Paro cardiaco
La industria automotriz se ha convertido en el corazón del sector exportador mexicano el cual representa el mayor motor de dinamismo y modernización de la economía del país.
México es el cuarto exportador global de automóviles y el séptimo mayor productor. La industria automotriz y las firmas que componen su cadena de suministro son responsables de más de 750 mil empleos, los cuales cuentan con un salario promedio mayor al de los empleos de las empresas que atienden al sector interno.
Rodrigo Carbajal
La industria automotriz se ha convertido en el corazón del sector exportador mexicano el cual representa el mayor motor de dinamismo y modernización de la economía del país.
México es el cuarto exportador global de automóviles y el séptimo mayor productor. La industria automotriz y las firmas que componen su cadena de suministro son responsables de más de 750 mil empleos, los cuales cuentan con un salario promedio mayor al de los empleos de las empresas que atienden al sector interno.
Para una economía que enfrenta una baja tasa de crecimiento como condición estructural, la expansión consistente de la producción automotriz ha hecho que esta industria sea referida como la base del modelo de desarrollo económico de México: apostar por la competencia en el exterior y así incentivar la productividad de las firmas basadas en el país.
Las ventajas de producir automóviles en México son ampliamente reconocidas por las armadoras globales. Desde el 2010, las principales firmas automotrices han invertido alrededor de 24 mil millones de dólares en el país.
Según cifras de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), el país produjo 3.4 millones de vehículos en el 2015. Se espera que en el 2022, la producción alcance las 5 millones de unidades.
El atractivo del país no sólo ha llamado la atención de las tres principales armadoras estadounidenses (General Motors, Ford y Fiat Chrysler).
Desde el 2013, las firmas asiáticas y europeas Nissan, Honda, Mazda, Toyota, Kia BMW, Daimler (Mercedes Benz) y Audi han anunciado planes de inversión en México.
Se proyecta que, para el 2020, existirán 20 plantas automotrices en México y que uno de cada cuatro automóviles de América del Norte sean producidos en México.
La ventaja geográfica es parte del atractivo manufacturero de México. Sin embargo, la ausencia de aranceles para exportar hacia Estados Unidos, los bajos costos laborales y la interconexión entre la cadena de suministro de México y Estados Unidos juegan un papel relevante en esta dinámica.
De acuerdo al Centro de Investigación Automotriz, basado en Michigan, el trabajador estadounidense promedio afiliado al sindicato UAW gana 28 dólares la hora. En cambio, el trabajador mexicano de la industria automotriz gana en promedio 6 dólares la hora.
Por otra parte, los autos producidos en México que se exportan a Estados Unidos poseen un contenido nacional estadounidense de 40 por ciento.
Asimismo, el 40 por ciento de los componentes de un auto producido en Estados Unidos proviene de México.
La integración regional es muy profunda.
Peligro inminente
Sin embargo, el discurso proteccionista del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, representa una amenaza directa para la industria automotriz.
Los mensajes que Trump envía a través de Twitter se han vuelto la medida más cercana para evaluar cuál será la agenda de la siguiente administración.
Siguiendo este criterio, podría argumentarse que el cambio de la dinámica comercial entre México y Estados Unidos será una prioridad para Trump.
La semana pasada, en un lapso de tres días, el presidente electo amenazó a General Motors de imponer un arancel a sus productos mexicanos, congratuló la decisión de Ford de cancelar una inversión de 1.6 mil millones de dólares en una planta en México y criticó los planes de Toyota de construir una planta en México para exportar vehículos a Estados Unidos.
Un día antes de la publicación del mensaje de Trump referente a Toyota, Akio Toyoda, el director general de la firma japonesa, de claró que su compañía tomaría en cuenta al presidente electo para sus decisiones de negocio.
Entre las armadoras con intereses en México, Toyota es la que tiene mayor exposición al mercado estadounidense. El 93 por ciento de los autos que produce en el país, son exportados a EU.
La cifra es menor para el caso de General Motors, firma que respondió de una manera menos apacible al presidente electo.
Por otra parte, aunque Ford manifestó que su decisión obedeció a un cambio en la demanda de vehículos y no a un acuerdo con Trump, el mercado obtuvo otra lectura del evento.
Mientras que las acciones de Toyota perdieron 3.1 por ciento de su valor después del mensaje de Trump, los títulos de Ford presentaron una ganancia de 3.5 por ciento el día que dio a conocer su decisión de cancelar la inversión en México.
Intenciones claras
A juzgar por su discurso y por las designaciones de su gabinete económico, la intención de Trump de cambiar la dinámica comercial con México es clara. El presidente electo escogió a Robert Lighthizer, un escéptico del libre comercio, como el representante comercial de Estados Unidos.
Además, Trump cuenta con todos los incentivos políticos para tomar una postura proteccionista que apele a su base electoral. Durante su campaña, visitó ocho veces al estado de Michigan, el corazón automotriz de Estados Unidos. Trump se convirtió en el primer candidato republicano en ganar ese estado desde 1988.