencia a un impuesto fronterizo tuvieron un efecto de gran magnitud en el peso mexicano porque representaban la voz de un presidente electo con un capital político fresco. El mandatario estadounidense contaría con una mayoría en ambas cámaras del Congreso. Recientemente, Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, reconoció que los tweets de Trump obligaron a las autoridades monetarias mexicanas a cambiar su estrategia cambiaria.
No obstante, este capital político no se tradujo en una gobernabilidad efectiva. La administración de Trump fracasó en cumplir una de sus principales promesas de campaña: repeler y sustituir la ley de seguridad social conocida como Obamacare.
El ejecutivo encontró su principal obstáculo no en la oposición, sino al interior de la bancada de una parte del Partido Republicano en el Congreso.
Esta semana, el secretario del Tesoro Steven Mnuchin declaró que es altamente improbable que el ejecutivo pueda impulsar una reforma fiscal a través del Congreso para el mes de agosto. Éste significaría el segundo fracaso legislativo de un tema de alta prioridad para la administración de Trump.
Sin embargo, la disminución de la figura política del presidente Trump no necesariamente implica un buen augurio para el futuro de la relación comercial de México y Estados Unidos.
Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2008, argumenta que las derrotas políticas de esta administración podrían ser resarcidas con algún grado de una guerra comercial, dirigida a satisfacer a la base electoral del presidente: “Si Trump hace algún cambio drástico de política comercial, éste no obedecerá a sus teorías económicas, sino a su decreciente nivel de aprobación”.
De acuerdo a Ian Buruma, profesor de Democracia y Derechos Humanos del Bard College, el último “viraje” de política exterior de esta administración no es más que un intento de Trump por compensar una serie de derrotas políticas consecutivas que han llevado su nivel de aprobación a mínimos históricos.
Buruma, uno de los politólogos más influyentes de Occidente, argumenta que el ataque estadounidense en Siria y su replanteamiento militar en Asia no tienen sentido geopolítico. En el fondo, argumenta, esto es un acto público que le ha ofrecido un ciclo de noticias positivo al presidente, quien aún no tiene una estrategia de política exterior.
Bajo la lógica de Krugman y Buruma, la política exterior podría convertirse en un espejo del futuro de la política económica, aún incierta, de la administración de Trump.
En este contexto, el destino del TLCAN y el del modelo de desarrollo mexicano quedarían en vilo.