Mirar al sur
Una parte fundamental del modelo de crecimiento económico de México está basado en una política de apertura comercial que se exacerbó a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994.
El país cuenta con doce tratados de libre comercio con 46 países, 32 acuerdos para la promoción y pro
Indigo Staff
Una parte fundamental del modelo de crecimiento económico de México está basado en una política de apertura comercial que se exacerbó a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994.
El país cuenta con doce tratados de libre comercio con 46 países, 32 acuerdos para la promoción y protección recíproca de inversiones, así como nueve acuerdos en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración.
El enfoque de la política comercial es evidente: una apuesta por el libre comercio que ha sobrevivido a la alternancia política.
Sin embargo, la retórica proteccionista del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, pone en entredicho al corazón mismo de este modelo.
Durante su campaña a la presidencia, Trump prometió exigir la salida de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) y solicitar la renegociación del TLCAN a sus socios norteamericanos.
El equipo de transición ha referido que éstas no sólo fueron promesas de campaña para la base electoral de Trump, sino que serán una prioridad para la siguiente administración desde el primer día de gobierno.
Este giro de 180 grados en la política comercial de Estados Unidos plantea una disyuntiva de para las autoridades de política económica en México. Considerando que más de tres cuartos de las exportaciones mexicanas se destinan al mercado estadounidense, la pregunta obligada es ¿qué hacer?
La primera respuesta encuentra un consenso generalizado: defender al TLCAN, ya sea mediante su renegociación, modernización o estricto apego al status quo.
No obstante, la segunda respuesta de diversificar la base comercial, no encuentra el mismo consenso.
Pese a que la diversificación representa la estrategia natural de mitigación de riesgo, la magnitud de la importancia de la relación comercial de México con Estados Unidos opaca los beneficios obtenidos por los tratados de libre comercio con otros países.
Wilbur Ross, referido por la prensa estadounidense como el candidato con las mayores probabilidades de convertirse en secretario de Comercio en la administración de Trump, dijo ayer, que el peso mexicano se ha depreciado frente al dólar debido a la posición de vulnerabilidad en la que se encuentra México ante una renegociación del TLCAN.
Frente a este escenario, la postura de México ha sido que la cancelación del TPP abre nuevas oportunidadespara establecer nuevos acuerdos bilaterales.
La duda de la Alianza del Pacífico
En los últimos años, la integración de México con los países latinoamericanos de la Cuenca del Pacífico ha sido una de las prioridades de la política comercial. El establecimiento de la Alianza del Pacífico, en la que participan Chile, Colombia y Perú; ha hecho de esta región una potencia exportadora con estándares comerciales abocados a la libre movilidad de personas y de capital.
La integración de estos países fue vista como la antesala latinoamericana del TPP, el acuerdo promovido por la administración del presidente estadounidense Barack Obama.
Dicho acuerdo pretendía reunir a 12 países de Asia y América que representan alrededor del 40 por ciento de la economía global.
Además de la reducción de aranceles entre los países miembro, el TPP significaba un ambicioso programa de estandarización comercial. En palabras de Obama, el tratado buscaba definir “las reglas del capitalismo del siglo XXI” y limitar la creciente influencia china en el comercio mundial.
Sin embargo, hoy, para efectos prácticos, el TPP está muerto. Donald Trump anunció que Estados Unidos se retirará del pacto comercial desde el primer día de su administración. La promesa de integración de América y Asia quedó en vilo.
Con el TPP fuera de toda posibilidad, esta coyuntura obliga a evaluar cuál es el papel que ha jugado la Alianza del Pacífico para el desarrollo económico de México, ahora que las opciones de una integración más allá de la región son menos certeras.
Por un lado, este bloque comercial ha sido reconocido globalmente como un ejemplo de progreso comercial. México ha obtenido beneficios incuestionables de esta apuesta de apertura.
La marcada diferencia entre la política económica de los países de la Alianza del Pacífico y los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela, Paraguay y Venezuela) es un ejemplo de dicho progreso . Mientras que en el primer bloque se encuentra un cuadro relativamente sano de variables macroeconómicas, en el segundo las políticas proteccionistas y estatistas han merecido críticas.
No obstante, por otra parte, en términos relativos, los países de la Alianza del Pacífico aún cuentan con una participación marginal en la base comercial de México. El país destina apenas el 2.39 por ciento de sus exportaciones a Chile, Colombia y Perú. Asimismo, el superávit de la balanza comercial de México con estos países representa sólo el 3.3 por ciento del superávit que mantiene México con Estados Unidos, de acuerdo a cifras del INEGI.
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