Sin la tierra prometida

La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) marcó el inicio del modelo de crecimiento que hoy rige a la economía mexicana.

Desde hace más de dos décadas, el sector exportador ha sido el motor de una economía que ha puesto a la inversión extranjera directa al centro de su esquema de desarrollo. Los bajos costos laborales, la integración de cadenas productivas a lo largo de toda América del Norte y el acceso a precios competitivos de energía hicieron de México una plataforma de exportación de manufacturas por excelencia.

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Empleos fueron generados en 2016 por la inversión total para nuevos proyectos que México recibió en 2016, según fDi Markets
“Durante las siguientes, al menos dos décadas, México será un referente mundial en la producción y exportación de manufacturas de alta tecnología, para ubicarse como una de las primeras 10 economías del mundo”
Enrique Peña NietoPresidente de México
Estos datos validan la tesis de un reporte de la firma McKinsey, titulado “Un cuento de dos Méxicos”, que afirma que la industria de exportación de manufacturas es el único sector de la economía mexicana que crece y se moderniza de manera consistente

La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) marcó el inicio del modelo de crecimiento que hoy rige a la economía mexicana.

Desde hace más de dos décadas, el sector exportador ha sido el motor de una economía que ha puesto a la inversión extranjera directa al centro de su esquema de desarrollo. Los bajos costos laborales, la integración de cadenas productivas a lo largo de toda América del Norte y el acceso a precios competitivos de energía hicieron de México una plataforma de exportación de manufacturas por excelencia.

Sin embargo, este modelo de crecimiento podría ser desmantelado si el proyecto económico del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, irrumpe el status quo y se implementa una agenda de políticas de corte proteccionista.

El atractivo de México como plataforma de exportación quedaría gravemente diluido, afectando sus perspectivas de inversión extranjera directa. Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s, dijo al diario Financial Times que, desde el 8 de noviembre, 4.5 mil millones de dólares en inversiones se han puesto en espera por la incertidumbre que ha generado la ambigüedad de la dirección de política económica de la administración de Trump. Coutiño refiere que si esta inversión no se materializa, le podría costar hasta medio punto porcentual a la tasa de crecimiento de la economía mexicana.

A pesar de que esta consecuencia es coyuntural, México podría encontrarse ante un cambio de fondo que lo obligaría a replantear prácticamente todo su modelo económico.

La importancia manufacturera

El sector manufacturero juega un rol fundamental en la atracción de inversión extranjera directa. La firma fDi Markets estima que de los 26.2 mil millones de dólares en flujos de capital que entraron al país en el 2016 para iniciar nuevos proyectos (greenlight investment), 13.2 mil millones de dólares correspondieron al sector manufacturero.

Aunque la inversión en el sector  manufacturero representa la mitad del monto total que llegó a México el año pasado, su aportación en materia de empleos es mucho más significativa. De los 116 mil empleos totales que fueron creados gracias a la entrada de los 26.2 mil millones de dólares, 80 mil empleos fueron generados por la inversión en el sector manufacturero.

Estos datos validan la tesis de un reporte de la firma McKinsey, titulado “Un cuento de dos Méxicos”, que afirma que la industria de exportación de manufacturas es el único sector de la economía mexicana que crece y se moderniza de manera consistente.

El consenso de analistas advierte que si Estados Unidos implementa un impuesto de ajuste fronterizo (que es un arancel de facto), cancela el TLCAN o lo deroga; México tendría que encontrar una fuente alternativa de inversión o cambiar su enfoque hacia el mercado interno.

La incertidumbre se ha vuelto patente en los pronósticos de inversión extranjera directa del país en 2017. Citibanamex espera que México reciba 25 mil millones de dólares este año, expectativa que fue recortada en más de 10 mil millones de dólares en relación a la estimación anterior.

Misma postura, mismo discurso

Esta coyuntura no se ha traducido en señales que adviertan sobre un cambio de estrategia económica en el discurso oficial.

Desde el inicio del sexenio, el gobierno ha insistido en que uno de los ejes rectores de este gobierno es convertir a México en una potencia manufacturera. Ello fue refrendado por el presidente Enrique Peña Nieto en la edición 80 de la Convención Bancaria que tiene lugar en Acapulco: “Durante las siguientes, al menos dos décadas, México será un referente mundial en la producción y exportación de manufacturas de alta tecnología, para ubicarse como una de las primeras 10 economías del mundo”.

El aura de pesimismo que rodea a la economía mexicana contrasta con la expectativa que generó la administración de Peña Nieto en el inicio de sexenio.

Actualmente, el pronóstico promedio de crecimiento para 2017 es de 1.49 por ciento, según la encuesta que realiza  mensualmente Banco de México a especialistas en economía del sector privado. La cifra dista de la promesa oficial, hecha en tiempos del Mexican Moment, de que la economía crecería a tasas de 5 por ciento en los últimos años de este gobierno.

Esto pone de relieve el cambio de narrativa que ha sufrido la economía mexicana. El país pasó de ser la promesa emergente por excelencia a la víctima probable del cambio de política económica que propone el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Sin embargo, la prioridad del gobierno sigue siendo la misma que al inicio del sexenio: hacer de México una potencia manufacturera para los próximos 20 años. Así lo declaró Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, en el 2014, en el momento cumbre de este gobierno.

En el 2012, cuando Peña Nieto asumió la presidencia, el proyecto estaba claro: promover una oleada de reformas estructurales abocadas a acelerar la productividad y darle viabilidad al modelo de crecimiento del país.  El gobierno gastó prácticamente todo su capital político en esta tarea.

En el 2016, el rumbo económico del país es menos claro. Por un lado, la administración de Peña Nieto se aferra a la defensa del status quo y de las reformas, su mayor legado.

Por otra parte, Andrés Manuel López Obrador, el contendiente de la oposición con mayores posibilidades de alcanzar la presidencia en 2018, ha hecho del cambio de modelo económico una de sus banderas de campaña: promete poner a referéndum las reformas y enfocar su agenda económica en el mercado interno.

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