El peso mexicano encontró vida después de Trump. Desde el 20 de enero, la moneda mexicana se ha apreciado 16.21 por ciento frente al dólar. Al cierre de la jornada del viernes, el tipo de cambio rondaba niveles de 18.08 pesos por dólar.
En gran medida, la retórica proteccionista y antimexicana que se volvió patente en los primeros días de la administración de Donald Trump quedó neutralizada. El consenso de analistas espera que la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte responderá a factores institucionales, no a condiciones políticas de corto plazo. El mantenimiento del status quo en la relación comercial entre México y Estados Unidos es, nuevamente, el escenario base de la mayoría de los agentes económicos que participan activamente en los mercados financieros.
Sin embargo, esto no quiere decir que el peso corregirá la tendencia de depreciación continua que se hizo evidente desde el inicio de la administración del presidente Enrique Peña Nieto. La más reciente encuesta que Banco de México realiza a especialistas en economía del sector privado muestra que el pronóstico promedio de los analistas consultados ubica al tipo de cambio en un nivel de 19.53 pesos por dólar para el cierre del 2017. Esto implicaría una depreciación de la moneda mexicana en relación al dólar de 8 por ciento en lo que queda del año.
Es verdad, las expectativas del mercado respecto al tipo de cambio se han moderado notablemente. En enero, la proyección promedio de la encuesta de Banco de México ubicaba al tipo de cambio en un nivel de 21.70 pesos por dólar. No obstante, la relajación de factores coyunturales, como el discurso de la administración de Donald Trump, es considerada insuficiente para devolver al peso a niveles vistos antes del 2014.
Rogelio Ramírez de la O, director general de la firma de consultoría Ecanal, argumenta que los factores estructurales que han propiciado la depreciación de largo plazo de la moneda mexicana permanecen sin cambio.
La influencia de la Reserva Federal
En primera instancia, el discurso de la Reserva Federal se ha movido hacia posiciones cada vez menos acomodaticias. El banco central estadounidense ha puesto fin a su programa de compra de activos y ha elevado su tasa de interés de referencia en tres ocasiones desde diciembre del 2016. El anuncio de que comenzará a reducir los activos en su hoja de balance fue interpretado por el mercado como un paso para culminar la etapa de bajas tasas de interés y “dinero fácil”, que caracterizó al periodo posterior a la crisis global.
La literatura económica sugiere que este movimiento daría lugar a un fortalecimiento del dólar, lo cual se traduciría en una salida de capitales desde los mercados emergentes. El peso mexicano, una de las divisas emergentes más líquidas del mercado, quedaría particularmente expuesto.
En el 2016, el proceso electoral estadounidense y el referéndum del Brexit, pusieron de relieve la alta volatilidad del peso y su condición de barómetro de riesgo global. La súbita pérdida de valor del peso mexicano atrajo la atención del Banco de México. Con la finalidad de mantener un nivel de tasas de interés atractivo en los activos de renta fija denominados en pesos, el banco central ha elevado el tipo de interés de referencia en 375 puntos base desde diciembre de 2015. Además, ha tomado medidas heterodoxas como la intervención directa en el mercado cambiario y la subasta de dólares.
Lo anterior contribuyó a que en el primer semestre del año, el peso se recuperara, la mayor parte se concentró en los primeros tres meses, que fue la mayor desde el mecanismo de libre flotación.
El mercado ha entendido esta mezcla de políticas como un intento preventivo para contener el inicio de un ciclo restrictivo en la política monetaria de la Reserva Federal. Aunque la contención pudiera incluso parecer excesiva, Rogelio Ramírez de la O explica que los agentes económicos aún no descuentan a cabalidad el discurso del banco central estadounidense, de modo que el ciclo restrictivo podría ser más agresivo de lo esperado, en detrimento del peso.
El consenso de analistas sostiene que, en el largo plazo, la influencia de la política monetaria de la Reserva Federal ha significado el principal lineamiento para la dinámica del tipo de cambio. En todo el periodo poscrisis, la mayor salida de capitales de valores gubernamentales de parte de residentes extranjeros se registró a mediados de 2013, justo en la fecha en que el banco central estadounidense anunció por primera vez que comenzaría a desmantelar sus políticas de laxitud monetaria.
Más deuda, mayor déficit
En segunda instancia, el deterioro en los niveles de deuda pública no se ha podido revertir. En febrero de 2014, el nivel de deuda externa en relación al PIB era de 29.3 por ciento; hoy es de 39.4 por ciento.
Las agencias crediticias, ven esta tendencia como un aspecto crítico para la salud macroeconómica del país, reconocen que la llegada de José Antonio Meade a la secretaría de Hacienda ha sido positivo en las finanzas públicas.Pero, advierten que este efecto podría ser transitorio ya que es poco probable que la Hacienda cuente con el apoyo del remanente de operación de Banco de México en 2017. En los dos años anteriores, se había recibido en conjunto 562 mil millones de pesos, los cuales se han destinado mayormente al pago de compromisos financieros.
Finalmente, la depreciación de 39.23 por ciento que ha sufrido el peso frente al dólar en lo que va del sexenio no podría ser entendida sin la marcada ampliación del déficit de cuenta corriente. Entre el 2009 y 2012, en promedio era de 15 mil millones de dólares anuales. La cifra promedio para el periodo del 2013 al 2016 es de cerca de 26 mil millones de dólares al año.