Un nombramiento para ‘ponerse las pilas’
Como un llamado a la reflexión que Dios mismo está haciendo a los sacerdotes y un signo de esperanza para Michoacán, es como el obispo de Morelia, Juan Espinoza Jiménez, considera que le ha llegado su elección como nuevo secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
J. Jesús Lemushttps://www.youtube.com/watch?v=oXYHV_60b6A
Como un llamado a la reflexión que Dios mismo está haciendo a los sacerdotes y un signo de esperanza para Michoacán, es como el obispo de Morelia, Juan Espinoza Jiménez, considera que le ha llegado su elección como nuevo secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
“En medio de la pobreza, en medio de la miseria, en medio de una situación tan difícil, como si fuera un pantano, surgen muchas flores, y esas flores son de esperanza, y no solamente en el campo religioso”, dice monseñor Espinoza Jiménez al hablar para Reporte Indigo de su nombramiento, recordando también la reciente elevación a cardenal del obispo michoacano Alberto Suárez Inda.
Tener un cardenal –explica- no es cualquier cosa, es una designación muy especial. Y ahora el nombramiento como secretario general del Celam empuja a la reflexión. Él mismo trata de encontrar respuesta a los signos de los tiempos.
“Creo que (Dios) nos está pidiendo a todos los sacerdotes, nos está diciendo ‘pónganse las pilas’, tenemos que trabajar muy duro, por un trabajo de evangelizaciones”, dijo.
El sacerdote Juan Espinoza Jiménez fue electo por obispos representantes de 22 países de Latinoamérica para estar al frente de la secretaría general del Consejo Episcopal para el cuatrienio que comienza en este año y termina en el 2019, a fin de encausar las acciones de la Iglesia Católica en el complejo esquema social de esta parte del mundo.
“Se trata indudablemente de un cargo de mucha responsabilidad, pues le corresponderá acompañar y coordinar los programas pastorales que se realicen a favor de las diócesis de 22 países de América Latina y el Caribe”, explica en una carta pública el cardenal de Morelia, Alberto Suárez.
“Este oficio le exige tiempo completo con residencia en las oficinas centrales en la ciudad de Bogotá (Colombia) y seguramente viajes frecuentes por todo el continente Latinoamericano”.
La dimensión del cargo no achica al obispo michoacano. Le gusta el reto. Su amor por la iglesia lo empuja.
“Tenemos aquí gente muy capaz en el campo intelectual, hay maestros de la Universidad Michoacana que han sido llamados también a Alemania, a Estados Unidos, a Bélgica, hay gente del arte que está en otros países. Tenemos un estado muy rico”.
Sabe que su elección es providencial. Su nombramiento no estaba pensado, pero finalmente con ello se distinguió a la zona de violencia más importante de México. Su elección para secretario general del Celam ocurrió después de un momento de oración.
“Entonces, yo no sé cómo hayan hecho esa elección, pero así fui señalado y el hecho es que a mí me preguntaron y yo, por amor a la Iglesia, acepté sin ninguna otra intención”.
Con la bendición papal
El estado de Michoacán, con su brote de violencia que atrajo la mirada del mundo, no ha dejado de estar en la atención de la Iglesia Católica.
Este mismo año, el Papa Francisco designó como su enviado especial al obispo Cristóbal Asencio García, quien se hizo cargo de la diócesis de Apatzingán, territorio bajo el dominio del Cártel de Los Templarios, cuando renunció el obispo Miguel Patiño Velázquez, por el que pusieron precio a su cabeza algunos jefes del narco.
“El hecho de que yo vaya de este estado. Un estado muy rico en recursos naturales, muy bonito, con tantas posibilidades, pero desafortunadamente con una situación política y social muy, muy destrozada, casi por los suelos, pues para mí significa mucho.
“Primero, voy a ser representante de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), y claro también representante de mi presbiterio, de mi diócesis, y pues voy con cierto temor, pero también voy con cierta esperanza”, detalla.
El obispo michoacano anhela poder contribuir a una armonía social más justa de las regiones más golpeadas de América latina, en donde se reconocen condiciones de vida similares a las que tiene el estado de Michoacán, en pobreza y violencia.
“A mí me da mucha tristeza ese cuestionamiento de fondo: nuestra fe no impregna nuestras vidas. Y es lo que queremos, que la fe impregne las vidas para que haya realmente más justicia, mas caridad, mas servicio”, reflexiona.
Es inconsistente, dice, que un país como México, donde casi el 90 por ciento son católicos, haya tanta pobreza, tanta miseria y tanta violencia.
Gobiernos que elegimos
El obispo michoacano tendrá que ir a radicar a Colombia, en donde se encuentra la sede del Celam. Desde allí ejercerá su labor. No puede evitar hablar del país que lo acogerá, pero evita la comparación.
“En Colombia han vivido situaciones muy difíciles. Los países de América Latina viven en condiciones muy difíciles. Acabo de ir nada más un viaje relámpago a Bogotá, y veo que es también muy bonito, lleno de recursos naturales, también así como son otros países de América Latina. América Latina no está por los suelos, nos tienen por los suelos”.
-¿Quién nos tiene por los suelos, padre?
-Bueno, pues allí está la misma gente, nosotros que no…
-¿Los gobiernos?
-Pues no precisamente los gobiernos, yo creo que allí entramos todos. No solamente el gobierno. Tenemos el gobierno que queremos y tenemos el gobierno que elegimos. Entonces no es solamente el gobierno. Yo pienso que es muy compleja la situación.
Aquí, ojalá todos fuéramos responsables y conscientes. Ya tuvimos la jornada electoral y ojalá hayamos sido muy conscientes. Espero que sí hayamos votado con conciencia, y bueno pues ahora el que sea elegido (gobernador de Michoacán) hay que respetarlo, y después hay que apoyarlo, y también hay que pedirle que cumpla lo que prometió.
-¿Michoacán ya está como para pasar otra etapa, más allá de esta crisis de violencia?
-Pues ojalá que sí estuviéramos, y si no, no hay que perder la esperanza. Todos estamos muy sensibles a esta realidad. Todos queremos un Michoacán diferente. Y así nos lo presentaron los candidatos: que iban a luchar por un rostro diferente, entonces tenemos la esperanza de que sí.
-¿Un michoacano en el Celam fortalece la teología de la liberación?
-No. Bueno, la teología de la liberación, bien entendida y lo que significa. Jesucristo era de la teología de la liberación, en ese sentido, porque él llegó para liberar.
Llegó a liberarnos de la esclavitud y del pecado y de todas las fuerzas negativas. Entonces no es que se fortalezca la teología de la liberación. La fe debe de encarnarse en la vida de los pueblos y en la vida de las personas.
La fe no es para estar encerrada en cuatro paredes. La fe es para vivirse, tu como periodista, otro como político, otros como comerciantes, yo como sacerdote. Entonces la fe impregna, debe de impregnar la vida de las personas y la vida de las estructuras.