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La vida de una mujer que decidió no tener hijos

Para las mexicanas tener hijos es un requisito cultural. Los cuestionamientos y las miradas que juzgan se vuelven cada vez más frecuentes a medida que una mujer alcanza su edad fértil y no hay señales de que vaya a procrear. 

Para las mexicanas tener hijos es un requisito cultural. Los cuestionamientos y las miradas que juzgan se vuelven cada vez más frecuentes a medida que una mujer alcanza su edad fértil y no hay señales de que vaya a procrear. 

Aún así hay mujeres que deciden no tener bebés, ya sea por razones profesionales o porque la idea no les atrae. De acuerdo con información del INEGI al 2017 y según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, las mujeres sin hijos son un 43.2% de la población. El 53% de las mujeres que no tienen hijos, es decir, la mayoría, trabajan en empresas; el 28.5% trabajan en el sector informal y 18.8% en instituciones. De acuerdo a esta información, las mujeres que no tienen hijos laboran jornadas más largas con más de 40 horas a la semana y la mayoría percibe más ingresos que las trabajadoras con hijos.

La decisión de tener o no hijos se va tornando urgente en medida que la edad fértil empieza a lucir perecedera. Gisela Martínez Yáñez contó a Reporte Índigo su experiencia cuando a los 33 años decidió que no quería tener hijos y se operó para no ser madre.

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Desde chica Gisela fue dedicada a sus estudios. A la hora de elegir profesión optó por la carrera de arquitectura en la UNAM en donde conoció a su esposo con quien se casaría a los 26 años. Comenzó a trabajar desde antes de salir de la universidad y puso su empresa. Juntos se dedicaron a lo que les gusta: la construcción. 

Cuando surgió el tema de los hijos, a los 32 años, Gisela y su pareja concluyeron que eran felices solos y que su profesión los mantenía satisfechos. La reflexión duró un año antes de que se tomara la decisión definitiva. A los 33, se realizó una histerectomía, operación que consiste en la extracción de la matriz, proceso que impide que un óvulo fecundado pueda crecer, con este procedimiento quirúrgico terminó con la opción de ambos de tener hijos. 

Cuenta que luego de platicar con su marido sobre lo que podrían ofrecerle como padres aun hijo llegaron siempre a la conclusión que “no teníamos tiempo”.

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Después de la operación, Gisela ya se imaginaba lo que las personas a su alrededor iban a opinar: “De la gente no esperaba otra cosa que sus dudas, pero eso ha pasado desde hacía un tiempo, antes de casarme me preguntaban que cuándo la boda, luego que para cuándo los hijos. Llegaron a decirme que quién de los dos era infértil… La gente es básica y siguen las líneas tradicionales, no me sorprende su reacción”

La arquitecta es una persona ocupada cuya vida ha dedicado a su pasión que es la construcción, además disfruta de su vida familiar y de sus logros profesionales. Martínez Yáñez ama viajar y ha recorrido el país, desde Los Cabos hasta Cancún, incluyendo todos los pueblos mágicos.

A sus recién cumplidos 39 años, es una mujer satisfecha y está estudiando la maestría en Sistemas Estructurales. Aunque no tiene mucho tiempo libre pues está dedicada a su profesión, también dedica parte de su tempo libre a visitar a su familia y a ir al cine. 

“Soy inmensamente feliz, amo mi trabajo, amo a mi familia, amo mi vida”, enfatiza Gisela con plena convicción, sin melancolía o dudas sobre su decisión de no procrear.

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