Las organizaciones criminales de México están buscando apoderarse del mercado de las principales ciudades consumidoras de heroína en Estados Unidos que por décadas han sido abastecidas de droga por los grupos colombianos.
El sensible aumento que se registra en el consumo de heroína en aquel país, ha despertado el interés de las organizaciones mexicanas por romper con la configuración que ese mercado ilegal, afirma su Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
Los grupos mexicanos están dejando de ceñirse a la subdivisión de facto que repartía en dos grandes áreas las ciudades en territorio estadounidense, y que tenía como referencia al Río Mississippi, dejando a los mercados del Oeste para ser abastecidos por la heroína negra mexicana, y los del Este por el narcotráfico de Colombia (heroína blanca).
Sin embargo, las organizaciones mexicanas son sabedoras de que “los mayores y más lucrativos mercados de heroína en los Estados Unidos son los de la heroína blanca en polvo de las principales ciudades del Este”, dijo Jack Riley, administrador interino de la DEA, ante el Subcomité de Salud, del Comité de Energía y Comercio, de la Cámara de Representantes o Cámara Baja, el 8 de octubre pasado.
El objetivo de la estrategia expansiva del crimen organizado mexicano abarca en primer lugar, Nueva York, seguido por Filadelfia, Chicago, Boston, Washington, la capital, y Baltimore, enlistó Riley.
“Con el número creciente de individuos con un problema de uso de opiáceos en los Estados Unidos, las organizaciones criminales transnacionales de México se han aprovechado de una oportunidad de negocio para incrementar sus ganancias”, dijo el funcionario estadounidense.
Apenas en julio pasado, la DEA puntualizó que los cárteles mexicanos que tiene detectados con operaciones en los Estados Unidos, son: el de Sinaloa –aún el mayor-, el del Golfo, Juárez, Los Caballeros Templarios, Beltrán Leyva, Jalisco Nueva Generación, Los Zetas y Los Moicas. Grupos estos que no están limitados al tráfico y distribución de la heroína, sino también de otros narcóticos como la cocaína, metanfetaminas y mariguana.
Fue en esa misma comparecencia donde Riley reveló que habían detectado un incremento del 50 por ciento en el cultivo de amapola en México (de donde se deriva la heroína), principalmente en el estado de Guerrero, así como en el llamado “Triángulo Dorado” que conforman los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango.
Alarmante aumento
Los números de Riley evidencian con claridad el tamaño del mercado estadounidense que está motivando a las actividades de las organizaciones criminales mexicanas, y el cual buscan satisfacer con la introducción de su heroína:
En el año 2014, 435 mil estadounidenses reportaron haber consumido heroína en el último mes; mientras que la cantidad de habitantes de aquel país que dijeron haber usado esa droga durante el último año pasó de 373 mil en 2007, a 914 mil en 2014: esto es, un incremento del 145 por ciento.
En 2013, además, se dieron 43 mil muertes por sobredosis en los Estados Unidos –casi 120 por día-, y en más de la mitad de estos casos se trató del uso de un opiáceo con prescripción o de la heroína como tal. “
Las muertes por sobredosis que involucran a la heroína se están incrementando en un grado alarmante, casi se han triplicado desde 2010”.
En este sentido, los grupos mexicanos que han entrado de lleno a la disputa por los mercados de la Costa Este y el Atlántico Medio de Estados Unidos, con la colocación de su heroína café/negra, también están “desarrollando nuevas técnicas para producir heroína en polvo blanco altamente refinada”, advirtió el funcionario.
De hecho, la agencia se dijo preocupada por la detección en la heroína que se distribuye en las calles de Estados Unidos (usualmente en paquetes de 10 dólares), de la sustancia llamada fentanilo, que estaría siendo usada en su confección, pese a ser un narcótico muy riesgoso que es de 25 a 40 veces más potente que la heroína, por lo que conlleva un peligro muy alto para sus consumidores de sufrir una sobredosis letal.
La mayor parte de la heroína que se introduce a los Estados Unidos, tanto la que producen las organizaciones criminales mexicanas como las colombianas, pasa por la frontera Suroeste, una actividad esta que se ha intensificado en los últimos años.
Un indicador que utiliza la DEA para medir la dinámica del tráfico ilegal de la heroína hacia ese país, es la cantidad de decomisos de la misma que quedan asentados en los registros de las autoridades, y los cuales, en efecto, confirman dicho aumento.
De hecho, este tipo de decomisos de heroína crecieron en más del doble en un comparativo del año 2009 con respecto al 2013, pues se pasó de 846 kilogramos que fueron asegurados por las autoridades, a 2 mil 196 kilogramos (un alza del 159 por ciento), mientras que el tamaño promedio de los aseguramientos que se concretaron creció de 2.9 kilogramos a 3.8 kilogramos.
Esta heroína, siguió Riley, es producida con gran sofisticación por poderosas organizaciones criminales trasnacionales como el Cártel de Sinaloa.
Impacto binacional
En el estado de Guerrero, que se encuentra en disputa por los grupos delictivos de Guerreros Unidos y Los Rojos –desprendimientos ambos de los Beltrán Leyva-, el cultivo de amapola habría aumentado a pesar de toda la atención que concentró esa entidad, tanto de las autoridades federales como de la sociedad, tras la desaparición de los 43 normalistas ocurrida el 26 de septiembre de 2014, en Iguala.
Precisamente una de las líneas de investigación que ha solicitado profundizar el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), es la de un quinto autobús que los estudiantes habrían abordado, y en el que presuntamente se transportaba un cargamento de droga hacia los Estados Unidos o dinero.
En el “Triángulo Dorado”, por su parte, recientemente la Secretaría de Marina reforzó su presencia y confirmó que realiza ahí un operativo, y del cual extraoficialmente se ha señalado que tendría como propósito primario la recaptura del líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, tras su escape en un túnel del penal de máxima seguridad del Altiplano, el 11 de julio pasado.
“El incremento en el cultivo resulta en un aumento correspondiente de la producción de heroína y su tráfico de México a los Estados Unidos”, dijo el funcionario de la DEA, “lo que impacta a ambas naciones, al dar pie a la escalada del uso de heroína en Estados Unidos, así como a la inestabilidad y el crecimiento de la violencia a través de áreas de México”.