La decisión de septiembre
Esta semana la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, se mostró optimista respecto a la salud de la economía de su país. Así, la institución abre la puerta a un alza en su tasa de interés de referencia durante cualquiera de las tres reuniones que le restan en el año.
En su comunicado de política monetaria, la Fed dijo que “los riesgos en el corto plazo para la perspectiva económica han disminuido”. Esto después de que los indicadores del mercado laboral mejoraron durante los últimos meses y el crecimiento económico siguió mostrando avances moderados.
Esta semana la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, se mostró optimista respecto a la salud de la economía de su país. Así, la institución abre la puerta a un alza en su tasa de interés de referencia durante cualquiera de las tres reuniones que le restan en el año.
En su comunicado de política monetaria, la Fed dijo que “los riesgos en el corto plazo para la perspectiva económica han disminuido”. Esto después de que los indicadores del mercado laboral mejoraron durante los últimos meses y el crecimiento económico siguió mostrando avances moderados.
Dado que la Fed tiene la intención de normalizar su política monetaria mediante un ciclo gradual de alzas de tasas, la solidez económica de Estados Unidos reaviva la probabilidad de que la institución anunciará por lo menos un incremento en los tipos de interés antes del cierre del año.
Para México, la noticia presenta un claroscuro para la segunda mitad del 2016.
Por un lado, la mejora en el desempeño económico del principal socio comercial del país representa un impulso para las exportaciones mexicanas, el 80 por ciento de las cuales se destina a Estados Unidos.
Pero por otro, un alza estadounidense probablemente obligaría al Banco de México (Banxico) a responder con una acción simétrica, incrementando los costos crediticios y lastimando el crecimiento económico mexicano.
Sin embargo, aún a pesar de la mejora en la perspectiva de la Fed, los inversionistas siguen desconfiando que un alza esté en puerta, ya sea para la reunión de septiembre, la de noviembre, o la de diciembre.
Antes del anuncio, los mercados de futuros asignaban una probabilidad de alrededor de 50 por ciento a que un alza se presentaría este año, y después de la publicación de la decisión la probabilidad implícita cayó a 42.7 por ciento.
Empleo e inflación
Gracias a las mejoras en el mercado laboral, algunas autoridades ya consideran que la economía estadounidense se encuentra en un estado de pleno empleo.
La tasa de desempleo registrada en junio, de 4.9 por ciento, se encuentra dentro del rango de 4.7 a 5 por ciento que la Fed considera consistente con el pleno empleo. En un discurso reciente Loretta Mester, presidenta del Banco de la Reserva Federal de Cleveland, dijo que “la economía está básicamente en su máximo nivel de empleo”.
Esto es importante porque el pleno empleo debe en teoría acelerar el crecimiento de los salarios, impulsando el consumo, el crecimiento económico, y la inflación. Este último indicador se ha encontrado consistentemente por debajo del objetivo de la Fed en los años posteriores a la crisis del 2008.
La Fed obtendrá una confirmación adelantada de esto el día de hoy, con la publicación de la tasa de crecimiento económico correspondiente al segundo trimestre del año. Un repunte desde el nivel decepcionante registrado en los primeros tres meses del año daría más credibilidad a cualquier decisión de alza por parte del banco central.
Sin embargo, a pesar de que la inflación tiene una tendencia de aumento, los mercados actualmente sostienen las más bajas expectativas de inflación de las cuales se tiene registro desde 1999.
Claroscuro mexicano
Las autoridades de Banxico, incluyendo su gobernador, Agustín Carstens, ha indicado que el banco central es capaz de trazar su propio camino sin seguir de forma programática las acciones de la Fed.
Esto se ha vuelto claro en las decisiones que el banco central mexicano ha tomado desde finales del año pasado, emprendiendo dos alzas de tasas (un movimiento total de un punto porcentual) aún cuando la Fed no ha cambiado su propia tasa desde diciembre del 2015.
Sin embargo, un alza de tasas en Estados Unidos volvería más atractivos los activos financieros de ese país, impulsando fugas de capital y presionando el valor del peso. Esto a su vez podría traspasarse a los precios a través de los bienes de importación y los costos de los productores, acelerando la inflación.
Es por esto que Banxico no puede darse el lujo de ignorar a la Fed si ésta decide actuar en los próximos meses, lo cual al igual que en diciembre probablemente resulte en alzas simétricas cuando esto ocurra.
Sin embargo, aunque esta decisión es coherente con el objetivo de evitar que la depreciación que el peso ha sufrido en el último año se acelere, también tendría consecuencias negativas para el crecimiento económico del país.
El encarecimiento de los costos crediticios dirigiría más recursos hacia el servicio de las deudas públicas y privadas, lo cual actuaría como una merma sobre el gasto público, la inversión y el consumo.
Y debido al deterioro que han registrado los indicadores económicos mexicanos en los últimos meses, esta política monetaria restrictiva se presentaría como un refuerzo a esta tendencia negativa.