En el Huerto Roma Verde se respira un ambiente de sinergia, aquí no hay ley del Estado, son los civiles los que han alzado un oasis en medio de la tragedia, teniendo a la disposición de quien lo necesite agua, comida, albergue, consulta médica, psicológica, medicamentos e inclusive, confesarse ante un cura de ser necesario.
Este recinto ubicado en Jalapa 234 fue tomado y coordinado por jóvenes, desde el primer día del incidente, es tanta la ayuda y los víveres que ahora se llevan con camiones a los estados de Morelos y Puebla.
Con casas de campaña que están protegidas bajo una enorme carpa de lona, se habilita la zona de descanso de personas que han tenido que evacuar sus hogares.
Sentada en una banca con tres perros que fielmente le acompañan, Silvia Barroso está desayunando con calma un yogurt, desde el 19 de septiembre, la mujer tuvo que hacer uso del albergue ya que no han determinado si su departamento puede volver a ser habitado.
“La primera noche la pasamos casi a la intemperie, de todas maneras hace mucho frío, pues sí es difícil ”, comenta con duda y pena Barroso, que espera regresar a su domicilio en Insurgentes 300.
Al cuestionarle cuanto tiempo cree que estar en el Huerto Roma alojándose, la dama sonríe con nerviosismo y pudor, ansiando tener certeza de un futuro que desconoce.
“Sinceramente yo espero que ya pueda regresar, espero que no mucho tiempo más”, dice.
El tiempo que sea necesario
En la colonia Guerrero, en el Deportivo Francisco Javier Mina, a diferencia del barullo del centro de acopio y hospicio de la Roma, son contados pero suficientes los voluntarios que apoyan al lugar dispuesto por la Delegación Cuauhtémoc.
Dentro del edificio donde acondicionó un espacio de hospedaje gratuito, Nancy Nayelli Cruz Casillas reposa en un colchón junto a su pareja y una de sus hijas, la mujer de 32 años se encuentra aquí desde que el sismo agrietó su habitación.
“El cuarto donde vivo se cuarteó el techo, es plafón y la pared también se cuarteó un poco, vivo hasta la azotea de un cuarto piso”, narra la mujer que vive con su marido, dos hijas, un nieto, su madre y la pareja de la misma.
Todos tuvieron que moverse
Cruz Casillas habla con voz baja, como acto reflejo del nerviosismo toma un muñeco de juguete que se encuentra en la cama mientras platica que no sabe cuánto más tendrán que permanecer ahí.
“Pues ahora sí que el tiempo que sea necesario”, se sincera con escasas palabras mientras su nieto juega con un peluche de lobo.
En la colonia Atlampa la preparatoria popular “Mártires de Tlatelolco” se dispuso a ser un receptor de materias primas, enseres médicos y sanitarios para canalizarlos a más lugares afectados en Morelos.
Lo que antes era una escuela, ahora es un refugio gratuito en el que también se distribuyen tareas de almacenamiento, preparación de alimentos y organizar ropa para los damnificados del sismo, este bastión del saber es sostenido por el profesorado y alumnos que dejaron el pizarrón y el pupitre respectivamente para ayudar a los más necesitados.
“La verdad que no somos muchos, son como unos 50 ó 60, pero eso es lo que se puede y lo que se tiene”, comparte José Luis Paredes sobre los compañeros que colaboran sin fin de lucro.
Luis Olivares Rojas, egresado del plantel de la generación 1987-1990, trabaja como coordinador de prensa y medios del lugar, la noche de ayer pernoctó ahí mismo con tal de seguir favoreciendo a los desprotegidos.
“Tenían contemplado reanudar las clases el próximo lunes, pero la gente sigue llegando en las noches, el agua también, así que no creo que eso pueda ser posible”, revela el hombre de 40 años mientras ayuda a acomodar botellas de agua.