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Por muchos años, los fantasmas y el esceptisimo de la derrota pudieron más que el deseo de los jugadores por llegar al éxito. Cruz Azul duró años en medio de la humillación, pero anoche levantó la cara y acabó con todos sus miedos.
La Máquina pitó más fuerte que sus miedos y logró con mucha seguridad y dignidad el título de la Concacaf Liga Campeones para clasificarse al Mundial de Clubes que se disputará en diciembre en Marruecos.
El partido lo abrió el cuadro cruzazulino con anotación de Mariano Pavone al 40’ del cronómetro, apostando luego por retrasar líneas para defender la diferencia en el global.
Pero mientras Pablo Velázquez se hizo chico en este juego y no supo destacar a la ofensiva choricera, Èdgar Benítez se encargó de empatar el cotejo al 62.
Factor determinante fue el buen accionar del portero Jesús Corona, pues en más de una ocasión salvó el marco con sendas atajadas que le etiquetaron como el mejor jugador.
Las lágrimas de Christian Giménez al final del partido no eran en vano. Haber perdido tantas oportunidades de un título, cualquiera que hubiese sido la competencia, marcó dramáticamente la sensibilidad de una generación de celestes que se han curado la herida.
“Siempre existían esos fantasmas, ese escepticismo, ahora ya le damos esto a nuestra gente porque estaban sedientos de gloria”, dijo Luis Fernando Tena, técnico del Cruz Azul.
Más que un título internacional, la Máquina Cementera se gana el respeto y coraje perdido durante muchos años. Porque esto parece solo el comienzo. Ahora, van por la Liga.
