Un amargo y doloroso divorcio entre el Reino Unido (RU) y la Unión Europea (UE) podría estar en el horizonte, con un referéndum británico planeado para el 23 de junio para decidir la pregunta “¿debería el Reino Unido seguir siendo miembro de la Unión Europea o dejarla?”.
Para RU, los riesgos económicos y financieros de abandonar la UE son considerables, mientras que los beneficios no son tan claros, sin mencionar que la decisión pondría en riesgo la frágil y débil recuperación económica de Europa. Esto podría arrastrar consigo al resto del crecimiento económico global, cuyas perspectivas para este año de por sí han sido recortadas en los últimos meses.
Ayer la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dijo que el ‘Brexit’, como se conoce al escenario en donde RU abandonaría la UE, elevaría en 1.5 puntos porcentuales la tasa de desempleo británico para el 2020, junto con una reducción de 10 por ciento en la inversión empresarial y una caída de 15 por ciento en el valor del mercado accionario.
“Menor inversión, flujos reducidos de bienes y personas, crédito más costoso y menor exposición a ideas y habilidades a través de las fronteras en última minaría la productividad y capacidad económica de largo plazo (del RU)”, dijo José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, durante un discurso en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres.
Pero las consecuencias de la respuesta británica tendrían un impacto más allá de sus fronteras o de las de Europa. “Una Brexit podría causar severo daño regional y global al perturbar las relaciones comerciales establecidas”, advirtió en febrero Maurice Obstfeld, economista en jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El G-20 también considera al Brexit como uno de los mayores riesgos económicos para el mundo en el corto plazo, y BlackRock, la mayor administradora de activos del mundo, ve menor crecimiento económico e inversión en los mercados si este escenario se presenta.
“El Brexit ofrece mucho riesgo con poca recompensa clara”, dijo Phillipp Hildebrand, vicepresidente de BlackRock, en un reporte reciente. “Pensamos que es difícil creer que un Reino Unido independiente estaría mejor económicamente, a menos que haya una gran alza en productividad o un tipo de cambio mucho más bajo. Ninguna de esas dos cosas está garantizada”, explicó Hildebrand.
Miedo en los mercados
A menos de dos meses del referéndum, las encuestas muestran que el resultado aún es incierto, con ambos lados obteniendo más del 40 por ciento de las respuestas. A pesar de esto el portal británico Number Cruncher Politics proyecta sólo un 20 por ciento de probabilidades de un Brexit.
A pesar de la relativamente baja probabilidad asignada al Brexit, los mercados financieros han reaccionado a este escenario castigando al RU.
La libra esterlina se ha depreciado más de 4 por ciento desde el inicio del año contra una canasta de monedas de sus principales socios comerciales, y el diferencial de riesgo crediticio entre los bonos corporativos británicos y los del resto de Europa se ha incrementado casi 4 por ciento.
Además de esto, el miedo ya está afectando a la economía británica al desacelerar la actividad económica. Las empresas y consumidores están postergando sus gastos hasta después del referéndum, lastimando el crecimiento económico.
Cifras preliminares publicadas ayer muestran que el producto interno bruto (PIB) del RU creció 1.6 por ciento en términos anualizados durante el primer trimestre del 2016. Eso representa una caída de más de 33 por ciento contra la tasa de 2.4 por ciento registrada en promedio en los últimos dos años.