[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_vod5j68d” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Los políticos y los intelectuales en México han sido históricamente dos personajes que interactúan de una u otra forma. Mientras que los primeros buscan por todos los medios llegar al poder, los segundos tratan de ser un contrapeso por medio de la crítica y el análisis, aunque no siempre es así.
Contar con el respaldo de una persona de la literatura, ciencia, arte u otro de esos rubros da un plus de confianza y abona a los proyectos. Por ello los aspirantes que ostentan o buscan el poder tratan de obtener el apoyo y el aval de la clase intelectual.
En México actualmente se vive el proceso electoral más grande la historia del país, ya que se elegirán más de tres mil cargos públicos, entre los que destacan el próximo presidente de la República, así como 9 gobernadores y la renovación del Congreso de la Unión.
Entre el ambiente electoral, algunos representantes de la intelectualidad mexicana han expresado abiertamente su apoyo por alguno de los candidatos que se disputan el máximo cargo político.
A los personajes de ese sector pensante se les ha criticado su abierta militancia o, en contra parte, su nulo interés por las cuestiones que acontecen en el sector de la toma de decisiones, de ahí surge la reflexión de que deben mantener distancia de los políticos, pero no de la política.
Andrés Manuel López Obrador es un político que se ha visto acompañado por varios personajes del sector intelectual. En la actual contienda presidencial y en las dos anteriores, 2006 y 2012, ha recibido el respaldo abierto de diversos escritores.
Ejemplo de ellos son sus seguidores Paco Ignacio Taibo II y Elena Poniatowska, dos personas de letras que no han tenido ningún reparo en hacer pública su inclinación por el político tabasqueño, e incluso han hecho labores de trabajo político para promover o llamar al voto por su candidato.
Junto a ellos dos, también se coloca gente como Laura Esquivel y Armando Bartra, quienes han mantenido un abierto respaldo por al actual puntero de las encuestas rumbo al 1 de julio.
Hace unas semanas, la escritora Guadalupe Loaeza hizo un llamado para votar por José Antonio Meade, a quien se refirió como un hombre cabal, honesto y de principios.
Por su parte, Ricardo Anaya ha tenido poco respaldo de los intelectuales, tal vez el más cercano es Raúl Padilla, fundador de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, quien es su enlace cultural en la campaña.
El dilema del respaldo de un intelectual hacia un político es que este tipo de personajes cuentan con una mayor proyección y resonancia de su voz, cuentan con más medios para ser escuchados y muchas veces los ciudadanos acuden a ellos para saber el rumbo que deben tomar, es por ello que esos llamados deben ser tomados con responsabilidad y nunca abandonar su postura crítica
Juan Villoro considera que no se puede generalizar el actuar de los intelectuales en México, ya que cada uno responde a su conciencia e intereses, aunque indica que desde su perspectiva personal, como personas privilegiadas, hay compromisos como no cerrar los ojos ante la tragedia.
Tratar de establecer cuál es el sentido de lo que estamos viviendo y por otra parte creo que es muy importante que en momentos de quebranto y de dolor se preserve la felicidad, se preserve el gusto por el juego, se preserve la sensualidad, el sentido lúdico de la vida, todo esto me parece muy importante y decisivo para mantener esta reserva de belleza y felicidad y tratar de decir cómo ve uno las cosas, ese es un compromiso personal”, indica el escritor.
Villoro califica de pésimos a los actuales candidatos, y señala que una vez más los mexicanos tendrán que elegir al menos malo en un país donde la partidocracia ha entendido que hacer negocio es lo único que importa.
Becas, ¿cooptación o apoyo?
Uno de los momentos más emblemáticos de la relación entre los intelectuales y el poder en la historia de México del siglo XX es la fotografía tomada en 1987 donde Carlos Salinas de Gortari aparece rodeado de promotores de la cultura.
En esa imagen, capturada por el fotógrafo Pedro Valtierra unas semanas antes de que Salinas de Gortari se destapara como el candidato del PRI a la Presidencia, se encuentran Elena Poniatowska, Iván Restrepo, Miguel Ángel Granados Chapa, Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, León García Soler, Margo Su, Benjamín Wong y Héctor Aguilar Camín.
Ese momento pertenece a las reuniones que mantuvieron cada dos semanas un grupo de intelectuales y periodistas con secretarios de Estado. La imagen ha sido protagonista de notas periodísticas y documentales en los que se narra un episodio del país que estuvo rodeado de temas polémicos.
Pese a que la foto fue tomada meses antes de la controvertida elección de 1988, de la cual Salinas fue el triunfador ante Cuauhtémoc Cárdenas del Frente Democrático Nacional luego de haberse instrumentado un presunto fraude, el gobierno federal ha sido cuestionado de intentar cooptar la opinión de los intelectuales a su favor mediante becas o apoyos para que realicen su labor.
“El PRI siempre fue especialista en cooptar a estos intelectuales, mucho se hizo en la época de Gortari. Invitaba a Carlos Monsiváis, a Aguilar Camín, a Carreño, la fotografía famosa lo muestra”, señala la escritora Guadalupe Loaeza, en entrevista con Reporte Indígo.
A unos meses de que Salinas de Gortari asumió la Presidencia, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes estableció el Programa de Becas a Creadores Intelectuales el 8 de mayo de 1989.
Este instrumento tuvo el propósito de “estimular la creación artística en la República”, además de que “se otorgaban como un reconocimiento al trabajo ya realizado por intelectuales y artistas de cualquier edad”, estipula el documento de las reglas de operación del SNCA.
En septiembre de 1993 –poco más de un año antes de que Salinas concluyera su cuestionada gestión, que inició con el reclamo del supuesto fraude electoral-, estableció un acuerdo presidencial con el cual creó el Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) vigente hasta la actualidad y con objetivos similares a los que tenía el Programa de Becas.
