Las ilusiones, la expectativa, el ¡sí se puede! y de paso el ¡ya nadie nos para! Desgastar mentalmente la esperanza cuando todavía no se ganaba nada, para luego derrumbar cada sueño en instantes.
De la alegría a la tristeza, de la ventaja a la voltereta, una película que se veía distinta a las demás, pero que dramáticamente tuvo el mismo final de siempre.
México, ¡canta y no llores!, porque de la sombra tenebrosa de desconfianza por clasificar por la puerta de atrás, por más de dos semanas pensaste que la historia tocaba a tu puerta. Sí, tocó, pero no le quisiste abrir.
Todos lo saben pero nadie lo entiende, las camisetas y su historia también juegan. Teniendo la ventaja de 1-0, el Tricolor quiso matar a Holanda pero se murió de nada con resultado de 2-1 por no creérsela de que podían ser México con un futuro distinto al que su pasado siempre lo alcanza.
Y en efecto, el “jugamos como nunca, perdimos como siempre” se apareció. Durante todo el Mundial de Brasil 2014 no se había aparecido en el sistema de juego de Miguel Herrera ni de los once jugadores que han creado una imagen distinta del futbol mexicano a nivel internacional.
Las atajadas de Guillermo Ochoa, el dribling de Héctor Herrera, el liderazgo de Rafael Márquez y hasta los manotazos del “Piojo” desde la banca pusieron a México en los ojos del mundo durante 17 días. Sin pensar que todo duraría poco.
El calor y la humedad relativa al 60 por ciento parecían fundir a Holanda. Durante la primera parte hubo mayor posesión de pelota, atrevimiento y desarrollo futbolístico del cuadro azteca, que incluso dos insinuaciones de Miguel Layún determinaron la valentía que México llevó al campo.
Pero el cuadro tulipán no quiso desgastarse de más. Dosificó su condición física a la voluntad mexicana, sin embargo al contragolpe dio señales de que, aunque no lo pareciera, también se estaban jugando la vida en el campo.
Un juego de inteligencia fue fundamental a 29 grados centígrados. Fortaleza se puso difícil para los holandeses que vieron los embates del Tricolor aguerrido y decidido por lograr la proeza.
La zaga holandesa salía a tientas con el balón, optaba por el pase largo con Van Persie o Arjen Robben y ahí fue donde metieron en problemas a la defensa nacional instantes previos a la llegada del medio tiempo.
Robben se condujo al área, Rafa intentó contener al ofensivo y Héctor Moreno decidió barrerse con todo para terminar el peligro. Lo bueno fue que el silbante Pedro Proença no marcó el penal, lo malo fue la fractura de tibia del defensor del Espanyol de Barcelona. El sustituto fue Diego Reyes.
Al reanudarse el partido, México saboreó la gloria. Una genialidad de Giovani dos Santos los metía momentáneamente a los Cuartos de Final, permitiendo que el partido absoluto se pusiera en bandeja de plata para el Tricolor.
Con la ventaja de 1-0, México decidió ahogar a Holanda buscando el segundo gol, pero fue víctima de sus propios errores en un dos por tres.
Porque a pesar de tener el control de la pelota, los europeos hicieron alarde de su categoría y se metían en zona de peligro para acercarse al gol.
Como cuando al minuto 57’ la suerte jugó del lado mexicano en el remate de Stefan de Vrij que Ochoa atajó velozmente y que terminó rebotando en el palo. O después, al 73’ cuando Robben se rebeló y entró al área quitándose a Márquez para después disparar al arco, sin contar que Paco Memo estaría listo para achicar grandiosamente ese balón con velocidad.
Así, la ilusión nacional terminó pronto. Al 88’ Sneijder rompió el buen juego mexicano con un fierrazo que dejó inmóvil al arquero del Ajaccio. En el tiempo de compensación, la eliminación fue decretada por el karma de un penal en contra de México.
Lo que no les cobraron en el primer tiempo se los recetaron a solo dos minutos de terminarse el partido. Robben se tiró un clavado, porque así mismo lo reconoció, durante una intervención de Rafa Márquez dentro del área. El árbitro se la compró y Huntelaar concretó.
En ese momento, el Tri se dio cuenta que todo había terminado. Los sueños de este equipo no fueron suficientes para cambiar la historia, pero sí para darse cuenta de que les faltan menos pasos para atreverse a hacer lo que nadie ha podido hacer.