Epicentro chino
Tras más de una década como una historia de éxito en materia de desarrollo y política económica, China ahora está dando de qué hablar en una forma mucho menos halagadora.
Indicadores económicos decepcionantes y el reciente desliz del yuan desataron el pánico entre los inversionistas chinos esta semana, causando fuertes caídas en sus principales bolsas de valores y esparciendo el miedo en los mercados de Europa y América.
Rolando Hinojosa
Tras más de una década como una historia de éxito en materia de desarrollo y política económica, China ahora está dando de qué hablar en una forma mucho menos halagadora.
Indicadores económicos decepcionantes y el reciente desliz del yuan desataron el pánico entre los inversionistas chinos esta semana, causando fuertes caídas en sus principales bolsas de valores y esparciendo el miedo en los mercados de Europa y América.
Los declives bursátiles chinos impulsaron jornadas negativas en los mercados globales de divisas y de materias primas, así como más de 2.5 billones de dólares en pérdidas de valor para los mercados accionarios.
La capacidad de las autoridades chinas para transitar efectivamente hacia un modelo económico menos dependiente sobre la inversión y la manufactura y más enfocado hacia el consumo y los servicios se ha visto cuestionada por expertos.
El inversionista multimillonario George Soros dijo esta semana que “China tiene un gran problema de ajuste (hacia un nuevo modelo de crecimiento). Yo diría que equivale a una crisis. Cuando veo a sus mercados financieros hay un reto serio que me recuerda a la crisis que nosotros tuvimos en 2008”.
A esto se agrega Marc Ostwald, estratega de divisas, tasas de interés y mercados emergentes en ADM Investor Services, quien indica que “las autoridades chinas claramente han mordido más de lo que pueden masticar en sus esfuerzos por reformar sus mercados y economía”.
Paralelismo peligroso
La crisis global de 2008 tuvo su epicentro en el sistema financiero de Estados Unidos. El crecimiento de la deuda de baja calidad crediticia en los años anteriores se volvió insostenible. Eventualmente, la burbuja se reventó y el shock dio lugar a una contracción crediticia que paralizó a la economía.
Soros considera que, más de cinco años después, la historia podría repetirse en China.
En los últimos cuatro años, la relación entre la deuda pública y el producto interno bruto (PIB) del país asiático se incrementó en 50 puntos porcentuales.
Tal como sucedió en Estados Unidos, esto sugiere que se está acelerando el ritmo en el que se otorgan préstamos de baja calidad crediticia.
Actualmente el nivel de esta relación deuda/PIB es de alrededor de 240 por ciento, que es mucho menor que el de la mayoría de las economías desarrolladas, pero sigue siendo alto para una economía emergente.
La diferencia entre la experiencia china y la estadounidense recae en el férreo control del Estado sobre la economía, en cuanto a que China cuenta con billones de dólares para rescatar a sus bancos y en que éstos no se encuentran tan interconectados como las instituciones financieras de Estados Unidos, lo que pone un tope al contagio de riesgo.
Sin embargo, estas características no han sido suficientes para hacer frente a la salida de capital evidenciada en el desplome del mercado de valores.
Por otra parte, la revista The Economist argumenta que la debilidad de la economía busca ser compensada mediante una devaluación del tipo de cambio que potencie las exportaciones chinas.
John-Paul Smith, fundador de la firma de consultoría de inversión Ecstrat, dijo a The Economist que esto exacerbaría la salida de capital y podría iniciar un círculo vicioso.
Una devaluación en China motivaría a otras economías asiáticas a hacer lo propio con el fin de que sus exportaciones no pierdan competitividad. Esto generaría riesgos potenciales respecto a la salud de las finanzas de las firmas asiáticas endeudadas en dólares y su posible impacto en el sistema financiero.
Cambian las reglas
El ascenso de China en la economía global ha puesto de relieve una nueva realidad. Las reglas del juego han cambiado en los mercados financieros.
El cierre del fondo de mercados emergentes de la firma Nevsky Capital es uno de los síntomas del deterioro del entorno global y del aumento del riesgo.
Dicho fondo ha registrado un rendimiento de 6 mil 404 por ciento desde 1995 – muy por encima del índice de referencia MSCI de mercados emergentes que apenas creció 243 por ciento en el mismo periodo.
El cierre de un fondo que ha tenido un éxito consistente de esa magnitud no es una preocupación menor. Martin Taylor, quien dirigía el vehículo financiero, aseguró que lo que habían hecho “brillantemente” durante los últimos 20 años dejó de funcionar en el contexto actual.
China es la segunda economía más grande del mundo. Sin embargo, algunos de sus sectores económicos ya son más grandes que sus similares en Estados Unidos. La caída del precio de las materias primas es un síntoma de esto.
Ante la creciente preponderancia del mundo emergente, la falta de datos creíbles distorsiona la información, lo que se refleja en pronósticos poco acertados y un incremento del costo del capital para cubrir el riesgo.
Taylor argumenta que esta distorsión ha hecho de la irracionalidad la norma y no la excepción en los mercados financieros: “Cuando las mariposas aletean, generan huracanes que impiden a los inversionistas que usan el análisis fundamental permanecer solventes por más tiempo del que el mercado permanece irracional”.