Desde su creación, el SNCA ha sido un sistema desacreditado por los mismos artistas o promotores de la cultura, debido a que por un lado las becas dan la oportunidad a los intelectuales de continuar con su labor creativa; pero por otro, también pueden estar condicionado el apoyo gubernamental que reciben con respecto a su análisis o crítica hacia el Estado.
Los intelectuales como líderes de opinión tienen una amplia influencia en lo que la ciudadanía piensa con respecto a un gobierno, sin embargo, Guadalupe Loaeza afirma que la posible crítica cooptada hoy es más difícil que exista porque a diferencia de hace 25 años, las personas ahora tienen más acceso a la información, y un posible vínculo entre líderes de la cultura y los gobernantes sería muy fácil de conocer.
“Hoy es más transparente todo, ya se sabe si hay ‘chayote’ o no hay ‘chayote’.
Los medios han tenido que cambiar porque la sociedad también se ha modificado. Ya no es tan factible porque ya es muy evidente”, comenta la autora del Manual de la Gente Bien.
Es por ello que las becas otorgadas a los artistas, más allá de ser un instrumento de desarrollo cultural, también se les ve como un tipo de ‘chayote’, es decir, una especie de soborno por parte del gobierno para evitar comentarios negativos en su contra.
En enero de 2018, hubo 617 personas inscritas en la lista del SNCA, de los cuales 547 fueron considerados Creadores Artísticos y recibieron una beca mensual de 29 mil 142 pesos; mientras que hubo 69 Creadores Eméritos que recibieron 36 mil 856 pesos de apoyo por mes.
El intelectual porrista
Sabina Berman considera que un intelectual se debe de regir por principios como el bien común, la verdad y la aspiración de justicia, los cuales trascienden el momento histórico que se vive, por lo que nunca deben abandonarlos, pero advierte que el papel que adoptan muchos los convierte en auténticos porristas de los políticos.
Para la escritora, si un intelectual expresa su apoyo por un candidato, y este gana, no debe confundir ese respaldo, y debe regresar a su papel de contrapeso, que es el que debe de tener en la sociedad.
“Tenemos una clase intelectual variopinta, tenemos intelectuales que tienen intereses económicos con el gobierno, tenemos intelectuales que están confundidos en cuanto a su clase social (…) en esta elección la gran sorpresa es la ceguera de los liberales del país, una ceguera que comparten con los liberales de todo el planeta, parece ser que los liberales están actualmente impedidos de ver lo que es obvio para los demás”, explica en entrevista con Reporte Indigo.
Berman ve muy provechoso que en los procesos políticos, como el que actualmente se está viviendo en México, participen muchas y diversas voces, entre ellas las de los intelectuales, quienes agregan una densidad a la conversación pública.
Además dice que los personajes de este sector pensante más que una responsabilidad tienen una influencia, por lo que se agradece que participen y opinen en una campaña que califica como la más emocionante, animada y participativa.
La escritora señala la actitud de muchos intelectuales que han lanzado duras críticas contra Andrés Manuel López Obrador pero desde puntos ficticios, acusando cómo sería el sexenio del actual puntero de las encuestas pero desde narrativas con poca credibilidad.
“Es un cambio de época, vamos a cambiar de modelo, la gran pregunta es si López Obrador va a ser fiel a sus promesas, si va a tener la espina dorsal para hacer el cambio que promete, no el que dicen los liberales que va a hacer, y ese sí es peligroso, pero lo dicen ellos, no lo dice López Obrador”, indica.
También critica a los intelectuales que han acompañado a José Antonio Meade y Ricardo Anaya, ya que no han hecho que esos dos candidatos que representan a fuerzas políticas que ya han gobernado al país se den cuenta que los modelos que defienden no han funcionado.
“Esa ceguera ha dañado también a la campaña de Anaya y de Meade, porque los intelectuales no les han ayudado a una autocrítica del modelo que ellos están protegiendo, entonces defienden algo que la mayoría de la población sabe que no está funcionando para ellos (…) no hay un mea culpa del liberalismo”, agrega Berman.
La escritora concluye que la situación actual del país en la que se desarrolla el proceso electoral es preocupante, donde la corrupción es la norma y con una difícil situación económica y de seguridad, pero en contra parte ve una elección informada, debatida y crítica.
“Hay que pronunciarse”
Hace unas semanas, Guadalupe Loaeza publicó en sus redes sociales un video en el que abiertamente dice que apoya al candidato del PRI-PVEM y Nueva Alianza a la Presidencia, José Antonio Meade.
“Tenemos que reflexionar bien nuestro voto. Tenemos que pensar de una manera responsable. Tenemos que votar con la cabeza, pero también con el corazón. Yo por eso voy a votar por José Antonio Meade, porque me hace ruido en la cabeza y en el corazón”, mencionó en la grabación la escritora.
Al respecto, Loaeza opina que es necesario que los intelectuales expresen su sentir en torno a las campañas electorales.
“Hay que pronunciarse y, por respeto a los electores, deben de saber de qué lado estamos los que escribimos semana a semana. Creo que sí se vale, como cualquier ciudadano decir ‘a mí me gusta este candidato por esto’”, agrega Loaeza.
En cuanto a su relación con el candidato, advirtió que de llegar al poder, sería su primera crítica, y asumiría su papel de intelectual.
“Es cierto que si llega a ser presidente el candidato que uno apoya, puede ser difícil tomar esa distancia, ser crítico, pero es parte de nuestra labor y de nuestra ética y honestidad. Eso es muy importante. Carlos Monsiváis decía: ‘Te voy a apoyar pero te voy a criticar’ y eso es muy importante”, concluye la escritora.
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