En el Día Internacional de la Mujer ellas hablan sobre cómo viven el feminismo

Todas nuestras luchas, el feminismo en este 8M

En el Día Internacional de la Mujer ellas hablan sobre cómo viven el feminismo, los retos que enfrentan y las acciones que en conjunto han implementado para cuidarse e impulsarse tanto en el ámbito social como en el político y en el económico en un país en donde diariamente son violentadas

El machismo afecta de formas distintas a cada mujer según su historia y su contexto, por ende existen diversas corrientes del feminismo que, aunque no convergen en los mismos puntos, tienen el mismo fin: combatir la violencia de género.

El feminismo por definición es un movimiento social que defiende, lucha y persigue la equidad de género en todas las áreas de desarrollo humano, civil, social, político, económico y emocional.

En 2020 el movimiento feminista vivió uno de sus momentos más álgidos en el país, la pandemia puso en el mapa las diferentes luchas como la inequidad en las tareas de cuidado, los derechos de las infancias, maternidades libres, lesbomaternidades, etcétera, pero también puso el dedo en la llaga, no hay un solo feminismo.

El tono de piel, la edad, la apariencia física, la diversidad corporal, la cultura, las tradiciones, el origen étnico, la condición socioeconómica, educativa y la ubicación geográfica pueden ser determinantes para ser víctimas de distintas formas de violencia.

De acuerdo con Georgina Diédhiou, activista afromexicana, “en todo movimiento siempre va a existir una centralización de ciertos temas, dejando por fuera algunos grupos de personas que formen parte del mismo movimiento por sus características en donde no se reconocen sus diversidades. Esto puede ser una debilidad que puede ser utilizada de manera política para promover la desigualdad”.

Durante 2021 México cerró con 2 mil 747 casos de homicidios dolosos contra mujeres, 45 más que en 2020, cuando se registraron 2 mil 792, y 120 menos que en 2019, cuando la cifra llegó a 2 mil 867, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública, es por ello que las protestas se han centrado en exigir una estrategia en contra de este delito, justicia para las víctimas, así como la urgencia de declarar la alerta de género en todo el país.

Para Sabina, del colectivo Hermilas Feministas, la pandemia acentuó las carencias de las mujeres encargadas de los cuidados del hogar.

“Nos hemos enfocado en la violencia física, pero después de la pandemia la violencia económica y patrimonial cobró fuerza, ya que los cuidados y el trabajo doméstico no remunerado fueron visibilizados”.

Jenny Red, integrante del colectivo Maternidades Feministas México, señala que la violencia empieza con la negación de la problemática, por ejemplo, en el 2020 la mayoría de las llamadas al 911 fueron por violencia doméstica, sin embargo, en los primeros meses del confinamiento esto se negó rotundamente.

“Con la pandemia y la crisis económica se acentuó la violencia familiar y repercutió en las maternidades y las mujeres que se quedan en casa con una doble o triple jornada laboral y ese tipo de violencias que siempre se han dejado en lo privado necesitan políticas públicas reales” resalta la activista en entrevista con Reporte Índigo.

La Comisión Económica para América Latina (Cepal) advirtió que debido a la pandemia del COVID-19, en la región, una de cada dos mujeres continúa fuera del mercado laboral, lo que representa 18 años de retroceso en la participación laboral de las mujeres.

Sin registros

Para Diana, Creadora de contenido de Internet y originaria de la Alcaldía Álvaro Obregón, en la Ciudad de México, la peor violencia es el olvido, ese al que se enfrentan las mujeres de la llamada “periferia”.

“La mayoría de las mujeres que son asesinadas son mujeres que no tienen el privilegio de tener un nombre o una digna sepultura, mucho menos la seguridad de que se reconozca su caso y se busque justicia, aunque la ciudad nos queda a 20 minutos”.

Pero la violencia se acentúa cuando se cruzan fronteras y la xenofobia se suma a los factores de vulnerabilidad de las mujeres.

Day, refugiada política e ilustradora nicaragüense, afirma que los mexicanos repiten los patrones de violencia de Estados Unidos con las personas centroamericanas y del Caribe, ya que es una situación sistémica que incluye a la policía, el gobierno y los ciudadanos.

“Para mí huir de una violencia y encontrarme con otra fue inesperado, por ser migrante no puedo rentar una casa, una bicicleta, pedir un plan telefónico, y el comentario más común que he recibido es: ‘si no te gusta te puedes regresar a tu país’”.

¿Qué sigue en el feminismo?

Para Day, una de las autocríticas más urgentes es dejar de aplicar discursos violentos de las que nosotras hemos sido víctimas.

“Las mujeres tenemos historias muy diversas y por más pequeñas que sean vale la pena alzar la voz”.

Jenny Red, integrante de Maternidades Feministas, comparte la misma visión.

“O estamos juntas o nos van a matar por separado. En un país donde se vive tanta violencia es necesario estar organizadas y dejar de lado la teoría, es muy fácil hacer una crítica desde el privilegio, sin una perspectiva de clase”.

Sin embargo la otra lucha pendiente es la conquista de las instituciones, dice Sandra López Cañedo, madre lesbiana feminista e integrante del Centro comunitario de Atención a la Diversidad Sexual de la CDMX.

“La protesta está bien, es el músculo del movimiento, pero la rabia no sirve de nada si no está canalizada.

“Entender cómo funciona la maquinaria gubernamental abre las puertas, es importante aterrizar la lucha y las exigencias, no permitir que nos arranquen nuestro movimiento, porque si nosotras no estamos siendo beneficiadas, otros sí. Debemos empezar a ser la protagonistas en los espacios donde se toman las decisiones para que puedan cambiar nuestros contextos. Mientras más mujeres se asuman como feministas en la función pública más rápido vamos a llegar a nuestro objetivo”.

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