El costo que rebasa la Copa
Lo que empezó con una manifestación de 400 personas al inicio de la Copa Confederaciones por los altos costos del próximo Mundial, se ha convertido en una protesta social con más 250 mil manifestantes en varias ciudades.
A pesar de que solo se cuentan con estimaciones acerca de lo que cuesta ser el anfritrión de la mayor fiesta del futbol, especialistas calculan que Brasil gastará alrededor de 15 mil millones de dólares en los trabajos de infraestructura necesarios, en contraste con los 3.3 mil millones presupuestados al principio.
Alejandro Dabdoubhttp://www.youtube.com/watch?v=nqjUlthxU5Q
Lo que empezó con una manifestación de 400 personas al inicio de la Copa Confederaciones por los altos costos del próximo Mundial, se ha convertido en una protesta social con más 250 mil manifestantes en varias ciudades.
A pesar de que solo se cuentan con estimaciones acerca de lo que cuesta ser el anfritrión de la mayor fiesta del futbol, especialistas calculan que Brasil gastará alrededor de 15 mil millones de dólares en los trabajos de infraestructura necesarios, en contraste con los 3.3 mil millones presupuestados al principio.
El problema para realizar los cálculos acerca de los costos es que los gobiernos nunca dan a conocer las cifras y cuentan con diferentes indicadores para determinar el gasto total.
Sin embargo, se conoce que solo el estadio de Mané Garrincha, el cual fue reconstruido a partir de una estructura existente, ha tenido un costo de 900 millones de dólares, cuando el presupuesto original era de 324 millones.
Además, hay que agregar los 141 millones necesarios para los trabajos que se deben hacer alrededor del recinto.
En total, Brasil debe construir 7 estadios nuevos y acondicionar otros 5 antes de los juegos del 2014.
¿Qué ganamos con el Mundial?
A pesar de que en el 2007 se prometió que la iniciativa privada se encargaría de pagar por los estadios y los fondos públicos se usarían en proyectos de transporte y renovación urbana, la mayor parte del dinero para estas construcciones proviene del gobierno.
El gasto ha sido defendido como una inversión que aumentará el bienestar de los brasileños. La presidenta Dilma Rousseff dijo a los opositores del Mundial: “Cuando preguntan ustedes qué ganamos con la Copa… además de la alegría del futbol, de ver a Brasil jugar, además de la Copa Confederaciones, ganamos una mejora en la seguridad, ganamos todas esas obras que también son fundamentales en las carreteras y en el metro.”
Sin embargo, la experiencia indica que la infraestructura de los Mundiales suele desperdiciarse. La mayoría de los nuevos estadios están siendo construidos en ciudades donde la población no acostumbra ver los partidos de futbol.
El caso más emblemático se da en Brasilia, donde el estadio ha representado una inversión de más de 400 millones de dólares, pero la ciudad no tiene algún equipo en primera división.
Por su parte, el ingreso del Mundial es muy bajo. El dinero recaudado por la venta de los derechos audiovisuales de los partidos y de los boletos de entrada a los estadios es recolectado en su mayoría por la FIFA.
Además, la creación de empleos siempre es a corto plazo, por lo que los beneficios terminan siendo pocos.
Los grupos de manifestantes se encuentran indignados porque su gobierno, de supuesta tendencia de izquierda, ha realizado grandes gastos con dinero público, mientras el país pasa por una desaleración de crecimiento económico.
El próximo año se llevará a cabo el Mundial con las elecciones presidenciales del 2015 a la vuelta. Esto lleva a pensar que a menos que las condiciones económicas mejores, se pueden esperar más protestas.
Juegos millonarios
El caso de Brasil no está aislado. Otros países han batallado para llevar a cabo el Mundial o los Juegos Olímpicos y han generado grandes gastos para sus gobiernos.
En el caso de la Copa del Mundo en Sudáfrica, se había calculado una inversión aproximada de 300 millones de dólares para llevar a cabo los trabajos de infraestructura.
Sin embargo, después de varias dificultades que retrasaron los trabajos y no dieron los resultados esperados, se terminó gastando más de 6 mil millones de dólares.
En el caso de los últimos Juegos Olímpicos realizados en el 2012 en Londres, se presupuestó que costarían 3.6 mil millones de dólares, pero al final de los Juegos el gasto fue de más de 13 mil millones.
La historia se repite en los casos de Japón en el 2002, donde la infraestructura gigantesca del Mundial no sirvió para mejorar las condiciones económicas del país.
En los Olímpicos de Sydney 2000 se argumentó que la promoción aumentaría el turismo de la ciudad, pero después de que conluyeran los Juegos no se registró algún cambio.
En ocasiones, la falta de dinero lleva a los gobiernos a crear impuestos especiales para financiar los Juegos o descuidar otros problemas socioeconómicos que a largo plazo causan mayores daños a la economía.
Con demoras y desperdicios
Los trabajos de infraestructura en Brasil van a paso lento y con malos resultados. El incumplimiento de plazos en varias ocasiones ha tensado las relaciones con la FIFA, que está pidiendo resultados.
Jerome Valcke, secretario general de la FIFA, ha declarado que no se otorgarán prórrogas para cumplir con la construcción de los nuevos estadios que comenzaron de manera tardía hasta mediados del 2011.
Por otro lado, las nuevas líneas de ferrocarril que servirían a los turistas para llegar a los 2 aerupuertos más grandes de Sao Paulo han sido retrasadas y no estarán listas antes del Mundial.
Con las prisas, los estadios que fueron inagurados para la Copa Confederaciones han presentado fallas importantes. Una parte del techo del estadio de Salvador se cayó aparentemente por las fuertes lluvias que acumularon agua en la estructura.
Asimismo, los intentos del país para demostrar al mundo su estabilidad y crecimiento se han encontrado con problemas no previstos.
En el caso del estadio de la ciudad Manaos, la construcción se encuentra aislada en una especie de isla entre el mar y dos ríos. Lo anterior complica el envío de materiales y las condiciones climáticas extremas causan tormentas eléctricas y calores intensos que detienen el trabajo de los obreros.
Con el tiempo encima, Brasil solo tiene oportunidad de hacer los cambios de última hora antes de recibir a la comunidad internacional en la más grande fiesta del futbol, que dejará ver lo que se puede esperar de los próximos Juegos Olímpicos.