El banco del dragón

“Este último mes podría ser recordado como el momento en que Estados Unidos perdió su rol como el asegurador del sistema económico global”, escribió Lawrence H. Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, en una columna publicada este domingo.

“No se me ocurre otro evento desde el Bretton Woods comparable a la combinación de los esfuerzos de China para establecer una nueva institución de gran tamaño y el fracaso de los Estados Unidos para persuadir a sus aliados tradicionales, empezando con Gran Bretaña, para mantenerse fuera de ésta”, explicó Summers.

Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa Publicado el
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por ciento del Producto Interno Bruto global es el nivel de inversión anual
en infraestructura que se estima como necesario entre ahora y el 2030; actualmente, esto equivale a más de 3.1 billones de dólares
El gobierno chino argumenta que su banco es necesario para financiar los gastos en infraestructura de los países emergentes en los siguientes 10 años
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“Este último mes podría ser recordado como el momento en que Estados Unidos perdió su rol como el asegurador del sistema económico global”, escribió Lawrence H. Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, en una columna publicada este domingo.

“No se me ocurre otro evento desde el Bretton Woods comparable a la combinación de los esfuerzos de China para establecer una nueva institución de gran tamaño y el fracaso de los Estados Unidos para persuadir a sus aliados tradicionales, empezando con Gran Bretaña, para mantenerse fuera de ésta”, explicó Summers.

La institución a la que se hace referencia es el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII), un banco multilateral de desarrollo creado a raíz de un plan chino puesto en movimiento hace 18 meses. 

El BAII ya cuenta con 35 países miembros, 23 países más en proceso de solicitar su entrada (México aún no es uno de éstos), y alrededor de 100 mil millones de dólares en reservas iniciales de capital.

El gobierno chino argumenta que el BAII es necesario para financiar los billones de dólares en gastos de infraestructura que tendrán que realizarse en la próxima década para que los mercados emergentes continúen desarrollándose.

Pero para Estados Unidos (que no logró evitar que aliados suyos como Reino Unido, Alemania, Francia, Australia y Corea del Sur, entre otros, busquen entrar al BAII), esta situación es un reflejo preocupante de la creciente influencia económica y política de su rival asiático.

Hegemonía china

La creación del BAII no sólo refleja la creciente necesidad de financiamiento alrededor del mundo, sino también la frustración de China con las instituciones financieras globales tradicionales, como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), y el Banco Asiático de Desarrollo (BAD).

Para China y otros países emergentes, estas instituciones son dominadas de forma desmedida por los intereses de Estados Unidos, Europa y Japón, y no se han reformado lo suficientemente rápido como para reflejar el nuevo entorno global.

Expertos como Mohamed El-Erian, ex-director ejecutivo de la manejadora de activos Pimco, aconsejan a los Estados Unidos dejar de oponerse a la existencia del BAII y mejor trabajar dentro de éste si quiere mantener su influencia global.

Esto debido a que la participación estadounidense dentro del BAII podría balancear la influencia de China, que hasta ahora ha proporcionado la mayor parte del capital del banco, e incrementaría las posibilidades de que el BAII se convierta en un eficiente y efectivo suplemento de las instituciones ya existentes.

Summers y El-Erian, entre otros, culpan la parálisis y disfunción legislativa en Estados Unidos con la pérdida de influencia internacional del país, ya que no se han aprobado las reformas necesarias para mantener relevantes al FMI y al BM, a pesar de la importancia de éstas y su aprobación por casi la totalidad de los países miembros de estas instituciones.

Pantano estadounidense

Además de su derrota diplomática en el BAII, Estados Unidos se enfrenta a una pérdida de influencia como potencia internacional debido a su menor crecimiento económico en los años posteriores a la crisis económica del 2008.

Summers mantiene que esta debilidad se debe a factores crónicos y estructurales, por lo que se trata de un estancamiento secular, no cíclico, que continuará por varios años.

Por su parte, Ben Bernanke, expresidente de la Reserva Federal (el banco central estadounidense), está en desacuerdo con Summers y culpa a factores temporales.

Bloomberg reporta, sin sorpresas, que Summers (la ex-autoridad fiscal) piensa que el manejo del gasto público es la clave para salir de esta situación, mientras que Bernanke (la ex-autoridad monetaria) piensa que la política del banco central y las reformas estructurales son el camino necesario.

El diario The Wall Street Journal le otorga la razón teórica a Bernanke y la práctica a Summers, pero concluye que ambas teorías probablemente son parte de la realidad, ya que “el estancamiento secular no es tanto una enfermedad como es un síndrome sin una causa singular”

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