El resultado electoral del 1 de julio pasado en el Distrito Federal dejó al PRI en un dilema: renovarse o morir. Aunque por naturaleza los grupos de poder deberían elegir la primera opción hacen hasta lo imposible por concretar la segunda.

Y es que los conflictos jurídicos, pugnas territoriales y señalamientos enmarcan nuevamente su vida interna, en esta ocasión, el proceso de renovación del Consejo Político Estatal, órgano encargado de nombrar a la nueva dirigencia y a los próximos candidatos a puestos de elección popular de 2015.

El PRI y el PAN le hicieron “bolita” al Movimiento Progresista. Esta ocasión fue con spots para definir que la elección ya tiene ganador. 

Es cierto, no es la primera vez que se unen en contra de la figura de Andrés Manuel López Obrador.

Pero sí la primera ocasión que se hace en anuncios televisivos y ya pasada la elección. Ninguno se esperó a la calificación del Tribunal Electoral.

Ahora es el PRI denunciando fondos ilegales, rebase de topes de gastos de campaña y origen ilícito del financiamiento de la campaña de Andrés Manuel López Obrador.

La nueva consigna es señalar que el fraude lo hizo el candidato de los partidos de izquierda.

Dicen tener pruebas (que presentarán después) de que instancias de gobierno desviaron recursos a favor de la campaña de su principal adversario, quien no reconoce el triunfo del candidato priista.

Primero lo hicieron en un tono prudente; pidieron a la PGR una investigación.

Destacados dirigentes del PAN convalidaron de facto el triunfo de Enrique Peña Nieto como virtual nuevo presidente, pese a cuestionar las irregularidades del procesoelectoral. Gustavo Madero, presidente del PAN, así como Cecilia Romero, secretaria general, y otros miembros del CEN, han reiterado ante los medios que la postura de su partido es que sean sancionados los hechos ilegales en torno a la elección, pero reconocen el triunfo de Peña Nieto en las urnas.