MúSICA
MúSICA Neil Young vs. El mundo

No se necesita ser un audiófilo para darse cuenta de que el “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd suena diferente si lo escuchas en YouTube, en un MP3 de tu iTunes, en un sofisticado aparato reproductor de CD o en formato de vinilo en un tocadiscos con un par de buenas bocinas. ¿O no? 

Si eres parte de la “generación iPod”, tal vez esta diferencia en la calidad del audio te importa un carajo: lo que realmente te preocupa es tener a la mano la música que quieres, instantáneamente.   

MúSICA Earworms: El virus del ‘tarareo’

Un día común y corriente te encuentras manejando, leyendo o incluso platicando con alguien cuando, de repente, caes en la cuenta de que una canción está dando vueltas en tu cabeza sin cesar. 

A este “fenómeno” musical se le llama “earworm” y la ciencia ha buscado por años la razón por la que las canciones se quedan “pegadas” (como solemos decir) en nuestra cabeza. 

De hecho, para la psicología el misterio radica en que muestran esa parte de nuestra mente que no podemos coantrolar, pues la canción llega sin avisar y no se va cuando queremos que se vaya. 

MúSICA A un ritmo ‘universal’

La música es un arte fácil de apreciar, sobre todo si se trata de una buena canción de tres minutos, el arquetipo de la música pop. Sin embargo, el lado corporativo de la música sí que es complicado.  

Descifrar a la industria de la música es una tarea compleja. Es fácil perderse en la telaraña de los cientos de sellos discográficos, los contratos, las alianzas de distribución, la protección de los derechos de autor, las relaciones públicas, los managers, los derechos de promoción, etcétera. 

MúSICA ¿Amor al arte o abuso?

Amanda Palmer nos sorprendió a todos hace tres meses. La artista de “punk cabaret” se cansó de su sello discográfico, grabó un álbum, buscó financiamiento a través de Kickstarter y obtuvo una respuesta sin precedentes en el sitio de financiación colectiva:  1.2 millones de dólares de apoyo de sus seguidores. 

MúSICA ¿Música para sus oídos?

Cierra los ojos, concéntrate… recuerda tu sonido favorito, probablemente sea el delicado sonar de un arpa, el estruendo de una guitarra eléctrica, una canción de un grupo independiente, la intensidad del violín o simplemente el tenue desliz de hojas que se mueven al viento.

Ahora imagina que no conoces ninguno de esos sonidos, que no te eriza la piel una canción favorita o que no logras poder escuchar las palabras de la persona que tienes a un lado.



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