El 2015 será recordado como el año de la incertidumbre para los mercados financieros: la crisis de deuda griega, la normalización de la política monetaria de Estados Unidos y la debacle económica de China han construido una narrativa marcada por la volatilidad y el deterioro de los países emergentes.
Ahora, el fenómeno climatológico de El Niño está generado nuevos estragos alrededor del mundo: sequías en África, incendios en el sudeste asiático, nubes de humo en Singapur, y ciclones en el Pacífico.
La actual edición de este fenómeno, caracterizado por radicales contrastes meteorológicos, será el más fuerte en seis décadas, de acuerdo a una serie de expertos.
Mike Halpert, subdirector del Centro de Predicción Climatológico en College Park, Maryland, considera que este año los patrones de El Niño serán los segundos de mayor potencia y magnitud en la historia.
Kevin Trenberth, científico senior del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR por sus siglas en inglés) en Colorado, indica que se esperan sequías e inundaciones a lo largo de todo el mundo.
En la última aparición de El Niño en 1997 y 1998, las inundaciones, incendios y sequías cobraron la vida de 30 mil personas y generaron daños por más de 100 mil millones de dólares, según estimados realizados por Trenberth.
Además, la organización no-gubernamental Oxfam dijo esta semana que más de 10 millones de personas enfrentarán hambre debido a las sequías y lluvias torrenciales causadas por El Niño.
En un momento en el que el precio de las materias primas se encuentra en su nivel más bajo desde 1999, la escasez derivada de las lluvias torrenciales o la falta de agua se reflejará en choques de oferta que incidirán en un mayor precio en ciertas materias primas como el café, el cacao y el maíz.
Esto no es necesariamente una buena noticia para los mercados emergentes. Los bajos precios de estos productos han presionado los márgenes y la operación de sus productores. Una oleada de sequías, agravará la frágil situación de las economías que dependen en gran medida de sus exportaciones agrícolas.
Por ejemplo la industria del café en Vietnam está sufriendo los estragos de una atípica falta de agua. La firma Coffee-Cocoa One Member dijo que el nivel de reserva de agua presenta una baja de 67 por ciento respecto a sus niveles normales, insuficiente para irrigar los campos del siguiente ciclo de cosecha.
De igual forma, la perspectiva de producción de cacao y de aceite de palma en Indonesia han sido recortados por las sequías e incendios, se espera una menor producción de leche en Argentina, así como una baja en los niveles de cosecha de maíz, azúcar de caña y cítricos en Sudáfrica.
Miseria africana
El efecto de El Niño se resiente de manera más dramática en países pobres, particularmente en África. La producción de té de Kenia se ha reducido 10 por ciento a raíz de la sequía y en Ghana, el segundo mayor exportador de cacao en el mundo, la expectativa de cosecha para este año es poco alentadora.
Zambia, el segundo mayor productor de cobre en el continente, tuvo que acotar su producción minera porque las plantas hidroeléctricas no fueron capaces de generar energía suficiente debido a la sequía.
Sin embargo, Zimbabue es uno de los casos más dramáticos. La tasa de crecimiento fue recortada de 3.2 por ciento este año a 1.5 por ciento en gran medida por los efectos de El Niño: los campos de maíz han recortado su producción a la mitad, dejando a la deriva a los consumidores locales. Organizaciones no gubernamentales consultadas por Reuters estiman que el 16 por ciento de la población de Zimbabue dependerá de ayuda humanitaria este año.
En ese sentido, agencias de la Organización de Naciones Unidas estiman que en Etiopía, 4.5 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria debido a los efectos de El Niño.
¿Qué es El Niño?
El Niño es un fenómeno climático periódico durante el cual, cada dos a siete años, las aguas superficiales del océano Pacífico ecuatorial se calientan entre 0.5 y 5 grados Celsius por encima de sus temperaturas promedio.
El Niño forma parte de un patrón más grande conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), que también incluye una fase análoga de enfriamiento oceánico y atmosférico (de entre 3 a 5 grados Celsius por debajo del promedio) conocida como La Niña.
Estos cambios, aparentemente pequeños, tienen grandes consecuencias para el clima a nivel global. En general, durante los años de El Niño hay temperaturas más altas y lluvias más fuertes en partes de América y África, mientras que del otro lado del mundo hay sequías en el sudeste asiático y en Oceanía.
Estos cambios alteran las condiciones necesarias para la cosecha de diversos productos agrícolas y además frecuentemente resultan en devastadores ciclones y huracanes. Para México, los años de El Niño suelen traer consigo inviernos húmedos con riesgos de inundaciones y veranos áridos con riesgos de sequías peligrosas.
Este fenómeno es conocido como El Niño desde el siglo XVII, apodado de esta forma por pescadores peruanos que notaban la aparición de aguas más tibias cercanas a las fiestas navideñas y las asociaban con el Niño Jesús.