La carga de Banxico
Se le atribuye al equipo económico del presidente Ernesto Zedillo la frase de que la administración de Carlos Salinas de Gortari había dejado la economía prendida de alfileres.
La frase, convertida en adagio, fue dicha en los días iniciales de la crisis de 1994-1995. Las consecuencias de la debacle son bien conocidas: una contracción de 6.2 por ciento del producto interno bruto, una inflación exacerbada, la quiebra del sistema bancario y una devaluación del peso frente al dólar de más de 100 por ciento.
Rodrigo CarbajalSe le atribuye al equipo económico del presidente Ernesto Zedillo la frase de que la administración de Carlos Salinas de Gortari había dejado la economía prendida de alfileres.
La frase, convertida en adagio, fue dicha en los días iniciales de la crisis de 1994-1995. Las consecuencias de la debacle son bien conocidas: una contracción de 6.2 por ciento del producto interno bruto, una inflación exacerbada, la quiebra del sistema bancario y una devaluación del peso frente al dólar de más de 100 por ciento.
Sin embargo, las causas puntuales de la crisis aún son objeto de debate. A más de 20 años del llamado “error de diciembre”, el consenso de analistas y académicos rescata una conclusión: el colapso económico estuvo precedido por un desbalance macroeconómico marcado por el creciente déficit de cuenta corriente, financiado por flujos de capital altamente volátiles.
La lección es vigente para la coyuntura actual de la economía mexicana que parece, una vez más, estar prendida de alfileres. El deterioro del cuadro macroeconómico se ha vuelto evidente en el acelerado ciclo de contracción monetaria de Banco de México (Banxico).
En los últimos doce meses, el banco central mexicano ha elevado su tasa de interés de referencia en seis ocasiones, pasando de un mínimo histórico de 3 por ciento a 5.75 por ciento.
En un contexto de bajo crecimiento crónico y un aumento consistente del nivel de deuda pública, las acciones de Banxico representan la única respuesta de política económica para blindar a la economía de un coctel de riesgos que incluye factores internos y externos.
Escepticismo de las calificadoras
A pesar de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha promovido un plan de austeridad que incluye un recorte de 239 mil millones de pesos al gasto público de 2017, las firmas calificadoras han expresado su escepticismo respecto a la capacidad del gobierno mexicano para asegurar sus objetivos de consolidación fiscal.
Este año, Moody’s, S&P y Fitch cambiaron a negativa su perspectiva de la calificación de deuda soberana de México.
Esto quiere decir que el país tiene una probabilidad de un tercio de perder su condición de grado de inversión.
En caso de que esto ocurra, se proyecta una salida de capitales significativa, particularmente en un momento en el que el mercado espera que la Reserva Federal inicie un ciclo alcista de política monetaria y que los activos emergentes de América Latina, que rivalizan con los activos mexicanos, cuentan con un atractivo sin precedentes en los últimos dos años.
Aunque el diseño de la política económica se redefinió por completo después de la crisis de 1994-1995, la economía mexicana aún es altamente dependiente de los flujos de capital del exterior. El déficit de cuenta corriente ha crecido de manera consistente en los últimos seis años. En el 2010, el desbalance apenas superaba los 5 mil millones de dólares. Para este año, se pronostica que éste exceda los 30 mil millones de dólares
Lo anterior se conjuga de una fuerte depreciación del peso frente al dólar, que en los últimos dos años alcanza casi un 50 por ciento. Esto se ha trasladado de manera gradual a los niveles de precios. En diciembre del 2015, la inflación anualizada fue de 2.13 por ciento.
En noviembre de este año, ésta llegó a 3.31 por ciento y el pronóstico promedio para 2017 de la encuesta de expectativas que realiza Banco de México a los especialistas del sector privado es de 4.13 por ciento.
Ante este escenario, Banco de México ha optado por acelerar el ritmo de sus alzas en la tasa de interés de referencia, el principal instrumento de política monetaria para influir en las expectativas inflacionarias.
Mientras que otras economías emergentes como Brasil, India y Rusia recortan sus respectivas tasas de interés de referencia como medida de estímulo, Mario Correa, economista en jefe para México de Bank of Nova Scotia, proyecta que Banxico elevará su tasa de inte rés en 125 puntos base en 2017.
¿Entrada a un círculo vicioso?
La crítica recurrente de este en foque es que esta herramienta de política monetaria podría perder su efectividad, sobre todo si prevalece un entorno incierto y una política fiscal que no corrija su trayectoria actual.
Además, esta medida de corte restrictivo tiene implicaciones negativas para el crecimiento económico. Paradójicamente, los principales argumentos de las firmas calificadoras para rebajar la perspectiva de calificación de la deuda mexicana se basaron en las condiciones de bajo crecimiento crónico y deterioro del déficit fiscal.
Con una expectativa de crecimiento para la economía mexicana de 1.6 por ciento para 2017, existe el riesgo de que prevalezca la situación fiscal del país y que las costosas alzas en tasas de interés, en vez de ayudar al cuadro macroeconómico, incidan en un círculo vicioso de inflación, deuda y bajo crecimiento.
El diseño de la política económica mexicana exige fundamentos macroeconómicos sólidos. En esta coyuntura, valdría la pena que las autoridades de política económica escucharan la respuesta de Pedro Aspe, secretario de Hacienda en el gobierno de Salinas, en relación a los reclamos del equipo de Zedillo de que la economía estaba prendida de alfileres: “¿Y por qué se los quitaron?”.
‘Una película de terror’
El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, lo advirtió hace meses y ayer lo refrendó.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump es un peligro de tal magnitud que puede llegar a ser una “película de terror para México”.
“Ahorita hemos visto los cortos, pero a partir del 20 de enero va a correr la película”, afirmó Carstens durante su participación en el Panel de Perspectivas 2017, organizado por el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) en Guadalajara.
La baja en el Producto Interno Bruto (PIB) mundial, y los incrementos en las tasas de interés en dólares, las acciones de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) propiciarán que la economía crezca a menor ritmo y sea más complicado conseguir financiamiento, explicó el funcionario.