Ser líderes, tener los mejores autos y que los conduzcan los más talentosos pilotos no blinda de amargura a la escudería líder de la Fórmula Uno.
Parece novela la que viven los Red Bull en el Gran Circo, que además de la parte deportiva y a nivel competencia, los estragos que ha dejado un episodio de rivalidad tirana de Sebastian Vettel y su compañero Mark Webber.
Cuando el episodio más amargo de la escudería en los últimos años sucedió en Malasia, se habría pensado que todo quedaría en una desobediencia del tricampeón, pero una nueva página se ha escrito a solo unas horas de iniciar el Gran Premio de Shangai, en China.
“Pedí perdón al equipo por haberme puesto a mí mismo por delante del equipo. No me disculpo por haber ganado, para eso me contrataron y es por eso que estoy aquí.
“Hubo más de una ocasión en el pasado en que pudo haber ayudado al equipo y no lo hizo”, dijo Sebastian con relación a la decisión atrevida que tuvo de ignorar las órdenes del equipo al rebasar a Webber para ganar la carrera.
Al ser cuestionado si esos episodios del pasado le llevaron a desobedecer al equipo cuando se le pidió sobre el fin de la carrera solo cuidar el coche, el alemán respondió: “indirectamente”.
Como líder de la competencia con 40 puntos, Sebastian ha encendido la chispa en el fuego que Red Bull deberá sofocar pronto antes de que la rivalidad interna desplome la superioridad que como escudería tienen sobre los demás.
Después de la tensión que generó la desobedencia de Vettel, Red Bull ha decidido renunciar de nuevo a las órdenes de equipo, según asegura el jefe deportivo de la empresa de bebidas energéticas, Helmut Marko, volviendo la escudería a su antigua política que da libertad de acción a sus dos pilotos.
Los reflectores este fin de semana en China son todos del toro rojo. En lo que parece una pelea de quién es mejor se podrían esperar solo buenos resultados en Shangai, pero el tiempo y los puntos dirán si la rivalidad podría tocar fondo.