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Una vez más, el futbol mexicano se tiñe de sangre, ahora fue la porra de Chivas la que decidió descargar su ira en un grupo de policías en el estadio Jalisco, dejando un saldo rojo de 30 civiles heridos, 17 detenidos, dos uniformados en estado grave y un estadio clausurado.
Semana a semana, las barras bravas deciden ser las protagonistas del terror en los diferentes inmuebles del balompié mexicano, porque cuando no pelean afuera del estadio, hay riñas en las gradas.
O cuando no es contra el rival, van los golpes entre sí o sobre la policía.
Parece que ninguna plaza del país se puede salvar de esta sangrienta tendencia, que a pesar de lo evidente, está fuera de control sin que ninguna autoridad decida o pueda poner medidas extremas, leyes coherentes y mano firme contra quienes lastiman el deporte.
El pacto de paz que sellaron ambos clubes previo al Clásico Tapatío, en la tribuna los hinchas del Guadalajara se encargaron de romperlo, sabiendo que pueden andar libres tras no existir un castigo ejemplar que al barrista le haga temer de las autoridades.
La Comisión del Deporte de la Cámara de Diputados ha dado su postura en diferentes ocasiones, buscando un proyecto de reforma de ley contra la violencia en los estadios, pero lamentablemente todo ha quedado en intenciones.
Solo dos estados de la República Mexicana, Querétaro y Nuevo León, consideran como violación al código penal los desmanes que se ocasionen en estadios del balompié.
El resto de las entidades, no contempla las riñas, agresiones o faltas al espectáculo del futbol como un delito sancionable.
¿Hasta qué punto es responsable la autoridad? Los operativos de seguridad en los espectáculos de cualquier índole en el país son coordinados entre las dependencias judiciales y los responsables del evento.
Saber cuántos policías, cuántas patrullas, cuántas ambulancias, cómo van a ejercer en caso de contingencia, es tarea de las corporaciones policíacas, las cuales en estos casos, deben asegurarse con los clubes deportivos otra dotación de elementos de seguridad privada que refuercen el sistema.
Pero la responsabilidad también es compartida con los clubes y en sí, con la Federación Mexicana de Futbol, la cual hasta ahora no ha sabido poner orden en las barras bravas que semana se vuelven más violentas y sin un alto.
Desde que determinaron que los grupos de animación debían credencializarse para poder asistir a los estadios, esta normativa se quedó como letra muerta en el reglamento de la Liga MX.
Pocas o casi ninguna barra está identificada formalmente, lo cual es casi imposible responsabilizar o identificar a los culpables en caso de que se desate una batalla campal.
“Toda la gente que está en las barras de Chivas tiene una identificación y un registro en el club”, dijo ayer Jorge Vergara, presidente rojiblanco a la cadena ESPN, por lo que habrá que esperar el castigo para los 18 hinchas detenidos.
Por lo pronto, por medio de un comunicado, las Chivas anunciaron su rompimiento con los grupos de animación, quienes no podrán ingresar al Estadio Omnilife para el Clásico ante el América.
Adiós a las barras
Así como el Cruz Azul desafilió a sus barras cuando 100 integrantes invadieron la cancha del Estadio Azul para causar destrozos, así la directiva del Guadalajara expulsará a todos aquellos miembros de grupos de animación o Porras reconocidas por el Club que resulten responsables.
Se espera que hoy el presidente deportivo de Chivas, Juan Manuel Herrero, sostenga una rueda de prensa para dar detalles del rompimiento que ha anunciado el club con sus porras previo al Clásico Nacional.
