¿Por qué no se salvan?

Chivas vive la peor crisis de su historia, se hunden en el descenso como si se tratara de arenas movedizas, y parece que solo un milagro podría rescatarlos del grave dilema en que se encuentran.

Pero, ¿por qué en lugar de dar pasos hacia su salvación, el Rebaño Sagrado sufre de más en las últimas temporadas? No hace falta una minuciosa revisión a las decisiones que se toman en la institución, sino solo darse cuenta que hay factores que seguirán afectando.

No aceptan extranjeros

Es cierto es que cualquier jugador foráneo con talento permite que los nacionales junto a él puedan crecer.

En Chivas no sucede así. La regla no escrita es prohibirle la entrada a los importados por tratarse de un club que siente orgullo mexicano.

Si Jorge Vergara no quiere futbolistas extranjeros, el nivel del Guadalajara puede seguir en peligro, sobre todo cuando esta ventaja, por llamarlo de una forma, es una de las más usadas entre los 17 equipos restantes.

Experiencia de doble filo

Al inicio de la presente temporada, Reporte Indigo publicó una serie de posibles contrataciones que además de ser gente de experiencia, representaría un arma de doble filo por su cantidad de años acumulados.

Y parece que Chivas decidió emprender ese camino al juego rutinario. Casi como “cartuchos quemados” se ven ciertos jugadores que por más que pretender dar lo mejor como equipo, el rendimiento es más corto de lo que se esperaba.

El funcionamiento de Omar Bravo, y los recién llegados Carlos Salcido, Ángel Reyna, David Toledo o Fernando Arce no es el adecuado. 

Sus fallas individuales tanto a la ofensiva como a la defensiva han permitido que el Rebaño no pueda salir del problema en el que está desde hace varios torneos.

Sin un proyecto definido

La última vez que el Guadalajara anduvo en los primeros lugares de la tabla general fue hace más de tres años, cuando comandados por José Luis Real, tenían un equipo con idea futbolística e identidad deportiva.

Desde ese momento, Chivas ya no ha vuelto a ser el mismo equipo que fomenta el orgullo mexicano, sino completamente todo lo contrario. 

Llegaron y se fueron más de nueve distintos entrenadores sin tener un proyecto definido.

Fernando Quitarte, Ignacio Ambriz, Alberto Coyote, el inesperado Jonh Van’t Schip, Benjamin Galindo, Juan Carlos Ortega y hasta Ricado LaVolpe. Ahora Carlos Bustos, todos con la misma intención pero sin mucha propuesta.

Interinos algunos, con mayor responsabilidad otros tantos, pero la paciencia no ha sido la mejor aliada a estos entrenadores que buscan imprimir su sello en un equipo que ya perdió hasta su identidad.