Pilar de crecimiento
El consenso de economistas y analistas de mercado es que, después de la crisis financiera de 2008,
el mundo entró en una nueva normalidad de bajo crecimiento. En ese sentido, China, la segunda mayor economía del mundo, aún juega un rol relevante en el mantenimiento del dinamismo económico global.
Stephen Roach, expresidente de Morgan Stanley Asia y ex economista en jefe de Morgan Stanley a nivel global, argumenta que el crecimiento mundial “todavía está hecho en China”.
Expone que el gigante asiático es responsable de casi 40 por ciento del crecimiento de la economía global, lo que lo vuelve el mayor contribuyente individual de esta cifra. Roach, quien también es investigador en el Centro Jackson de Asuntos Globales de la Universidad de Yale, estima que la actividad económica de China provee 1.2 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento mundial.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que la economía china crecerá 6.6 por ciento este año y que el producto interno bruto (PIB) global se expandirá 3.1 por ciento.
Sin la contribución de China, la economía mundial crecería muy por debajo del nivel de 2.5 por ciento que se asocia con periodos de recesión.
Alternativa al TPP
El TPP, el acuerdo comercial más grande del mundo que ya ha sido firmado por los 12 ministros de comercio de los países miembro, está en riesgo.
En Estados Unidos, desde donde se promovió el tratado, los dos candidatos a la presidencia se han declarado abiertamente en contra del TPP.
Esto ofrece una ventana de oportunidad para China, cuyo dinamismo comercial buscaba ser contrarrestado por el TPP.
En defensa del acuerdo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que el TPP pretendía establecer las reglas del juego del comercio global para que China no tuviera la última palabra en este sentido.
Ahora que los miembros del TPP ven con escepticismo la aprobación del tratado, las economías asiáticas voltean a ver a China para la construcción de un acuerdo alternativo: la Asociación
Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés).
El mes pasado, Nueva Zelanda y Australia, miembros del TPP, sostuvieron una ronda de negociaciones con China y otras 13 economías asiáticas para dar forma al RCEP, que pretende sustituir al TPP como el bloque de libre comercio más amplio del planeta.
Amenaza para el TLCAN
En la visita a México del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, se encontraron pocos puntos de acuerdo con el Presidente Enrique Peña Nieto. Uno de ellos fue la amenaza que representa China como competidor de los miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Las manufacturas chinas representan un sustituto directo del grueso de las exportaciones no petroleras que destina México hacia Estados Unidos. La rivalidad con China se ha vuelto evidente en el déficit comercial de 367 mil millones de dólares que registró Estados Unidos con relación al gigante asiático en el 2015.
Asimismo, el déficit comercial con China que presentó México el año pasado alcanzó casi los 70 mil millones de dólares, mayor al superávit de 61 mil millones de dólares que el país mantuvo con Estados Unidos en el mismo periodo.
Además, un estudio reciente concluye que la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el 2001 es el principal factor responsable de la fuerte caída de empleos de manufactura en Estados Unidos que inició hace 15 años. La investigación está firmada por David Autor, David Dorn y Gordon Hanson, economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Zúrich y la Universidad de California San Diego, respectivamente.
Riesgo sistémico
China se encuentra en medio de una transición en la que busca orientar su modelo de crecimiento desde una economía basada en la inversión en industrias pesadas y las exportaciones a una economía basada en los servicios y el consumo interno.
Esta coyuntura se conjuga con un sistema de control económico que ha sido causa de inestabilidad, lo cual ha generado episodios de volatilidad en los mercados globales.
El verano pasado, una devaluación inesperada del yuan produjo una oleada de turbulencia que se hizo patente a lo largo de todo el sistema financiero mundial.
Dada la relevancia de China para la economía global, voces como las del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y el FMI han presionado para que el país asiático acelere su ciclo de reformas en los que el Estado cede control de la economía a mecanismos de mercado de manera gradual.
Por otra parte, el creciente nivel de la deuda pública de China en relación al PIB emerge como una de las grandes preocupaciones. La firma de consultoría McKinsey calcula que ésta se ha cuadriplicado desde el 2007.
El consenso de economistas estima que la deuda pública de China representa alrededor del 250 por ciento del PIB, lo que podría ser el epicentro de una falla sistémica, según argumenta Li Yang, académico del centro de investigación chino CASS.