Faltan tres meses para que se presente al Congreso una propuesta de reforma energética y ya comienzan en las Cámaras los cabildeos, los análisis.
La presentación del libro “Estrategia urgente en defensa de la nación” fue el pretexto para que la parte más cercana a Andrés Manuel López Obrador en el Senado anunciara que volverán los debates. Los llamaremos otra vez.
El libro presentado contiene diez capítulos, detallados por cuatro ingenieros, un arquitecto y el senador por el Partido del Trabajo (PT), Manuel Bartlett, en el que presentan los puntos que consideran críticos de la reforma por venir.
Los autores se centran en tres premisas fundamentales: la reforma cumplirá intereses de Estados Unidos, es una mentira que Pemex esté quebrado y México se está quedando sin petróleo.
Sus argumentos están fundados en análisis de especialistas, pero los políticos fueron los invitados especiales.
En el estrado estaban Ana Gabriela Guevara y Alberto Anaya, en el centro de la primera fila sonreía Martí Batres.
El libro, editado por el PT, indica que se debatirán nacionalismo, globalización, apertura a la inversión privada contra estatización de los combustibles.
Calificando la reforma energética que se pretende aprobar en septiembre de este año como un “retorno a la neocolonia”, Bartlett anunció que con la presentación de este libro inician desde ahora una profunda campaña.
‘Asociarse es privatizar’
Tanto el Pacto por México como la Estrategia Nacional de Energía repiten que Pemex debe modernizarse, pero que México seguirá siendo dueño de los hidrocarburos.
Los autores de este libro sostienen que esto es falso, porque “asociarse es privatizar”.
El ingeniero Francisco Garaicochea expuso que al concesionar a empresas privadas todos los servicios aledaños a los pozos, la petrolera mexicana cede espacios de propiedad de lo que existe en el subsuelo.
Lo secundó la investigadora de la UNAM, Rosío Vargas, quien dijo que la cesión de terrenos a compañías estadounidenses que podrían autorizarse para la explotación de shale gas en la región de Sabinas, en Coahuila, sería una forma de que entren a territorio nacional.
Garaicochea remató: “La reforma es extranjerizante, porque los países donde se generan los impuestos y los empleos del desarrollo de las tecnologías son extranjeros”.
El punto de la falta de desarrollo tecnológico mexicano fue tratado de soslayo en la presentación, aunque también se menciona como uno de los que utilizaría la oposición como argumento central contra la reforma.
Varios de los autores insistieron en que de manera global existe una tendencia de volver a hacer estatales las compañías petroleras, que detentan actualmente el 82 por ciento de las reservas mundiales de petróleo.
La ponencia de Vargas, doctora en ingeniería energética por la UNAM, enfatizó que países como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina, Rusia, Kazakstán y Brasil han suspendido concesiones privadas para recuperar el control de la exploración petrolera.
Los motivos que han dado estos países es que la exploración y la extracción son de “utilidad pública”.
Globalización de América del Norte
El eje del análisis geopolítico es recurrente entre los autores de este libro. Varios de ellos, desde distintos ángulos, insisten en que México debe verse a sí mismo como país, no como parte de una América del Norte que le es ajena.
Esta unión, que Garaicochea calificó como una entidad ficticia disfraza una “integración profunda” con una imposibilidad para que México disponga de su petróleo de manera independiente.
“México tiene un futuro propio en la globalización”, dijo Alberto Montoya, doctor en Educación por la Universidad de Stanford. Para defender el criterio de que es falso que un menor gasto público equivalga a mayor desarrollo, afirmó que los países que son potencia global tienen mayor inversión pública que México.
“En los últimos doce años Pemex ha pagado 647 mil millones de dólares de impuestos, que es entre un 30 y un 40 por ciento del gasto público”, aseguró.
La política de aumentar las explotaciones de hidrocarburos hacia Estados Unidos tampoco la consideró correcta, ya que México sólo cuenta con 14 mil millones de barriles de petróleo y gas en reservas probadas (seguras), que alcanzan solamente para los próximos nueve años, mientras que Venezuela tiene 297 mil millones.
Heberto Barrios Castillo dijo que es falso que la paraestatal haya perdido su rentabilidad, porque “en 2012 le dio un billón de pesos al fisco. Se ha creado un estado contable virtual de empresa en quiebra (…) las ganancias antes de impuestos de Pemex dan cuenta de que opera a niveles superiores a los de otras empresas internacionales”.