Antes, cuando un político o un artista quería decir algo, convocaba a una rueda de prensa. Llegaban los reporteros, hacían las preguntas, tomaban apuntes y escribían su nota.
Un formador armaba una página. Luego, un linotipista ponía letra por letra y línea por línea cada una de las palabras dichas por los personajes. El periódico salía al día siguiente.
El político o el artista quedaba contento y el reportero cobraba su cheque orgulloso de su labor.
Carolina Hernández