Si todo sale bien
La reacción del mercado frente a las promesas de política económica de Donald Trump encierra una paradoja que, de revertirse, podría ser clave para el futuro económico de México.
Rodrigo CarbajalLa reacción del mercado frente a las promesas de política económica de Donald Trump encierra una paradoja que, de revertirse, podría ser clave para el futuro económico de México.
Mohamed El-Erian, asesor económico en jefe de Allianz y una de las voces más influyentes de Wall Street, asegura que el mercado está apostando por la efectividad de las políticas favorables al crecimiento del presidente electo de Estados Unidos. Pero, advierte que la confianza de los inversionistas en los planes de desregulación, inversión en infraestructura y recorte de impuestos están condicionados a la noción de que la siguiente administración será reticente a iniciar una guerra comercial.
Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisó al alza su pronóstico de crecimiento de la economía es tadounidense para 2017. El organismo proyecta que éste será de 2.3 por ciento.
La reacción ha sido contraria para el caso mexicano. A pesar de que el dinamismo de la economía mexicana depende en gran medida de la actividad económica estadounidense, las políticas pro crecimiento de Trump no se han reflejado en mayores expectativas de expansión del producto interno bruto mexicano.
Desde que concluyó el proceso electoral estadounidense, el peso mexicano se ha depreciado 12.3 por ciento frente al dólar. Además, a principio de año, el consenso de analistas proyectaba que la economía de México crecería 3.18 por ciento en 2017. El último pronóstico disponible ubica a la tasa de crecimiento para el siguiente año en 1.60 por ciento.
Percepción comercial
El argumento detrás del deterioro de expectativas yace en la incertidumbre que ha generado la retórica proteccionista del presidente electo de Estados Unidos. En campaña, Trump prometió imponer un arancel de 35 por ciento a los productos de importación provenientes de México. Ahora, su discurso de ha moderado marginalmente hacia una posición en la que lo único seguro es que habrá una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“Es el aspecto comercial el que preocupa”, dijo a la agencia Bloomberg Rogelio Ramos, de Interacciones Casa de Bolsa.
“Los impuestos y tarifas que quiere imponer a México, la renegociación del TLCAN y la política migratoria deben tomarse en serio” agregó.
La divergencia de perspectivas económicas entre México y Estados Unidos pone de relieve la percepción de que el mercado está midiendo el factor de una guerra comercial de manera distinta para ambos países.
Sin embargo, el discurso pro crecimiento del equipo de transición de Trump ha tenido repercusiones globales y ha generado un cambio en el sentimiento de los inversionistas.
Bruce Kasman, economista en jefe de JP Morgan Chase, dijo a Bloomberg: “En la mayor parte del año hemos vivido en un mundo en el que sentimos que los riesgos han estado sesgados a la baja, (ahora) los riesgos de crecimiento se han invertido al alza”.
Eventualmente, este optimismo podría trasladarse a México. A inicios de mes, en una de sus intervenciones públicas, Carlos Slim aseguró que las políticas económicas de Trump podrían ser benéficas para México: “Es diferente ser candidato a ser presidente.
(Trump) está hablando de otros aspectos que son muy positivos para México”.
Optimismo, incertidumbre y temor
La paradoja mexicana quedó de manifiesto en una encuesta que realizó el banco suizo UBS a inversionistas durante una conferencia de mercados emergentes a principios de diciembre. Una ligera mayoría eligió a las acciones y a la divisa mexicana como los mejores activos para invertir en el 2017.
No obstante, los activos mexicanos no son preferidos por consenso. Más del 10 por ciento de los encuestados espera que éstos presenten el peor desempeño entre los países que conforman la categoría de “mercados mayores”.
La razón de fondo de esta perspectiva está basada en que el riesgo político de que Trump cumplirá sus promesas de campaña de “devolver los empleos manufactureros a Estados Unidos” y de corregir el déficit comercial del país.
El problema de este enfoque es que las políticas favorables al crecimiento de Trump son incompatibles con la promesa de reducir el déficit comercial.
La mera expectativa de que se acelerará la actividad económica ya ha incidido en un aumento en la tasa de interés de los bonos del Tesoro de largo plazo. Además, la Reserva Federal deberá contener las presiones inflacionarias derivadas de un mayor crecimiento a través de alzas en la tasa de interés de referencia.
La teoría económica dicta que esto significará una repatriación de capitales hacia Estados Unidos, lo que fortalecerá al dólar y restará competitividad a las exportaciones estadounidenses.
La ventaja que esto significa para las exportaciones de otros países hacia Estados Unidos abrirá la brecha del déficit comercial.
Analistas políticos temen que, ante esta coyuntura, Trump utilizará la renegociación o salida del TLCAN como una manera de demostrar que el compromiso de su administración con su base política aún está vigente.