El reloj avanza para Reino Unido y la Unión Europea. Los países están en el límite para lograr un acuerdo respecto a su separación, mientras los equipos negociadores tensan la cuerda, que podría terminar por romper los deseos de una sana relación comercial.
Los líderes del bloque económico tuvieron una reunión en la que concluyeron que buscarán extender el plazo para cerrar las negociaciones por tres semanas, hacia inicios de noviembre, lapso en el que consideran sería posible firmar los pactos comerciales, aunque la última palabra está en terreno británico.
Durante el encuentro, los representantes de Alemania y Francia mostraron una postura clara, ya que quieren que Reino Unido haga concesiones comerciales respecto a los derechos pesqueros, la ayuda estatal a las empresas y en materia de competencia, aunque el primer ministro Boris Johnson no pretende ceder.
Johnson, por su parte, mantiene el ultimátum para abandonar la mesa de diálogo el 15 de octubre y parece una decisión inamovible a menos de que sean los representantes de Bruselas quienes ondeen primero la bandera blanca.
En tanto, en Reino Unido se mantiene la expectativa sobre la aprobación del proyecto de Ley de Mercado Interno, con el cual pondría freno a las intenciones de Bruselas de mantener el control aduanero en la frontera irlandesa, como se estableció en el Acuerdo de Retirada que los negociadores firmaron el 31 de enero.
Sin un pacto comercial, Reino Unido y la Unión Europea operarían bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio a partir del 1 de enero del próximo año, lo que significa la imposición de pagos arancelarios sobre los bienes.
Si bien, no contar con un acuerdo que permita tener reglas claras para la naciente relación en la región europea, en el contexto actual sería la economía de Reino Unido quien pudiera resultar más afectada con Brexit duro, dada la complejidad para sustituir los mercados.
Agustín Bendreff Desilus, investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, explica que el 43 por ciento de los envíos de productos británicos llegan a los países europeos y el pago de aranceles elevará sus precios finales para los consumidores frente a los de otras regiones como la africana.
“Reino Unido quiere disfrutar del mercado europeo, en donde puede exportar sus productos sin pagar impuestos, pero la Unión Europea quiere acceso total a las aguas británicas a sus flotas pesqueras. Sin un acuerdo, el pago de aranceles va causar una caída en las expectativas de crecimiento económico con mayor afectación para Reino Unido”, declara el investigador.
El factor coronavirus del Reino Unido
La falta de acuerdos sobre el Brexit genera incertidumbre respecto a la recuperación económica de Reino Unido, que tendrá que enfrentar los estragos de la pandemia sin el cobijo de la Unión Europea.
El riesgo es alto, pero el primer ministro británico ha decidido pagar la factura con el objetivo de que el Consejo Europeo respete su autonomía, que será legal a partir del primer minuto del año próximo. Sin embargo, el panorama apunta a que el invierno será muy frío en Londres.
El país enfrenta una segunda ola de coronavirus que ha llevado a las autoridades a endurecer las medidas para evitar los contagios, lo que supone un riesgo para la expansión económica y la recuperación de plazas laborales que se han perdido durante la contingencia.
Las medidas de política fiscal adoptadas por Reino Unido para dar respuesta a la pandemia son relativamente modestas en comparación con otros países desarrollados, de acuerdo con Nick Bennenbroek, director y economista internacional de Wells Fargo Securities.
“El apoyo del gobierno no ha sido suficiente para mantener ingresos familiares completamente completos. Reino Unido comenzó a recuperarse a inicios del verano, pero el reciente repunte se ve amenazado por una segunda ola de casos de COVID-19”, escribió el economista en un análisis.
La economía británica creció 2.1 por ciento en su comparación mensual de agosto, sin embargo, este avance quedó por debajo del aumento del 6.4 por ciento que reportó en en julio y el 9.1 por ciento de junio. En comparación con agosto de 2019, el decremento del Producto Interno Bruto fue 9.3 por ciento.
A esto se añade el riesgo por el aumento en el desempleo en el último trimestre del año, lo que provocará un menor ingreso para las familias, lo que significa que los británicos serán más cautelosos para abrir la cartera, alentando las perspectivas de una lenta expansión económica.
La recuperación de los empleos también está en vilo por el Brexit duro, que genera incertidumbre respecto a la inversión empresarial, mientras el país enfrenta el éxodo de compañías multinacionales que mudaron sus sedes a otras naciones europeas.
“Los negociadores están jugando hasta el último minuto para ver qué va a suceder. En esta negación hay posturas extremas pero después encontrarán una solución. Ahora las grandes instituciones ya no ven a Reino Unido como un país desde el cual hacer operaciones comerciales. Por todo el contexto necesita una separación aceptable”, opina Bendreff Desilus.