Bajo crecimiento, baja actividad del comercio mundial y bajas tasas de interés. Ese es el diagnóstico de la economía global a ocho años de la crisis financiera que inició con el colapso de Lehman Brothers.
El último reporte de Perspectivas Económicas Globales del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado ayer, da cuenta de ello y añade un nuevo factor de riesgo: la creciente retórica anti globalización que se ha vuelto evidente en movimientos políticos disruptivos en Estados Unidos, Reino Unido y Europa.
El organismo es claro al señalar que de mantenerse esta coyuntura de bajo crecimiento sostenido, el sentimiento anti libre comercio podría exacerbarse y traducirse en políticas proteccionistas, en detrimento de una economía global “frágil y débil”, tal como lo describe Christine Lagarde, directora gerente del FMI.
“El crecimiento ha sido demasiado bajo por demasiado tiempo, en muchos países sus beneficios han alcanzado a muy pocos… teniendo repercusiones políticas que probablemente deprimirán a la economía global aún más”, refirió Maurice Obtsfeld, economista en jefe del FMI.
El reporte del FMI pronostica que la economía mundial se expandirá 3.1 por ciento este año, la tasa más baja de los últimos seis años. La tendencia descendente del crecimiento global se encuentra en línea con una desaceleración significativa del comercio transfronterizo.
Desde 2012, éste ha crecido a un ritmo anual de 3 por ciento, la mitad de la tasa de crecimiento anual promedio presentada en los últimos 30 años.
Las tareas de Lagarde
Esta semana, los ministros de finanzas y los banqueros centrales de los 189 países miembro del FMI se reunirán en Washington D.C. con motivo de la Reunión Anual del organismo multilateral.
Christine Lagarde, quien señala que un crecimiento moderado obedece a políticas públicas moderadas, dijo que los participantes en el foro del FMI tienen dos tareas. La primera, no hacer daño, absteniéndose de aplicar medidas proteccionistas que puedan afectar el crecimiento mundial.
La segunda, tomar acciones contundentes para impulsar el crecimiento inclusivo.
El FMI considera que un aumento en los precios mundiales de importación de 10 por ciento, derivado de potenciales alzas arancelarias, restaría 2 por ciento del producto interno bruto (PIB) global en el largo plazo.
En ese sentido, el reporte de perspectivas señala a la discordia política y al proteccionismo como dos
de los mayores riesgos para la economía mundial. Se detalla que la salida de Reino Unido de la Unión Europea y el tono anti libre comercio de las campañas presidenciales de Estados Unidos han “resaltado el desbaratado consenso acerca de los beneficios de una economía globalizada”.
En Reino Unido, la inmigración es señalada como un tema central que motivó al país a salir de la Unión Europea. En Estados Unidos, los dos candidatos punteros en el proceso electoral han desdeñado públicamente el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). De igual forma, en Europa se manifiestan movimientos políticos como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, caracterizado por sus posturas de escepticismo frente a la Unión Europea y de rechazo cabal a la inmigración y al libre comercio.
“(Hay) movimientos políticos que culpan a la globalización de todos los males y buscan de alguna forma aislar a la economía de las tendencias globales, en vez de participar de manera cooperativa con otros países”, dijo Maurice Obstfeld.
Probablemente, la mayor amenaza proteccionista para la economía global se encuentra en las promesas de Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos. Su plataforma económica contempla la imposición unilateral de aranceles superiores al 35 por ciento a China y México, el segundo y tercer mayor socio comercial de Estados Unidos.
El consenso de analistas advierte que iniciar una guerra comercial con estos países, dos de los mayores beneficiarios de la globalización en las últimas dos décadas, sería desastroso para la raquítica economía global.
De manera inmediata, según argumentan analistas de Daiwa Capital Markets, esto implicaría una reducción de 5 por ciento en el PIB de China, uno de los pocos motores activos que impulsan la tasa de crecimiento mundial encima de la barrera del 3 por ciento.
Trump, herencia de la crisis
La efervescencia política se atribuye a la baja resiliencia económica en el periodo poscrisis. Michael Spence, Premio Nobel de Economía 2001, argumenta que esta recuperación ha sido inusualmente larga y anémica, de modo que parece menos una recuperación y más un nuevo equilibrio de bajo crecimiento.
El reporte del FMI indica que la tasa de crecimiento potencial de la mayoría de los países es más baja ahora que en la década que precedió a la crisis. El organismo explica que esto se debe a la interacción de un “cóctel de legados” que incluye un incremento en el nivel de deuda y en presiones deflacionarias.
Sin embargo, ésta no es la única herencia de la crisis de 2008. Difícilmente, una debacle de la magnitud de la Gran Recesión, la peor de la posguerra, estaría exenta de manifestaciones políticas como las que encarnan Trump y Le Pen.
“Había un acuerdo sobre la globalización antes de la crisis y eso es algo que se ha perdido desde la crisis financiera”, dijo John Williamson, el ex funcionario del FMI al que se le atribuye el diseño del Consenso de Washington, al portal Bloomberg.