De acuerdo con datos obtenidos en la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017, el 42 por ciento de los entrevistados, todos ellos adultos, dijo que en el país se respetan “poco o nada” los derechos de las niñas y los niños.
Una falla que no es responsabilidad solo de las autoridades, si no de los mismos adultos que comparten día a día el espacio público con los menores.
La hija de Marcela Macías, una niña de 3 años, fue discriminada por su edad cuando su madre intentaba comprar alimentos preparados en un restaurante.
“Fui a un lugar de comida rápida e iba a entrar para pedir para llevar, entonces una mujer me dijo que no podía entrar con niños. Me quedé en la entrada con la niña y mi mamá porque hacía mucho sol y mi hija ya se estaba inquietando”, narra.
Acto seguido, llegó una segunda familia con niños a los que tampoco se les permitió la entrada y aunque Marcela y su hija esperaban los alimentos para llevar, la encargada del negocio les pidió de mala manera que se retirarán de ahí.
“En eso la mujer me dice ‘la niña no puede estar aquí adentro’, con un tono déspota. ¿La amarro afuera o qué?, pensé. Entiendo que no puedan los niños comer dentro de un restaurante por el COVID-19, pero si solo fuimos por la comida para llevar no le veo nada de malo y más porque en un restaurante deben de ser amables, no tratarte como apestados a ti y a tus hijos”.
En la misma ENADIS, el 36 por ciento de los niños opinó que en México se respetan “poco o nada” sus derechos. Un reflejo de lo que padecen todos los días.
Gabriela Martínez comenta que le han negado la posibilidad de rentar un departamento más de 30 veces en la Ciudad de México por el simple hecho de tener una hija, pese a que los complejos habitacionales cuentan con áreas especiales para niños.
“Cuando me empiezan a decir los requisitos me aclaran que rentan a personas sin niños, aunque mascotas sí aceptan. La verdad, eso me hace sentir impotencia porque mi hija se ha dado cuenta y le afecta.
Estas prácticas existen en la capital del país pese a que la Ley para prevenir la discriminación del Distrito Federal las prohibe.
El punto más álgido de la niñofobia se encuentra en la violencia física contra los menores argumentando su “mal comportamiento”.
La ENADIS de 2017 también reveló que el 7.1 por ciento de los entrevistados justificó “mucho o algo” que se le deba pegar a una niña o niño para que obedezca.
Paola Eguía, madre de dos niños de seis y tres años, narra en entrevista que fueron agredidos físicamente en un vuelo de Colima a la Ciudad de México por un par de mujeres que no toleraron que uno de sus niños utilizara un tono de voz alto para mostrar entusiasmo por una victoria en un videojuego.
“Durante el vuelo, uno de mis hijos me dijo ‘mamá gané’, pero como tenía los audífonos lo dijo muy fuerte. Las mujeres que viajaban adelante de nosotros comenzaron a gritarme y a decirme que controlara a mis hijos, que callara ‘a mis pinches chamacos’”, narra.
Después de acusar a las pasajeras con la sobrecargo, las mujeres comenzaron a amenazarla y a decirle que cuando el avión aterrizara la iban a golpear.
“En cuanto aterrizó el avión se pararon y una comenzó a jalarme el pelo y otra a pegarme en la cara, cuando yo tenía a mi hijo de tres años en los brazos. Mientras me pegaban gritaban ‘es que no los controlas, no tenemos porqué soportar sus gritos’. Muchos esperan que le des una cachetada a tus hijos pero yo no creo en los golpes y no voy a hacer eso para que validen mi maternidad en público”, concluye.
Intolerancia y cambio de prioridades hacia los niños
La psicóloga Sofía Estévez, quien además es educadora certificada en crianza y educación respetuosa, considera que cada vez es más frecuente y preocupante la intolerancia hacia los niños en los espacios públicos.
Para ella, la niñofobia es una transgresión a los infantes, pues se pierde de vista que los niños son sujetos de pleno derecho, de necesidades, voz y atributos de ciudadanía al igual que un adulto.
Según la especialista, esta discriminación se hace extensiva a los padres, especialmente a las madres, quienes son a menudo juzgadas por el comportamiento de sus hijos.
“Existen críticas también hacia madres que ‘no ponen orden’, que permiten que los niños corran y brinquen y jueguen y no dicen nada, ante esto suelen surgir voces de madres con hijos ‘bien portados’, pero es importante resaltar que la buena educación y la buena crianza no están peleadas con que los niños sean juguetones o hagan ruido”, menciona en entrevista con Reporte Índigo.
Estévez llama a evitar los juicios, pues no se conoce la situación de cada familia, y en concreto de cada niño, el cual podría estar pasando por un momento difícil en su vida e incluso padecer algún trastorno mental, que lo hace comportarse de maneras que para otro progenitor podrían considerarse como meros berrinches.
“Muchos padres, además de sus hijos, son sujetos también de miradas o comentarios desaprobatorios, lo cierto es que más allá de lo observable, no podemos tener certeza de qué sucede con ese papá o esa mamá ¿Qué tal que la familia acaba de pasar o está pasando por una situación difícil? Todos hemos pasado por dificultades, sobre todo en esta pandemia”, afirma.
Finalmente, explica que las afectaciones psicológicas a los infantes que sufren este tipo de discriminación pueden ser graves debido a que en el futuro podrían presentar problemas de salud mental, además de contar con dificultades para expresarse y para apropiarse de sus espacios.
Por su parte, la presidenta de la Comisión de Derechos de la Niñez y la Adolescencia del Senado de la República, Josefina Vázquez Mota, considera que muchos de los problemas que padecen los niños, incluida la niñofobia, se deben al olvido de las autoridades.
Además, la legisladora panista advierte que una sociedad que maltrata a sus niñas y a sus niños se destruye a sí misma. En cambio, una sociedad que realmente se compromete, los reconoce como sujetos de derecho y defiende su interés superior, será una sociedad con un mejor destino”.