La calma tras la tormenta

Usualmente, la calma después de la tormenta está rodeada de un ambiente de tensión. La narrativa económica de México ha recuperado la estabilidad que se perdió con el inicio del proceso electoral de Estados Unidos a mediados del año pasado.

Sin embargo, la situación no ha cambiado de manera radical. Lo que ha cambiado, en todo caso, es la percepción que tiene el mercado del futuro económico de México, el cual está necesariamente ligado a su relación comercial con Estados Unidos.

Rodrigo Carbajal Rodrigo Carbajal Publicado el
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Es el pronóstico promedio del consenso de analistas para el crecimiento de la economía de México en 2017, que contrasta con el optimismo reciente del mercado
El borrador del USTR no incluye medidas específicas para reducir el déficit comercial de Estados Unidos con sus socios regionales
Tal como lo describió el Financial Times, México se encuentra en una nueva normalidad de incertidumbre. La estabilidad reciente de la narrativa económica del país es prueba de ello
“Concéntrate en ser productivo, no es estar ocupado”
Tim FerrisAutor estadounidense

Usualmente, la calma después de la tormenta está rodeada de un ambiente de tensión. La narrativa económica de México ha recuperado la estabilidad que se perdió con el inicio del proceso electoral de Estados Unidos a mediados del año pasado.

Sin embargo, la situación no ha cambiado de manera radical. Lo que ha cambiado, en todo caso, es la percepción que tiene el mercado del futuro económico de México, el cual está necesariamente ligado a su relación comercial con Estados Unidos.

La prueba yace en el tipo de cambio, que registra 18.71 pesos por dólar, cerca de su mejor nivel de los últimos seis meses. Desde el 20 de enero, fecha en la que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, la divisa mexicana se ha apreciado 14.63 por ciento frente al dólar.

Esto no es producto de un programa de contingencia de las autoridades económicas de México o de un punto de inflexión en las condiciones macroeconómicas del país. La hoja de ruta de la política económica ha sido la misma: implementar un programa de austeridad fiscal y un ciclo alcista en la tasa de interés de referencia del Banco de México.

En los últimos 12 meses, el incremento de la inflación y el nivel de deuda pública han encendido las alarmas de quienes han sido críticos con la política económica de este sexenio, particularmente de entidades como el  Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), que se inclinan por un enfoque de austeridad más drástico.

Además, las tres principales agencias crediticias aún mantienen la perspectiva negativa de la calificación de deuda soberana del país.

Estos factores ponen de relieve el argumento de que las condiciones económicas del país no han mostrado una mejora significativa que avalen por sí mismas una mejora en la percepción que el mercado tiene de México.

De hecho, la expectativa de crecimiento económico para este año y el siguiente se ha recortado de manera consistente.  El pronóstico promedio de crecimiento para 2017 de la encuesta que realiza Banco de México a especialistas en economía del sector privado es de 1.49 por ciento.

Entonces, ¿Qué ha cambiado?

El enfoque que tomará la administración de Donald Trump en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) permanece incierto. No obstante, existe un consenso prácticamente unánime de que la postura de Estados Unidos estará alejada de la retórica proteccionista y beligerante que caracterizó a la campaña de Trump. Eso es lo que ha cambiado.

Peter Navarro, director del Consejo Nacional de Comercio y uno de los miembros de la Casa Blanca con mayor carga ideológica, aseguró hace dos semanas que Estados Unidos buscará construir una potencia manufacturera regional que integre a las tres economías de América del Norte.

Los señalamientos contrastan con la declaración que hizo Trump en campaña de que el TLCAN representaba “el peor acuerdo firmado en la historia”.

El cambio de discurso de la administración de Trump no es exclusivamente retórico. La semana pasada, el diario The Wall Street Journal dio a conocer un borrador de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por su siglas en inglés) que sería enviado al Congreso para delinear los hilos conductores de la postura estadounidense en la renegociación del TLCAN.

El documento, firmado por el representante comercial interino Stephen Vaughn (Robert Lighthizer, nominado por Trump, aún no es ratificado por el Senado), no incluye medidas específicas para reducir el déficit comercial de Estados Unidos con sus socios regionales.

Dado que el déficit comercial se había convertido en una obsesión de la política económica de la nueva administración, esto envía señales de que Estados Unidos se aleja gradualmente de posturas radicales como la imposición de un arancel de 35 por ciento a las exportaciones mexicanas.

El documento, más bien, se enfoca en cambios cosméticos, de modernización, como la modificación de las reglas de origen (porcentaje de componentes de un bien de exportación que deben ser producidos en la región), así como nuevas disposiciones como las relativas al comercio digital.

Expertos aseguran que muchas disposiciones siguen la línea que se negoció en el marco del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), un tratado que hoy está herido de muerte luego de que Trump ordenó la salida de Estados Unidos. 

El borrador tampoco hace referencia a mecanismos contra la manipulación de divisas, un tema que parecía ser prioritario para la nueva política comercial de Estados Unidos.

Probablemente, la administración de Trump entendió que bastaba moderar su postura pública para evitar nuevos episodios de depreciación del peso, los cuales actúan como un subsidio de facto para las exportaciones mexicanas.

Riesgos inherentes

Sin embargo, esto no quiere decir que no existan riesgos significativos en la renegociación del TLCAN. El documento del USTR contempla una medida para reinstaurar tarifas en caso de que se presente una “inundación de importaciones”.

Por otra parte, se hace un llamado a “equilibrar la cancha” en materia de impuestos. Navarro y el resto del gabinete económico que está enfocado en temas comerciales han sugerido que el impuesto al valor agregado supone una ventaja desleal para los socios comerciales de Estados Unidos.

Esto adquiere relevancia en un contexto en el que un impuesto de ajuste fronterizo, un arancel de facto, podría incorporarse a la reforma fiscal que el poder ejecutivo enviará al Congreso en las próximas semanas.

Al ser cuestionado sobre el contenido del documento del USTR, Sean Spicer, vocero de la Casa Blanca, dijo: “Ésta no es una declaración de política comercial de la administración”.

Es evidente que el  gobierno estadounidense avanza hacia una agenda más concreta de política comercial, pero continúa enviando señales mixtas.

Wilbur Ross, secretario de Comercio, anunció que durante la presente semana, el Congreso será notificado de que la administración de Trump planea iniciar el proceso de 90 días previo a la renegociación del TLCAN.

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