Vivir con miedo en la Condesa
Por muchos meses vivieron con miedo. Los vecinos de la Hipódromo Condesa tuvieron que ubicar a los hombres que invadieron el edificio de Benjamín Hill en la Condesa por sus alias: “El Güero” era el hombre que vendía los permisos para no pagar parquímetro; “El Gordo” y “El Gato” intimidaban y cobraban las extorsiones a comerciantes.
A lo largo de tres años, desde que ocurrió la invasión a la fecha, aprendieron a distinguir dos bandos: los que decían pertenecían a Asamblea de Barrios, y los segundos, los temibles “Claudios”, asociados al secuestro y venta de droga.
Por muchos meses vivieron con miedo. Los vecinos de la Hipódromo Condesa tuvieron que ubicar a los hombres que invadieron el edificio de Benjamín Hill en la Condesa por sus alias: “El Güero” era el hombre que vendía los permisos para no pagar parquímetro; “El Gordo” y “El Gato” intimidaban y cobraban las extorsiones a comerciantes.
A lo largo de tres años, desde que ocurrió la invasión a la fecha, aprendieron a distinguir dos bandos: los que decían pertenecían a Asamblea de Barrios, y los segundos, los temibles “Claudios”, asociados al secuestro y venta de droga.
Uno de los invasores, apodado “Güero”, puso en marcha un sistema a partir del cual abordaba a los conductores para ordenarles no depositar monedas al parquímetro de la zona, en cambio, si eran usuarios constantes, les vendía un boleto con la imagen del Che Guevara y el distintivo de la Asamblea de Barrios.
“Este boleto tiene un costo de 350 pesos semanales”, se lee al margen de las placas del vehículo cuyo dueño contrató el “servicio” instaurado en la Condesa.
Mientras que “El Güero” se apoderaba de las calles, otros dos hombres, “El Gordo” y “El Gato”, se encargaban de extorsionar a dueños de comercios prósperos de la zona, quienes por miedo no denunciaban.
¿Quién los protegía?, se cuestionan luego de meses de escuchar de voz de los policías de la Secretaría de Seguridad Pública y de funcionarios de Cuauhtémoc que tenían instrucciones de no meterse.
Denuncia e impunidad
Los colonos temen sufrir repercusiones ante las dudas sin despejar de quién protege a “Los Claudios” o a la Asamblea de Barrios, pues los policías del sector referían en reiteradas ocasiones que ese grupo de invasores estaba bien protegido por funcionarios de alto nivel del gobierno central.
Así está plasmado en documentos de denuncia que presentaron ante la Cámara de Senadores y la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, que están sin nombre, por miedo a morir en mano de uno de los ocupantes.
“Los oficiales que vigilan esa zona como parte de su trabajo, han manifestado a sus superiores lo conflictivo que es el trato con los ocupantes de dicho inmueble, solicitando operativos de varias patrullas para hacer presente el estado de derecho.
“En respuesta, han recibido indicaciones de que no se metan con los invasores, ya que están protegidos por el Secretario General de Gobierno del DF, esta versión también la dieron funcionarios de la delegación Cuauhtémoc (administración de Alejandro Fernández)”, detallan los documentos sellados y en poder de esta casa editorial.
En los hechos, cuando una patrulla de Seguridad Pública pasaba sola a efectuar el rondín, los invasores rodeaban la unidad o pateaban e insultaban a los oficiales dentro del vehículo oficial, refieren las denuncias por escrito de 2015 y 2016.
Por miedo es que los documentos de denuncia no tienen nombre o firma, pero sirven como prueba de que la impunidad de “Los Claudios” o de la Asamblea de Barrios duró años en una de las zonas más costosas y de moda de la capital.
“Los invasores de este inmueble controlan las calles laterales al predio, convirtiendo la calle de Benjamín Hill en zona de exclusión, cobran cuotas a quienes se estacionan en las calles cercanas a cambio de que no se pague parquímetro que se encuentra en la calle de Altata, y quienes se resisten a efectuar esta forma de pago los golpean o dañan sus vehículos”.
Abierta amenaza
Derivado del empoderamiento que se les permitió a los habitantes invasores del inmueble en Benjamín Hill 12, cualquier día de la semana por las noches éstos ponían música a alto volumen y realizaban arrancones.
También protagonizaban pleitos en los que salían a relucir cohetones que lanzaban desde la azotea, armas largas y hasta cuernos de chivo “que son repercutidos en el aire”.
Hechos que se denunciaron al instante vía telefónica a la policía del sector “por lo que en todo momento se han mostrado omisos cuando se les requiere para su intervención”.
“Nosotros tuvimos que llegar a todos los niveles, empezando con las peticiones verbales en la administración de Alejandro Fernández; se burlaban de las autoridades, decían que estaban protegidos por Dolores Padierna y René Bejarano”, precisa uno de los vecinos que no cedieron en su intento de sacar a los invasores de su colonia.
Era usual que camionetas de lujo llegaran al edificio, vehículos particulares y oficiales, con cromática del Gobierno del Distrito Federal.
Como resultados de ese ir y venir dejando denuncias en oficinas de gobierno, los invasores terminaron por enterarse del activismo silencioso, pero incansable, de los vecinos, por lo que comenzaron las amenazas abiertas que dejaban en papel por debajo de sus puertas.
La camioneta blindada
Luego del cateo efectuado el pasado 22 de junio por la Procuraduría General de Justicia capitalina en el inmueble, durante el cual no hubo detenidos, los vecinos plantean dudas y miedos.
“Me queda claro que les avisaron, que lograron moverse, les dijeron qué era lo que estaba pasando”, comenta uno de los vecinos.
Ese día, luego de que el personal de la Procuraduría local ingresó y se realizaban maniobras en la calle, una camioneta Cherokee blindada, de lujo, con placas 2332MDG, fue retirada por una grúa del lugar. ¿De quién es y a dónde la llevaron?, cuestionan los colonos, quienes aún viven con temor.