Tras la privatización y casi dos décadas después, volverán a México los trenes de pasajeros que habían quedado como una reliquia del pasado o como mera curiosidad turística, como el llamado Tequila Express y El Chepe.
Ahora, empresas mexicanas, canadienses, chinas, japonesas, francesas, italianas y españolas hacen fila para comprar su boleto, todas van al mismo destino: conocer las bases de licitación para participar en la construcción del rápido Querétaro-Ciudad de México.
Los estudios de viabilidad quedarán listos en febrero como fecha límite y a partir de ese momento se abrirán las licitaciones segmentadas: infraestructura, operación y derechos de vía.
El proyecto, con un coste de entre 25 y 32 mil millones de pesos, podría empezar a construirse en abril, pero no estaría completado hasta 2015 o 2016, estima la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Inversores globales
Carlos Orozco, director general de PCZ Servicios Ferroviarios, dice a Reporte Indigo que en su grupo hay varios inversores interesados en participar en la construcción del tren rápido.
Entre sus aliados se encuentran Ansaldo, Keolis, Stadler y GE Transportation, firmas que esperan los esquemas de licitación y las formas de participación para analizar la rentabilidad financiera del proyecto.
Aunque presentarían una propuesta como consorcio para participar en varios rubros, los esquemas de inversión y retorno son importantes. Según la Secretaría de Comunicaciones y Transporte, el mecanismo para los inversionistas será por medio de concesión o asociación pública-privada.
En entrevista, Carlos Orozco reconoce que tanto el proyecto de Querétaro como el transpeninsular son técnica y financieramente factibles.
“La inversión fiscal y privada que se tiene que hacer es importante, pero si las dos áreas aportan su mejor experiencia se tendrá un sistema de pasajeros que funcione”, expresa.
La capacidad técnica existe, solo hay que conciliar la rentabilidad social y ecológica para garantizar la participación del capital privado. PCZ trabaja desde hace 20 años en distintos proyectos como el suburbano uno y tres, los vagones de la línea 12 y el tranvía de la Ciudad de México.
Dinero y disposición
Para el tren rápido de la Ciudad de México a Querétaro, afirma Orozco, hay dinero y disposición. Según confiesa, en las primeras cinco reuniones aparecieron en la mesa 250 millones de dólares disponibles para transmitir un mensaje de seriedad y deseo de participar de manera formal.
Hasta ahora la empresa que representa tiene inversores en material rodante europeo, fondos de India y capital mexicano, así como una asociación con empresas europeas probadas en la construcción de ferrocarriles.
No descarta que el Estado tenga que hacer el mayor esfuerzo en inversión fiscal, pero “una vez que se conozcan todos los detalles podremos saber cuál será nuestro máximo en niveles de inversión”.
El derecho de vía es una de las partes fundamentales de la gestión de una obra de esta magnitud y quizá se use el ya existente y a él se unan los tramos completos; una especie de estrategia en fases, en territorios para facilitar la operación, estima Carlos Orozco.
Tren de progreso
Con el uso del ferrocarril, bajaría mucho la contaminación y se propiciaría un desarrollo ordenado de las regiones, lo que permitiría una mejor calidad de vida al reducir los tiempos de traslado y la conectividad de los sistemas de transporte, afirma.
En pocas palabras, explica el empresario, el ferrocarril hará crecer ciudades a su alrededor. En el caso de Querétaro, sería muy favorable ya que es uno de los municipios con mayor concentración de población.
“La gente podrá vivir mejor y desarrollar su economía de una forma más eficiente”, asegura Orozco.