Una indígena zen

“La vida de una mujer en una comunidad indígena es un tanto difícil. Los papás tienen la idea de que una mujer no se puede valer por sí sola, por uno misma, y los hombres tienen más preferencia para salir a otro lugar o estudiar. Una mujer no tiene voz ni voto, no puede tomar sus propias decisiones dentro de la misma familia. Creces con la idea de que como mujer te vas a casar, vas a tener hijos y mantener a tu marido”.

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"Cuando ves que la cosas van saliendo como tú quieres es la mayor satisfacción 
Marilú Jiménez

“La vida de una mujer en una comunidad indígena es un tanto difícil. Los papás tienen la idea de que una mujer no se puede valer por sí sola, por uno misma, y los hombres tienen más preferencia para salir a otro lugar o estudiar. Una mujer no tiene voz ni voto, no puede tomar sus propias decisiones dentro de la misma familia. Creces con la idea de que como mujer te vas a casar, vas a tener hijos y mantener a tu marido”.

De ese modo, Marilú Jiménez López sintetiza la vida que le aguardaba hace unos años. Pero la oriunda de Cruz del Rosario, un poblado del municipio de Las Margaritas, en Chiapas, resolvió romper el patrón y no recorrer el mismo camino que las mujeres de su pueblo.

Testigo del sufrimiento de su madre para sacarla adelante a ella y a sus siete hermanos, Marilú tomó una decisión fundamental: No quería esa misma vida.

Se despojó del miedo para librarse de su herencia de género. Lo logró, pero fue complicado.

Todo empezó cuando habló sobre su intención de estudiar. El primero en oponerse fue su padre. ¿El motivo? Simple. Es mujer.

La chica se obstinó y se fue por la libre hasta que un día puso sobre la mano de su padre un título universitario.

“¿No qué no podía?”, le dijo.

Al indígena se le llenaron de agua los ojos.

“Pues pensé que no”, confesó, reconociendo su error.

A Marilú no la paró nadie.

Comenzó a trabajar con mujeres indígenas dando talleres de género, salud sexual y reproductiva, alimentación. Ahí duró seis años hasta que conoció a Norma Inés Barreiro García, coordinadora de un proyecto de Información y Diseños Educativos para Acciones Saludables (IDEAS) en Chiapas.

De eso hace tres años.

Marilú se topó con esta asociación civil que potencia el desarrollo de habilidades para la vida de los adolescentes indígenas y cambió su rumbo.

En ese tiempo ella exploraba la opción de incorporarse al magisterio y conseguir una plaza, pero al final se decidió por trabajar en el proyecto de IDEAS.

En entrevista telefónica para Reporte Indigo, Marilú explica que la balanza se inclinó hacia ese lado porque, como indígena, vivió muy de cerca la creencia de que los hombres son los únicos que tienen más posibilidades de estudiar y salir.

Terminó trabajando tiempo completo en IDEAS y fue ahí donde entró en contacto con chicos de nivel medio superior: en el Colegio Bachilleres (Cobach) 108 de Chiapas, un plantel ubicado a una hora de la cabecera municipal de Las Margaritas.

A ese Cobach llegan chicos de distintas zonas indígenas aledañas, algo que resulta fundamental ante la imposibilidad de ir “de comunidad en comunidad”.

“(Ahora) esos chavos apoyan y llevan a sus lugares los talleres sobre salud reproductiva, violencia en el noviazgos”, platica Marilú.

A esa escuela van muchos de sus paisanos, de su comunidad.

Eso, la hace sentirse orgullosa de su trabajo.

“…porque es productivo… cuando ves que la cosas van saliendo como tú quieres es la mayor satisfacción que uno tiene”.

Adopta la filosofía de Thich Nhat Hanh

Sacar las cosas del mero fondo de uno mismo no es tarea fácil. El enojo, el temor, el dolor, no son animales fáciles de domar.

Marilú ha mejorado en eso luego de adoptar, también por sugerencia de Norma, las enseñanzas de Thích Nhat Hanh, el monje budista que en 1967 fue nominado por Martin Luther King para recibir el Premio Nobel de la Paz.

Este “gentil monje de Vietnam”, como lo llamó King, fundó el “Budismo comprometido”. Un movimiento que se enfoca en que la transformación interior repercuta en beneficio de los individuos y la sociedad.

La atención plena que ha comenzado a practicar la indígena chiapaneca, le ha servido para tener mayor comprensión de las cosas, más paciencia y en especial conquistar ese paz tan necesaria para hacer frente a situaciones difíciles en el trabajo o con sus familiares.

Este 20 de abril, Marilú voló a España luego de lograr recolectar 2 mil 200 dólares a través de Indiegogo, un sitio de financiamiento colectivo por Internet, que busca que la gente de todo el mundo una fuerzas para hacer que las ideas se hagan realidad.

La indígena chiapaneca cumplió la meta de recaudación para poder cubrir los gastos para sus estancias en Madrid y Barcelona, donde ampliará las enseñanzas del maestro zen Nhat Hanh.

Habla con emoción de este evento. La risa le brota de manera espontánea. Nunca imaginó un viaje así, su primero en Europa en donde estará un mes.

El objetivo es mejorar aprender más de esta filosofía para compartirla con sus alumnos, para quienes esas técnicas serán de gran ayuda. 

Tendrán más armas para combatir la discriminación y la violencia, considera, en especial la vinculada a la discriminación de género.

Desde hace tiempo, niños y jóvenes indígenas tojolables han comenzado a cambiar su mentalidad. A conocer sus derechos y a aprender cómo el respeto es importante para entablar relaciones armoniosas.

Marilú, quien rompió con el destino predecible que tenía deparado, sigue soltera y, por lo pronto, no tiene intenciones de casarse.

Toda su existencia está abocada ahora a una proyecto mucho más grande que impacta a su familia y a su comunidad.

Con paz, alegría y serenidad esta indígena tojolabal ha cambiado, no solo su historia, sino la de varias mujeres de Las Margaritas y sus alrededores.

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